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Mi marido culiando enamora

Hay una cosa que he notado con mi marido. Cuando se culea a una chica, ella casi siempre termina enamorándose de él. Digo, a mí me tiene bien requte enamorada porque me culea cada rato. Pero incluso cuando solo le aceptan la culiada por diversión o porque andan calientes, al final terminan enamorándose.


No se qué sea exactamente. Creo que es ese gustito culposo que tenemos muchas de que en la cama nos dominen. Y mi hombre en la cama te ordena con una voz de macho que resulta irresistible. Te usa sin contemplación, te ordena lo que necesita para satisfacerse pero te hace tener varios orgasmos en el proceso. Tal vez sea eso, no sé. Pero él no es guapo, solo algo musculoso, y las cihcas lo siguen todavía, a pesar de que ya tiene sus 42 añejos.

Les voy a platicar la vez que más me pareció que una chica se enamoró de él con solo una culiada. Éramos jóvenes y aun no éramos novios (aunque ya me habiá culiado, luego les contaré esa historia). Yo estaba super enamorada de él, pero tenía otro novio. A él yo también le gustaba, pero me contaba sus historias de sexo para darme celos. Es que a parte éramos amigos. Por cierto, lo llamaremos Pedro a mi marido, en este y en los demás relatos que lo incluyan.

El caso es que yo un día le dije que no le creía, que todo lo inventaba para parecer más macho. Y él me dijo que esa tarde había invitado a mi amiga Bertