Capítulo 04
Mujer Amante.
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Jazmín se puso en puntas de pie, empujada por la ancha verga que se hundió en su concha. El asombro fue tal que por un momento perdió noción de la realidad. Quizás se debió al insoportable calor que hacía en ese estadio repleto de gente. Su cuerpo estaba cubierto de sudor… y el sudor siempre la erotizó. Cada vez realiza su rutina de fitness termina excitada y le gusta admirar en el espejo su cuerpo sudado y desnudo. Ahora se sentía exactamente así; pero con una buena pija metida hasta el fondo de la concha. Una pija más larga y más ancha que la de su marido. Estaba acostumbrada a ser penetrada por Néstor… y esto no se le parecía en nada. Llevaba años sin experimentar una sensación similar.
Se dejó llevar.
Movió su cadera al ritmo de la música y hundió más los dedos en el culo de su hija. La masturbó por detrás con ganas… como ya había hecho antes con otra mujer. Megadeth aprovechó el momento, la tomó con fuerza de la cintura y le metió cuatro embestidas bien potentes, como si quisiera demostrarle que era el amante que una mujer tan hermosa como Jazmín se merece.
El episodio de ausencia no duró mucho, por suerte para Jazmín, quien quería mantener su integridad intacta (más o menos). Volvió a la realidad cuando vio la cara de su hija. Había algo raro en ella… era la misma cara que tenía su hija el día que la interrumpió mientras cogía con ese muchacho. De pronto entendió todo: Fiorella estaba teniendo un orgasmo.
Para Jazmín esto era inadmisible. Ni ella ni su hija se podían permitir semejante demostración de placer. No en este lugar público. No mientras unos desconocidos las manoseaban. Como no quería que le ocurriera lo mismo, le dio un codazo a Megadeth, aprovechando que su mano izquierda había sido liberada. El tipo ni se inmutó. Para alguien tan corpulento un codazo de Jazmín no era más que una ligera molestia. No lo detendría. Debía pensar en otro método; pero no se le ocurría nada… y los bombeos seguían y seguían. Jazmín imaginó que el muy hijo de puta debe estar deleitándose por la forma en la que a ella se le abre la concha con cada pijazo.
En ese momento la rubia volvió a tomarla por sorpresa. Se puso de pie, se acercó a ella y la besó en la boca. Así Jazmín pudo experimentar el sabor de los jugos sexuales de su hija. Esto le trajo recuerdos invasivos. Hubiera sido mejor no tenerlos, porque volvió a sentir una oleada de excitación. Metió la lengua dentro de la boca de la rubia, como si allí dentro pudiera encontrar más de ese dulce néctar femenino. Después de unos segundos de apasionado beso, la rubia se alejó, para perderse en la multitud. Al parecer, para esa chiquilla la aventura ya había terminado; pero a Fiorella y Jazmín aún les quedaba mucho trecho por recorrer.
Mientras Jazmín seguía buscando una forma de escapar de la pija de Megadeth, el tipo que estaba a su derecha, el de la remera de Led Zeppelin, agarró a Fiorella por los hombros y la obligó a ponerse de rodillas.
—¡No! ¿Qué hacen? ¡Déjenla en paz! —Chilló Jazmín, pero sus gritos no fueron oídos por nadie. La gente estaba coreando el estribillo de una pegadiza canción.
Fiorella se encontró en una situación muy complicada. De pronto tenía dos pijas al lado de su cara. Sí, ya había estado en una situación como ésta, en el baño de su Instituto. Sin embargo esto era muy diferente: acá había demasiada gente… y a estos tipos no los conocía de nada. Ellos le hacían claras señas para que empezara a chupar y le restregaban la verga por toda la cara. Fiore se negaba a abrir la boca, cuando sentía una pija apoyada en su mejilla izquierda, giraba la cara hacia la derecha, y viceversa. Aunque era difícil esquivarlas, al estar flanqueada. Las vergas eran enormes, y recordaba haberle dicho a sus compañeros de curso: «Me encantan las pijas grandes». Pero ahora no le hacían mucha gracia. Esos miembros anchos y venosos le resultaban intimidantes.
De tanto esquivar pijas, Fiorella terminó de rodillas justo frente a su madre. Abrió muy grandes los ojos al ver cómo la verga de Megadeth se le hundía en toda la concha. Su madre estaba bien húmeda y la penetración era perfecta. En ese momento Fiore notó que el hombre de la campera de cuero le señalaba la concha de Jazmín, cuando Fiore miró para arriba vio al tipo formando una vagina con sus dedos y haciendo como que lamía.
Fiore se quedó petrificada. «¿Acaso me está pidiendo que le chupe la concha a mi mamá?». El tipo volvió a señalar la vagina de Jazmín. Sí, era exactamente eso lo que le estaba pidiendo. Cuando Fiore movió su cabeza en gesto negativo, el tipo la agarró de los pelos y le metió la verga en la boca.
—¡Basta! ¡Soltala! —Gritó Jazmín.
Le impactó mucho cómo le hacían tragar pija a su hija. Había visto fotos de ella chupando verga, pero era la primera vez que lo veía en vivo y en directo. Era realmente… morboso. Había algo particular en la forma en que Fiore chupaba vergas: Su carita inocente. Jazmín llegó a creer durante mucho tiempo que su hija sería incapaz de sentir atracción hacia las prácticas sexuales. Una chica con carita tan inocente no podía mostrar intereses sexuales. Pero claro, como descubrió después, pensar eso era una tontería. Su hija estaba en la edad justa para sentir interés por el sexo. Y ahora estaba en medio de un recital de rock, en un estadio repleto de gente, con una gruesa verga metida en la boca.
Jazmín no sabía si era Fiorella la que se movía o si el que se encargaba de los movimientos era el tipo que la sostenía del pelo, lo que sí estaba claro era que la cabeza de Fiore se sacudía de atrás hacia adelante, rítmicamente. La verga entraba y salía, entraba y salía… y con este movimiento mecánico se iba lubricando cada vez más. Cuando salió del todo, Jazmín pudo ver hilos de saliva formándose entre la punta de la verga y la boca de su hija. Sintió algo extraño en el pecho, como si el corazón hubiera dado un tumbo. Y esa sensación tan atractiva como alarmante se incrementó cuando Mr. Zeppelin le hizo tragar su verga a Fiorella. En pocos minutos la jovencita pasó de estar disfrutando de un show a estar practicándole mamadas a dos desconocidos.
La situación le trajo candentes recuerdos a Jazmín. El espectáculo que estaba viendo era muy parecido a la foto a la que más pajas le dedicó. Entre las que robó del celular de su hija había una que mostraba a Fiorella en cuatro en el suelo, tenía una pija metida en la boca y miraba a la cámara con ojos grandes y sensuales. Detrás de ella había otro pibe que la estaba penetrando… y para rematar la imagen, se podía ver de fondo la concha de la profesora Brenda Ramallo chorreando semen. A ella ya se la habían cogido… y ahora era el turno de Fiore.

No fue solo la foto la que excitó a Jazmín. La charla con Brenda se puso especialmente picante cuando le narró con lujo de detalle cómo esos dos pibes le metieron pija a su hija. Para representar la penetración, Brenda metió los dedos en la concha de Jazmín: «Así le dieron… primero despacito y luego aceleraron… así…» La concha de Jazmín vibró al recordar la forma en que Brenda Ramallo la masturbó… o quizás fuera porque Megadeth la estaba cogiendo de la misma manera, de a ratos le daba lento… y luego aceleraba de golpe durante unos segundos. El tiempo pasaba y ese tipo parecía no cansarse de la concha de Jazmín. Ella no recordaba la última vez que le metieron la verga durante tanto tiempo sin parar. Su vagina no estaba acostumbrada a semejante castigo.
Sabe que no debió dejarse tocar así por Brenda… ese fue un gran error. Despertó en ella pasiones dormidas. Instintos sexuales reprimidos. Y el maldito de Megadeth estaba haciendo lo mismo. Sin darse cuenta Jazmín pegaba más sus nalgas a la pelvis de ese hombre que no dejaba de darle embestidas, una tras otras, haciendo que su cuerpo se cubriera de sudor y su concha se empapara. Se había pajeado mil veces imaginando que alguien se la cogía con esa furia… y rara vez ese alguien era su marido. Pero… la infidelidad en la imaginación no cuenta ¿o sí?
De pronto algo la apartó de ese mundo de fantasías eróticas reprimidas. Sintió una lengua jugueteando con su clítoris. Al mirar para abajo se encontró con Fiorella…
Fiore estaba tan humillada como enojada. Esos tipos le habían metido la verga hasta la garganta frente a su propia madre. No quería que después le contaran a sus amigotes: “Una rica pendeja me comió la verga durante el recital de rock”.
Evaluó la situación. Le habían ofrecido una alternativa. Ella la rechazó sin pensar, pero… ¿qué era preferible? ¿Chuparle la pija a estos dos desconocidos o lamer la vagina de su madre? Ya chupó concha en el pasado, su profesora Brenda es testigo de eso. Lamió esa vagina en varias ocasiones… alguna vez incluso lo hizo para obtener antes las preguntas de algún examen. Pero en el fondo sabe que lo hizo por la experiencia… y por el morbo.
Y ahora, de rodillas en el suelo del estadio, siente un morbo descomunal; pero… aún le queda un poco de integridad. No quiere ser la muñeca sexual de un grupo de desconocidos.
Dejó de debatirse y eligió el menor de los males. Encaró la entrepierna de su madre y comenzó a lamerle el clítoris. Justo antes de la primera lamida pensó que bastaría con pasar la lengua por el pubis, simular una chupada de concha; pero temía que los dos tipos se dieran cuenta de la farsa, así que decidió hacerlo real.
Megadeth también notó las lamidas de Fiorella, ya que su verga también fue visitada por esa lengua juguetona, aunque Fiore no lo hizo a propósito. Intentó esquivarla, pero le resultó imposible. Al parecer al tipo le resultó divertido que esa pendeja le estuviera comiendo la concha a su propia madre, así que decidió darles una tregua. Sacó la verga y la posó entre las firmes nalgas de Jazmín, apuntando hacia arriba.
A Jazmín la invadió una repentina furia que creció en ella como un volcán a punto de hacer erupción.
«¿Pero qué carajo está haciendo?» Pensó mientras la lengua de Fiorella se metía dentro de su húmedo agujero. Ya era suficientemente malo tener a un desconocido metiéndole la verga, y ahora esto… esto…
«¡Esto es incesto!»
Jazmín no podía creer el comportamiento de su hija. Para colmo le estaba chupando la concha como… como si fueran amantes. Los dos tipos que le estaban dando de comer pija la dejaron en paz y con media sonrisa en los labios admiraron cómo le comía la concha a su madre.
—¡No… no… Fiore… pará… pará…!
Jazmín intentó apartarla, fue inútil. Su hija no la escuchaba y no se movió, sino todo lo contrario. Se aferró con ambas manos a las piernas de su madre y chupó esa concha con más ímpetu. Una ráfaga de placer subió por la columna vertebral de Jazmín y fue a morir en su garganta, en forma de gemido. Fue exactamente lo mismo que sintió durante aquella charla con la profesora Brenda Ramallo.
«¿Mi hija te chupó la concha? No me lo puedo creer. No la imagino haciéndolo… ¿y decís que a vos te gustó? Perdoname, Brenda… pero no sé cómo a una mujer podría gustarle que otra mujer lo haga…»
Y Brenda Ramallo decidió que lo mejor era darle una clase práctica. Se arrodilló frente a Jazmín y le dio una buena lamida a la concha. Su marido nunca había sido capaz de brindarle una sensación de placer tan grande. ¿Por qué esta mujer sí era capaz de hacerlo? Jazmín pensó que algo raro estaba ocurriendo con su cabeza. La aventura sexual de su hija le había cruzado los cables de alguna manera, de lo contrario no se podía explicar.
Y lo que más irritó a Jazmín fue que su hija fuera capaz de producirle esas mismas sensaciones. La furia la llevó a desear que Fiorella se atragantara con esas grandes pijas que le flanqueaban la cara. Antes no quería que esos tipos tocaran a su hija, ahora quería que le dieran de comer verga hasta dejarla cubierta de semen. Eso le enseñaría…
«Ya estuvo chupando pijas en el baño del instituto… ¿y ahora se hace la que no le gusta?», era intolerable. Un insulto.
Agarró a Fiorella de los pelos con su mano izquierda y con la derecha sujetó firmemente la verga de Mr. Zeppelin. «Uf… qué dura la tiene. Mejor… así Fiore se come una buena pija. Con esto va a aprender a portarse mejor». Jazmín no suele recurrir al castigo para criar a su hija, pero ya estaba harta. Ahora sí quería darle su merecido castigo, por todo… por comportarse como una puta en el instituto; por enviarle fotos desnuda a un vendedor de drogas; ¡por comprar esas drogas!; por la revisión que tuvieron que tolerar al ingresar al estadio… ¡Por todo!
Empujó la cabeza de su hija hacia la verga, mientras sostenía el miembro con firmeza. Esa venosa pija fue entrando lentamente en la boca de Fiorella, como si fuera una certera estocada contra su integridad (si es que aún le quedaba algo de eso).
Fiorella tragó y tragó, sin entender muy bien qué estaba pasando. ¿Por qué su madre la estaba obligando a chupar esa verga? ¿Qué carajo le pasa? Pero siguió tragando… porque no tenía otra opción.
Para Mr. Zeppelin fue una gran sorpresa. Él entendió que Jazmín ya había sido quebrada, que estaba disfrutando tanto de la situación que quería ver a su hija comiendo pija. Sus amigos interpretaron algo parecido. Megadeth agarró las tetas desnudas de Jazmín y comenzó a restregar su verga entra las imponentes nalgas de esa bella mujer; pero lo hizo con el glande apuntando al cielo. No buscaba meterlo en ningún agujero, solo quería deleitarse sintiendo su verga apretada entre esas firmes nalgas, producto del fitness. Curiosamente a Jazmín no le molestó esto. Pensó que, dadas las circunstancias, esto era lo mejor que podía pasar. Prefería que ese tipo se diera el gusto de frotarle la pija en culo… pero por fuera. «Si se queda haciendo eso, lo dejo… todo con tal de que no me la meta otra vez». Al pensar en eso sintió un escalofrío recorriendo su columna vertebral, por tomar consciencia de que ese hombre le había pegado una tremenda cogida… en público. Se la cogieron allí, rodeada de miles de personas. Y allí mismo su hija está comiendo verga. Ya pasó a chupar la de Jorge Campera, porque claro… él no se iba a quedar mirando. También quería su buena ración de pendeja putita.
La cara de Fiorella se estaba llenando de saliva y líquido preseminal. Le levantaron la remera y ahora sus tetas estaban al descubierto. Ocasionalmente los dos hombres se inclinaban para pellizcarle algún pezón… de la misma forma en que lo estaba haciendo Megadeth con ella. Jazmín miró a su alrededor, temerosa de que alguien se diera cuenta de lo que estaba ocurriendo; pero la gente seguía concentrada en el escenario. Los tres hombres eran corpulentos y las tenían rodeadas, así que nadie podía verlas, a menos que prestara mucha atención. De Nestor no había ni noticias. «Mejor así… el pobre no merece ver esto».
El primer chorro de semen tomó por sorpresa a Jazmín, pero aún más a Fiorella, ya que ella fue quien tuvo que recibirlo en toda la cara. Jazmín se quedó boquiabierta al ver cómo el precioso rostro de su hija se cubría de semen. Sintió un morbo prohibido y visceral. Se recriminó a sí misma, porque esta situación debería generarle desagrado y nada más. Sin embargo su corazón se aceleró al ver como Jorge Campera le tiraba toda su leche a Fiorella y la obligaba a tragar.
Fiore ya había tragado leche, en más de una ocasión. Aún así lo sintió como si fuera la primera vez, porque nunca lo había hecho frente a su madre. Lo que más la avergonzó fue eso, que Jazmín estuviera viendo. De reojo vio la concha de su madre y se percató de algo sorprendente: se estaba masturbando. La muy desgraciada estaba frotando su clítoris. Cuando Jazmín se percató de que estaba haciendo esto, se interrumpió de inmediato, sintiéndose aún más culpable que antes. «¿Qué carajo me está pasando?».
¿Por qué carajo le resultaba tan morboso ver a su hija en contextos sexuales? Era algo que se preguntó mil veces mientras se masturbaba viendo las fotos que le robó del celular… y hablando de celulares… notó que Jorge Campera había agarrado el de su hija. Por un momento pensó que el hombre intentaba robarlo, pero luego entendió que solo quería tomarle una foto a la jovencita. Se lo alcanzó a Megadeth y Jazmín pudo ver cómo fotografiaban a su hija. Así es como el morboso momento quedó inmortalizado. Fiore con la cara y las tetas manchadas de semen y una verga bien gruesa metida en la boca.

Podría haber pensado en lo humillante que debió ser eso para Fiorella o que los tipos ya se habían pasado de la raya con sus jueguitos sexuales, sin embargo lo primero que pensó Jazmín fue que por suerte la foto iba a quedar registrada en el celular de su hija, y podría verla cuantas veces le diera la gana. Megadeth también aprovechó para sacarle una foto a ella, lo hizo como si estuviera tomando una selfie, pero la única cara que se vio fue la de Jazmín… sus tetas también quedaron en la fotografía. Ella no sonrió. No quería dar la impresión de que estuviera disfrutando o algo así.
A continuación ocurrió una sucesión de acciones muy rápidas. Jazmín no tuvo tiempo para asimilarlas, ni para evitar que ocurrieran. Megadeth usó toda la fuerza de sus pesadas manos para obligarla a ponerse de rodillas, apuntó la verga a su cara y Jazmín creyó que ahora le tocaría a ella chupar pija. Y en parte ese era el plan. La verga entró en su boca sin que ella opusiera resistencia. ¿Por qué no protestó? Quizás porque ya había chupado la pija de un desconocido esa noche y hacerlo otra vez no le resultaba tan dramático. O tal vez para que el asunto pudiera terminar lo antes posible. La verga dio varias embestidas dentro de su boca, mientras chupaba Jazmín miraba de reojo a su hija. A ella también le estaban metiendo verga en la boca. Fiorella la miraba sorprendida, como si con esos expresivos ojos le estuviera diciendo: «Mamá, nos estas usando de muñecas sexuales… ¡a las dos!»
El semen de Megadeth saltó con tanta violencia que Jazmín tuvo que sacar la verga de su boca. Una buena parte de la acabada le cayó en la lengua, pero el resto fue a parar a toda su cara y también algo le chorreó entre las tetas. El tipo se apresuró a inmortalizar su obra de arte. Le tomó una foto y luego le mostró la pantalla a Jazmín. Ella casi se infarta al verla. Tenía toda la cara pintada de blanco esperma y una expresión de viciosa en la cara, como si lo estuviera disfrutando. Si su esposo llegara a ver cómo la habían dejado, se moriría de un disgusto. Para colmo detrás de ella había una chica que se había percatado de lo ocurrido. Una bonita morocha que se alejó inmediatamente de la escena al ver cómo le había quedado la cara a Jazmín.

—No te preocupes, mamá… yo te limpio —le dijo Fiorella al oído. Y comenzó a lamerla.
No lo hacía como si estuviera participando de una película pornográfica, sino más bien actuaba por piedad y complicidad con su madre. Jazmín no se enojó con ella porque entendió que era la única manera… y que ella podía ayudarla de la misma manera. Para el deleite de los tres tipos, madre e hija comenzaron a acicalarse mutuamente. Tragaban todo el semen que caía en sus lenguas y se lamían sin miramientos cada centímetro de sus caras, incluso los labios. Por momentos parecía que estuvieran besándose.
El martirio de Jazmín estaba muy lejos de terminar. Megadeth volvió a ponerla de pie, en la misma posición en la que estaba antes. Le bajó aún más la calza, hasta sacar una de las piernas. Así Jazmín quedó desprotegida. El tipo la levantó un poco con sus fuertes brazos y Mr Zeppelin se acercó a ella con una sonrisa socarrona. Al tenerlo de frente el corazón de Jazmín dio un vuelco. Era un tipo de mandíbula cuadrada, barba de pocos días y ojos encantadores. No era nada feo… al decir verdad, hasta lo encontró atractivo. Mientras ella estaba perdida en estos pensamientos intrusivos, el hombre aprovechó para penetrarla.
Fue rápido, no le dio tiempo a nada. Jazmín miró hacia abajo y se dio cuenta de que la verga ya había entrado completa en su concha, como si nada. Al parecer el tipo estaba aguantando las ganas específicamente para este momento, porque bastaron cuatro o cinco embestidas para que soltara todo su semen.
«¡Me está acabando adentro! Dios… ¡lo que me faltaba! ¡Que también me llenen la concha de leche!»
Cuando Mr Zeppelin sacó la verga de esa concha, le hizo señas a Fiorella. Ella entendió perfectamente el mensaje y obedeció a rajatabla. Lo hizo sin pensarlo, por pura tentación y deseo. Ya había chupado la concha llena de semen de Brenda Ramallo y la experiencia le gustó tanto que quería repetirla… aunque fuera con su madre.
Fiore comenzó a chupar la concha y su cara volvió a quedar impregnada de semen. Jorge Campera agarró el celular y lo puso justo entre sus tetas, para dejar un bonito recuerdo de este acto lésbico. Jazmín agarró la mano del tipo y él creyó que le impediría sacar la foto; pero en lugar de eso lo ayudó a encuadrar mejor la imagen. Jazmín no sabría decir por qué actuó así; pero tenía una sospecha. Se había vuelto adicta a las fotos porno de su hija y quería más… y que fueran lo más explícitas posible.
«Dios… ¿qué carajo estoy haciendo? Es tu hija, Jazmín… controlate un poco».
Pero le resultó imposible hacerlo. Mientras Fiore le chupaba la concha recordó cada sensación que le hizo experimentar la lengua de Brenda Ramallo. Fiore se la chupaba con idéntica pasión.
Si solo hubiera sido aquella charla. Un desliz lo puede cometer cualquiera. Sin embargo Brenda y Jazmín se convirtieron en amantes. Al día siguiente se citaron en un hotel y en esta ocasión Jazmín no fue tan pasiva. Arremetió contra la profesora y le comió la concha, dejando salir así cualquier fantasía lésbica que alguna vez hubiera invadido su mente. En realidad Jazmín nunca se había imaginado en la cama con una mujer. Al menos no como una posibilidad real. Quizás solo en alguna paja casual o mientras miraba algún video porno. ¿Pero hacerlo en realidad? No, jamás. Eso era una locura.
Mientras cogía con Brenda Ramallo en aquella habitación recordó una charla que tuvo con sus amigas. Se pasaron horas hablando mal de una conocida, porque «Ay, ¿se enteraron de que engaña al marido con una mujer? ¡Sí, con una mujer! Resulta que al final es tortillera». Esas palabras resonaron como martillazos en la mente de Jazmín. Ella misma fue una de las que más criticó a esa conocida, no solo por serle infiel a su marido, sino en especial por hacerlo con una mujer. «¿Cómo se le ocurre? ¿Para qué se casó con un tipo si le gustan las mujeres? Es ridículo…»
Ridículo o no, ella también terminó en la cama con una mujer, poniéndole unos bonitos cuernos a su marido. Le dolió mucho tener que mentirle a Fiorella cuando ella le preguntó si alguna vez había chupado concha. Quizás su hija no se lo hubiera tomado tan mal… mintió por puro instinto de autopreservación.
Ahora Jazmín era “aquella tortillera” de la que sus amigas podrían hablar durante horas. Le daba escalofríos la sola idea de imaginarlas sentadas alrededor de la mesa, debatiendo sobre su vida íntima.
Y lo peor de todo es que no fue una sola vez, como ella se prometio. «Una vez y basta… por la experiencia». Pero hubo una segunda, una tercera, una cuarta… y terminó volviéndose rutina. Todos los viernes faltaba al gimnasio, sin que su marido lo supiera, y se citaba en un hotel con la hermosa Brenda Ramallo, una mujer que la calentaba cada día más. Soñaba con ella y con el dulce sabor femenino de su concha.
Se preguntó mil veces si su hija también era la amante de Brenda, y la profesora nunca quiso negarlo ni admitirlo. Quedó como una gran incógnita. Pero Jazmín sospecha que sí. Su hija supuestamente va al club de ajedrez todos los martes. Nunca vio a Fiorella jugando ajedrez, es probable que ni siquiera conozca las reglas básicas del juego. Pero religiosamente todos los martes llega a casa dos o tres horas después de lo habitual.
Lo más curioso es que a Jazmín esta situación no le produce celos. Al contrario, le provoca una calentura tremenda acostarse con la misma mujer que su hija. ¿Por qué? No tiene ni idea. Solo pasa, sin que pueda evitarlo.
Y esa calentura llegó al máximo mientras Fiorella le comía la concha y tragaba todo el semen que salía de ella. «¡Qué putita viciosa! ¡Cómo le gusta! Se nota que le gusta».
La cabeza de Fiore también era un cúmulo de sensaciones contradictorias. Por un lado se sentía humillada, avergonzada y expuesta; pero por el otro… no podía parar de chupar. Más semen encontraba, más fuerte succionaba la concha de su madre. Ni le importó que esos tipos estuvieran sacándole fotos mientras hacía esto. Quizás… sería lindo tener un recuerdo. ¿Cuántas veces en la vida tendría la oportunidad de chuparle la concha a su propia madre? Estas cosas se disfrutan cuando pasan, porque es poco probable que se repitan.
La noche avanzaba, las bandas seguían tocando. Esta madre y su hija estaban volviéndose locas por el cúmulo de emociones y los hombres que las rodeaban cada vez tenían menos miramientos.
Fiorella se puso de pie, con la cara aún cubierta de semen, y entrelazó la lengua con la de su madre. Jazmín agarró la cabeza de su hija con ambas manos y la besó con pasión, de la misma forma en que lo hacía con Brenda, solo que esta vez tenía abundante semen para lamer. Por extraño que pareciera, no le molestó ni un poquito tragarlo. Al contrario, le dio a la situación un condimento muy picante.
En ese momento una banda que no conocía estaba haciendo un cover de Babasónicos. Fiorella y Jazmín escucharon la frase que selló ese momento mágico.
«Cómanse a besos esta noche… total nadie lo va a notar».
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Mujer Amante.
Jazmín se puso en puntas de pie, empujada por la ancha verga que se hundió en su concha. El asombro fue tal que por un momento perdió noción de la realidad. Quizás se debió al insoportable calor que hacía en ese estadio repleto de gente. Su cuerpo estaba cubierto de sudor… y el sudor siempre la erotizó. Cada vez realiza su rutina de fitness termina excitada y le gusta admirar en el espejo su cuerpo sudado y desnudo. Ahora se sentía exactamente así; pero con una buena pija metida hasta el fondo de la concha. Una pija más larga y más ancha que la de su marido. Estaba acostumbrada a ser penetrada por Néstor… y esto no se le parecía en nada. Llevaba años sin experimentar una sensación similar.
Se dejó llevar.
Movió su cadera al ritmo de la música y hundió más los dedos en el culo de su hija. La masturbó por detrás con ganas… como ya había hecho antes con otra mujer. Megadeth aprovechó el momento, la tomó con fuerza de la cintura y le metió cuatro embestidas bien potentes, como si quisiera demostrarle que era el amante que una mujer tan hermosa como Jazmín se merece.
El episodio de ausencia no duró mucho, por suerte para Jazmín, quien quería mantener su integridad intacta (más o menos). Volvió a la realidad cuando vio la cara de su hija. Había algo raro en ella… era la misma cara que tenía su hija el día que la interrumpió mientras cogía con ese muchacho. De pronto entendió todo: Fiorella estaba teniendo un orgasmo.
Para Jazmín esto era inadmisible. Ni ella ni su hija se podían permitir semejante demostración de placer. No en este lugar público. No mientras unos desconocidos las manoseaban. Como no quería que le ocurriera lo mismo, le dio un codazo a Megadeth, aprovechando que su mano izquierda había sido liberada. El tipo ni se inmutó. Para alguien tan corpulento un codazo de Jazmín no era más que una ligera molestia. No lo detendría. Debía pensar en otro método; pero no se le ocurría nada… y los bombeos seguían y seguían. Jazmín imaginó que el muy hijo de puta debe estar deleitándose por la forma en la que a ella se le abre la concha con cada pijazo.
En ese momento la rubia volvió a tomarla por sorpresa. Se puso de pie, se acercó a ella y la besó en la boca. Así Jazmín pudo experimentar el sabor de los jugos sexuales de su hija. Esto le trajo recuerdos invasivos. Hubiera sido mejor no tenerlos, porque volvió a sentir una oleada de excitación. Metió la lengua dentro de la boca de la rubia, como si allí dentro pudiera encontrar más de ese dulce néctar femenino. Después de unos segundos de apasionado beso, la rubia se alejó, para perderse en la multitud. Al parecer, para esa chiquilla la aventura ya había terminado; pero a Fiorella y Jazmín aún les quedaba mucho trecho por recorrer.
Mientras Jazmín seguía buscando una forma de escapar de la pija de Megadeth, el tipo que estaba a su derecha, el de la remera de Led Zeppelin, agarró a Fiorella por los hombros y la obligó a ponerse de rodillas.
—¡No! ¿Qué hacen? ¡Déjenla en paz! —Chilló Jazmín, pero sus gritos no fueron oídos por nadie. La gente estaba coreando el estribillo de una pegadiza canción.
Fiorella se encontró en una situación muy complicada. De pronto tenía dos pijas al lado de su cara. Sí, ya había estado en una situación como ésta, en el baño de su Instituto. Sin embargo esto era muy diferente: acá había demasiada gente… y a estos tipos no los conocía de nada. Ellos le hacían claras señas para que empezara a chupar y le restregaban la verga por toda la cara. Fiore se negaba a abrir la boca, cuando sentía una pija apoyada en su mejilla izquierda, giraba la cara hacia la derecha, y viceversa. Aunque era difícil esquivarlas, al estar flanqueada. Las vergas eran enormes, y recordaba haberle dicho a sus compañeros de curso: «Me encantan las pijas grandes». Pero ahora no le hacían mucha gracia. Esos miembros anchos y venosos le resultaban intimidantes.
De tanto esquivar pijas, Fiorella terminó de rodillas justo frente a su madre. Abrió muy grandes los ojos al ver cómo la verga de Megadeth se le hundía en toda la concha. Su madre estaba bien húmeda y la penetración era perfecta. En ese momento Fiore notó que el hombre de la campera de cuero le señalaba la concha de Jazmín, cuando Fiore miró para arriba vio al tipo formando una vagina con sus dedos y haciendo como que lamía.
Fiore se quedó petrificada. «¿Acaso me está pidiendo que le chupe la concha a mi mamá?». El tipo volvió a señalar la vagina de Jazmín. Sí, era exactamente eso lo que le estaba pidiendo. Cuando Fiore movió su cabeza en gesto negativo, el tipo la agarró de los pelos y le metió la verga en la boca.
—¡Basta! ¡Soltala! —Gritó Jazmín.
Le impactó mucho cómo le hacían tragar pija a su hija. Había visto fotos de ella chupando verga, pero era la primera vez que lo veía en vivo y en directo. Era realmente… morboso. Había algo particular en la forma en que Fiore chupaba vergas: Su carita inocente. Jazmín llegó a creer durante mucho tiempo que su hija sería incapaz de sentir atracción hacia las prácticas sexuales. Una chica con carita tan inocente no podía mostrar intereses sexuales. Pero claro, como descubrió después, pensar eso era una tontería. Su hija estaba en la edad justa para sentir interés por el sexo. Y ahora estaba en medio de un recital de rock, en un estadio repleto de gente, con una gruesa verga metida en la boca.
Jazmín no sabía si era Fiorella la que se movía o si el que se encargaba de los movimientos era el tipo que la sostenía del pelo, lo que sí estaba claro era que la cabeza de Fiore se sacudía de atrás hacia adelante, rítmicamente. La verga entraba y salía, entraba y salía… y con este movimiento mecánico se iba lubricando cada vez más. Cuando salió del todo, Jazmín pudo ver hilos de saliva formándose entre la punta de la verga y la boca de su hija. Sintió algo extraño en el pecho, como si el corazón hubiera dado un tumbo. Y esa sensación tan atractiva como alarmante se incrementó cuando Mr. Zeppelin le hizo tragar su verga a Fiorella. En pocos minutos la jovencita pasó de estar disfrutando de un show a estar practicándole mamadas a dos desconocidos.
La situación le trajo candentes recuerdos a Jazmín. El espectáculo que estaba viendo era muy parecido a la foto a la que más pajas le dedicó. Entre las que robó del celular de su hija había una que mostraba a Fiorella en cuatro en el suelo, tenía una pija metida en la boca y miraba a la cámara con ojos grandes y sensuales. Detrás de ella había otro pibe que la estaba penetrando… y para rematar la imagen, se podía ver de fondo la concha de la profesora Brenda Ramallo chorreando semen. A ella ya se la habían cogido… y ahora era el turno de Fiore.
No fue solo la foto la que excitó a Jazmín. La charla con Brenda se puso especialmente picante cuando le narró con lujo de detalle cómo esos dos pibes le metieron pija a su hija. Para representar la penetración, Brenda metió los dedos en la concha de Jazmín: «Así le dieron… primero despacito y luego aceleraron… así…» La concha de Jazmín vibró al recordar la forma en que Brenda Ramallo la masturbó… o quizás fuera porque Megadeth la estaba cogiendo de la misma manera, de a ratos le daba lento… y luego aceleraba de golpe durante unos segundos. El tiempo pasaba y ese tipo parecía no cansarse de la concha de Jazmín. Ella no recordaba la última vez que le metieron la verga durante tanto tiempo sin parar. Su vagina no estaba acostumbrada a semejante castigo.
Sabe que no debió dejarse tocar así por Brenda… ese fue un gran error. Despertó en ella pasiones dormidas. Instintos sexuales reprimidos. Y el maldito de Megadeth estaba haciendo lo mismo. Sin darse cuenta Jazmín pegaba más sus nalgas a la pelvis de ese hombre que no dejaba de darle embestidas, una tras otras, haciendo que su cuerpo se cubriera de sudor y su concha se empapara. Se había pajeado mil veces imaginando que alguien se la cogía con esa furia… y rara vez ese alguien era su marido. Pero… la infidelidad en la imaginación no cuenta ¿o sí?
De pronto algo la apartó de ese mundo de fantasías eróticas reprimidas. Sintió una lengua jugueteando con su clítoris. Al mirar para abajo se encontró con Fiorella…
Fiore estaba tan humillada como enojada. Esos tipos le habían metido la verga hasta la garganta frente a su propia madre. No quería que después le contaran a sus amigotes: “Una rica pendeja me comió la verga durante el recital de rock”.
Evaluó la situación. Le habían ofrecido una alternativa. Ella la rechazó sin pensar, pero… ¿qué era preferible? ¿Chuparle la pija a estos dos desconocidos o lamer la vagina de su madre? Ya chupó concha en el pasado, su profesora Brenda es testigo de eso. Lamió esa vagina en varias ocasiones… alguna vez incluso lo hizo para obtener antes las preguntas de algún examen. Pero en el fondo sabe que lo hizo por la experiencia… y por el morbo.
Y ahora, de rodillas en el suelo del estadio, siente un morbo descomunal; pero… aún le queda un poco de integridad. No quiere ser la muñeca sexual de un grupo de desconocidos.
Dejó de debatirse y eligió el menor de los males. Encaró la entrepierna de su madre y comenzó a lamerle el clítoris. Justo antes de la primera lamida pensó que bastaría con pasar la lengua por el pubis, simular una chupada de concha; pero temía que los dos tipos se dieran cuenta de la farsa, así que decidió hacerlo real.
Megadeth también notó las lamidas de Fiorella, ya que su verga también fue visitada por esa lengua juguetona, aunque Fiore no lo hizo a propósito. Intentó esquivarla, pero le resultó imposible. Al parecer al tipo le resultó divertido que esa pendeja le estuviera comiendo la concha a su propia madre, así que decidió darles una tregua. Sacó la verga y la posó entre las firmes nalgas de Jazmín, apuntando hacia arriba.
A Jazmín la invadió una repentina furia que creció en ella como un volcán a punto de hacer erupción.
«¿Pero qué carajo está haciendo?» Pensó mientras la lengua de Fiorella se metía dentro de su húmedo agujero. Ya era suficientemente malo tener a un desconocido metiéndole la verga, y ahora esto… esto…
«¡Esto es incesto!»
Jazmín no podía creer el comportamiento de su hija. Para colmo le estaba chupando la concha como… como si fueran amantes. Los dos tipos que le estaban dando de comer pija la dejaron en paz y con media sonrisa en los labios admiraron cómo le comía la concha a su madre.
—¡No… no… Fiore… pará… pará…!
Jazmín intentó apartarla, fue inútil. Su hija no la escuchaba y no se movió, sino todo lo contrario. Se aferró con ambas manos a las piernas de su madre y chupó esa concha con más ímpetu. Una ráfaga de placer subió por la columna vertebral de Jazmín y fue a morir en su garganta, en forma de gemido. Fue exactamente lo mismo que sintió durante aquella charla con la profesora Brenda Ramallo.
«¿Mi hija te chupó la concha? No me lo puedo creer. No la imagino haciéndolo… ¿y decís que a vos te gustó? Perdoname, Brenda… pero no sé cómo a una mujer podría gustarle que otra mujer lo haga…»
Y Brenda Ramallo decidió que lo mejor era darle una clase práctica. Se arrodilló frente a Jazmín y le dio una buena lamida a la concha. Su marido nunca había sido capaz de brindarle una sensación de placer tan grande. ¿Por qué esta mujer sí era capaz de hacerlo? Jazmín pensó que algo raro estaba ocurriendo con su cabeza. La aventura sexual de su hija le había cruzado los cables de alguna manera, de lo contrario no se podía explicar.
Y lo que más irritó a Jazmín fue que su hija fuera capaz de producirle esas mismas sensaciones. La furia la llevó a desear que Fiorella se atragantara con esas grandes pijas que le flanqueaban la cara. Antes no quería que esos tipos tocaran a su hija, ahora quería que le dieran de comer verga hasta dejarla cubierta de semen. Eso le enseñaría…
«Ya estuvo chupando pijas en el baño del instituto… ¿y ahora se hace la que no le gusta?», era intolerable. Un insulto.
Agarró a Fiorella de los pelos con su mano izquierda y con la derecha sujetó firmemente la verga de Mr. Zeppelin. «Uf… qué dura la tiene. Mejor… así Fiore se come una buena pija. Con esto va a aprender a portarse mejor». Jazmín no suele recurrir al castigo para criar a su hija, pero ya estaba harta. Ahora sí quería darle su merecido castigo, por todo… por comportarse como una puta en el instituto; por enviarle fotos desnuda a un vendedor de drogas; ¡por comprar esas drogas!; por la revisión que tuvieron que tolerar al ingresar al estadio… ¡Por todo!
Empujó la cabeza de su hija hacia la verga, mientras sostenía el miembro con firmeza. Esa venosa pija fue entrando lentamente en la boca de Fiorella, como si fuera una certera estocada contra su integridad (si es que aún le quedaba algo de eso).
Fiorella tragó y tragó, sin entender muy bien qué estaba pasando. ¿Por qué su madre la estaba obligando a chupar esa verga? ¿Qué carajo le pasa? Pero siguió tragando… porque no tenía otra opción.
Para Mr. Zeppelin fue una gran sorpresa. Él entendió que Jazmín ya había sido quebrada, que estaba disfrutando tanto de la situación que quería ver a su hija comiendo pija. Sus amigos interpretaron algo parecido. Megadeth agarró las tetas desnudas de Jazmín y comenzó a restregar su verga entra las imponentes nalgas de esa bella mujer; pero lo hizo con el glande apuntando al cielo. No buscaba meterlo en ningún agujero, solo quería deleitarse sintiendo su verga apretada entre esas firmes nalgas, producto del fitness. Curiosamente a Jazmín no le molestó esto. Pensó que, dadas las circunstancias, esto era lo mejor que podía pasar. Prefería que ese tipo se diera el gusto de frotarle la pija en culo… pero por fuera. «Si se queda haciendo eso, lo dejo… todo con tal de que no me la meta otra vez». Al pensar en eso sintió un escalofrío recorriendo su columna vertebral, por tomar consciencia de que ese hombre le había pegado una tremenda cogida… en público. Se la cogieron allí, rodeada de miles de personas. Y allí mismo su hija está comiendo verga. Ya pasó a chupar la de Jorge Campera, porque claro… él no se iba a quedar mirando. También quería su buena ración de pendeja putita.
La cara de Fiorella se estaba llenando de saliva y líquido preseminal. Le levantaron la remera y ahora sus tetas estaban al descubierto. Ocasionalmente los dos hombres se inclinaban para pellizcarle algún pezón… de la misma forma en que lo estaba haciendo Megadeth con ella. Jazmín miró a su alrededor, temerosa de que alguien se diera cuenta de lo que estaba ocurriendo; pero la gente seguía concentrada en el escenario. Los tres hombres eran corpulentos y las tenían rodeadas, así que nadie podía verlas, a menos que prestara mucha atención. De Nestor no había ni noticias. «Mejor así… el pobre no merece ver esto».
El primer chorro de semen tomó por sorpresa a Jazmín, pero aún más a Fiorella, ya que ella fue quien tuvo que recibirlo en toda la cara. Jazmín se quedó boquiabierta al ver cómo el precioso rostro de su hija se cubría de semen. Sintió un morbo prohibido y visceral. Se recriminó a sí misma, porque esta situación debería generarle desagrado y nada más. Sin embargo su corazón se aceleró al ver como Jorge Campera le tiraba toda su leche a Fiorella y la obligaba a tragar.
Fiore ya había tragado leche, en más de una ocasión. Aún así lo sintió como si fuera la primera vez, porque nunca lo había hecho frente a su madre. Lo que más la avergonzó fue eso, que Jazmín estuviera viendo. De reojo vio la concha de su madre y se percató de algo sorprendente: se estaba masturbando. La muy desgraciada estaba frotando su clítoris. Cuando Jazmín se percató de que estaba haciendo esto, se interrumpió de inmediato, sintiéndose aún más culpable que antes. «¿Qué carajo me está pasando?».
¿Por qué carajo le resultaba tan morboso ver a su hija en contextos sexuales? Era algo que se preguntó mil veces mientras se masturbaba viendo las fotos que le robó del celular… y hablando de celulares… notó que Jorge Campera había agarrado el de su hija. Por un momento pensó que el hombre intentaba robarlo, pero luego entendió que solo quería tomarle una foto a la jovencita. Se lo alcanzó a Megadeth y Jazmín pudo ver cómo fotografiaban a su hija. Así es como el morboso momento quedó inmortalizado. Fiore con la cara y las tetas manchadas de semen y una verga bien gruesa metida en la boca.
Podría haber pensado en lo humillante que debió ser eso para Fiorella o que los tipos ya se habían pasado de la raya con sus jueguitos sexuales, sin embargo lo primero que pensó Jazmín fue que por suerte la foto iba a quedar registrada en el celular de su hija, y podría verla cuantas veces le diera la gana. Megadeth también aprovechó para sacarle una foto a ella, lo hizo como si estuviera tomando una selfie, pero la única cara que se vio fue la de Jazmín… sus tetas también quedaron en la fotografía. Ella no sonrió. No quería dar la impresión de que estuviera disfrutando o algo así.
A continuación ocurrió una sucesión de acciones muy rápidas. Jazmín no tuvo tiempo para asimilarlas, ni para evitar que ocurrieran. Megadeth usó toda la fuerza de sus pesadas manos para obligarla a ponerse de rodillas, apuntó la verga a su cara y Jazmín creyó que ahora le tocaría a ella chupar pija. Y en parte ese era el plan. La verga entró en su boca sin que ella opusiera resistencia. ¿Por qué no protestó? Quizás porque ya había chupado la pija de un desconocido esa noche y hacerlo otra vez no le resultaba tan dramático. O tal vez para que el asunto pudiera terminar lo antes posible. La verga dio varias embestidas dentro de su boca, mientras chupaba Jazmín miraba de reojo a su hija. A ella también le estaban metiendo verga en la boca. Fiorella la miraba sorprendida, como si con esos expresivos ojos le estuviera diciendo: «Mamá, nos estas usando de muñecas sexuales… ¡a las dos!»
El semen de Megadeth saltó con tanta violencia que Jazmín tuvo que sacar la verga de su boca. Una buena parte de la acabada le cayó en la lengua, pero el resto fue a parar a toda su cara y también algo le chorreó entre las tetas. El tipo se apresuró a inmortalizar su obra de arte. Le tomó una foto y luego le mostró la pantalla a Jazmín. Ella casi se infarta al verla. Tenía toda la cara pintada de blanco esperma y una expresión de viciosa en la cara, como si lo estuviera disfrutando. Si su esposo llegara a ver cómo la habían dejado, se moriría de un disgusto. Para colmo detrás de ella había una chica que se había percatado de lo ocurrido. Una bonita morocha que se alejó inmediatamente de la escena al ver cómo le había quedado la cara a Jazmín.
—No te preocupes, mamá… yo te limpio —le dijo Fiorella al oído. Y comenzó a lamerla.
No lo hacía como si estuviera participando de una película pornográfica, sino más bien actuaba por piedad y complicidad con su madre. Jazmín no se enojó con ella porque entendió que era la única manera… y que ella podía ayudarla de la misma manera. Para el deleite de los tres tipos, madre e hija comenzaron a acicalarse mutuamente. Tragaban todo el semen que caía en sus lenguas y se lamían sin miramientos cada centímetro de sus caras, incluso los labios. Por momentos parecía que estuvieran besándose.
El martirio de Jazmín estaba muy lejos de terminar. Megadeth volvió a ponerla de pie, en la misma posición en la que estaba antes. Le bajó aún más la calza, hasta sacar una de las piernas. Así Jazmín quedó desprotegida. El tipo la levantó un poco con sus fuertes brazos y Mr Zeppelin se acercó a ella con una sonrisa socarrona. Al tenerlo de frente el corazón de Jazmín dio un vuelco. Era un tipo de mandíbula cuadrada, barba de pocos días y ojos encantadores. No era nada feo… al decir verdad, hasta lo encontró atractivo. Mientras ella estaba perdida en estos pensamientos intrusivos, el hombre aprovechó para penetrarla.
Fue rápido, no le dio tiempo a nada. Jazmín miró hacia abajo y se dio cuenta de que la verga ya había entrado completa en su concha, como si nada. Al parecer el tipo estaba aguantando las ganas específicamente para este momento, porque bastaron cuatro o cinco embestidas para que soltara todo su semen.
«¡Me está acabando adentro! Dios… ¡lo que me faltaba! ¡Que también me llenen la concha de leche!»
Cuando Mr Zeppelin sacó la verga de esa concha, le hizo señas a Fiorella. Ella entendió perfectamente el mensaje y obedeció a rajatabla. Lo hizo sin pensarlo, por pura tentación y deseo. Ya había chupado la concha llena de semen de Brenda Ramallo y la experiencia le gustó tanto que quería repetirla… aunque fuera con su madre.
Fiore comenzó a chupar la concha y su cara volvió a quedar impregnada de semen. Jorge Campera agarró el celular y lo puso justo entre sus tetas, para dejar un bonito recuerdo de este acto lésbico. Jazmín agarró la mano del tipo y él creyó que le impediría sacar la foto; pero en lugar de eso lo ayudó a encuadrar mejor la imagen. Jazmín no sabría decir por qué actuó así; pero tenía una sospecha. Se había vuelto adicta a las fotos porno de su hija y quería más… y que fueran lo más explícitas posible.
«Dios… ¿qué carajo estoy haciendo? Es tu hija, Jazmín… controlate un poco».
Pero le resultó imposible hacerlo. Mientras Fiore le chupaba la concha recordó cada sensación que le hizo experimentar la lengua de Brenda Ramallo. Fiore se la chupaba con idéntica pasión.
Si solo hubiera sido aquella charla. Un desliz lo puede cometer cualquiera. Sin embargo Brenda y Jazmín se convirtieron en amantes. Al día siguiente se citaron en un hotel y en esta ocasión Jazmín no fue tan pasiva. Arremetió contra la profesora y le comió la concha, dejando salir así cualquier fantasía lésbica que alguna vez hubiera invadido su mente. En realidad Jazmín nunca se había imaginado en la cama con una mujer. Al menos no como una posibilidad real. Quizás solo en alguna paja casual o mientras miraba algún video porno. ¿Pero hacerlo en realidad? No, jamás. Eso era una locura.
Mientras cogía con Brenda Ramallo en aquella habitación recordó una charla que tuvo con sus amigas. Se pasaron horas hablando mal de una conocida, porque «Ay, ¿se enteraron de que engaña al marido con una mujer? ¡Sí, con una mujer! Resulta que al final es tortillera». Esas palabras resonaron como martillazos en la mente de Jazmín. Ella misma fue una de las que más criticó a esa conocida, no solo por serle infiel a su marido, sino en especial por hacerlo con una mujer. «¿Cómo se le ocurre? ¿Para qué se casó con un tipo si le gustan las mujeres? Es ridículo…»
Ridículo o no, ella también terminó en la cama con una mujer, poniéndole unos bonitos cuernos a su marido. Le dolió mucho tener que mentirle a Fiorella cuando ella le preguntó si alguna vez había chupado concha. Quizás su hija no se lo hubiera tomado tan mal… mintió por puro instinto de autopreservación.
Ahora Jazmín era “aquella tortillera” de la que sus amigas podrían hablar durante horas. Le daba escalofríos la sola idea de imaginarlas sentadas alrededor de la mesa, debatiendo sobre su vida íntima.
Y lo peor de todo es que no fue una sola vez, como ella se prometio. «Una vez y basta… por la experiencia». Pero hubo una segunda, una tercera, una cuarta… y terminó volviéndose rutina. Todos los viernes faltaba al gimnasio, sin que su marido lo supiera, y se citaba en un hotel con la hermosa Brenda Ramallo, una mujer que la calentaba cada día más. Soñaba con ella y con el dulce sabor femenino de su concha.
Se preguntó mil veces si su hija también era la amante de Brenda, y la profesora nunca quiso negarlo ni admitirlo. Quedó como una gran incógnita. Pero Jazmín sospecha que sí. Su hija supuestamente va al club de ajedrez todos los martes. Nunca vio a Fiorella jugando ajedrez, es probable que ni siquiera conozca las reglas básicas del juego. Pero religiosamente todos los martes llega a casa dos o tres horas después de lo habitual.
Lo más curioso es que a Jazmín esta situación no le produce celos. Al contrario, le provoca una calentura tremenda acostarse con la misma mujer que su hija. ¿Por qué? No tiene ni idea. Solo pasa, sin que pueda evitarlo.
Y esa calentura llegó al máximo mientras Fiorella le comía la concha y tragaba todo el semen que salía de ella. «¡Qué putita viciosa! ¡Cómo le gusta! Se nota que le gusta».
La cabeza de Fiore también era un cúmulo de sensaciones contradictorias. Por un lado se sentía humillada, avergonzada y expuesta; pero por el otro… no podía parar de chupar. Más semen encontraba, más fuerte succionaba la concha de su madre. Ni le importó que esos tipos estuvieran sacándole fotos mientras hacía esto. Quizás… sería lindo tener un recuerdo. ¿Cuántas veces en la vida tendría la oportunidad de chuparle la concha a su propia madre? Estas cosas se disfrutan cuando pasan, porque es poco probable que se repitan.
La noche avanzaba, las bandas seguían tocando. Esta madre y su hija estaban volviéndose locas por el cúmulo de emociones y los hombres que las rodeaban cada vez tenían menos miramientos.
Fiorella se puso de pie, con la cara aún cubierta de semen, y entrelazó la lengua con la de su madre. Jazmín agarró la cabeza de su hija con ambas manos y la besó con pasión, de la misma forma en que lo hacía con Brenda, solo que esta vez tenía abundante semen para lamer. Por extraño que pareciera, no le molestó ni un poquito tragarlo. Al contrario, le dio a la situación un condimento muy picante.
En ese momento una banda que no conocía estaba haciendo un cover de Babasónicos. Fiorella y Jazmín escucharon la frase que selló ese momento mágico.
«Cómanse a besos esta noche… total nadie lo va a notar».
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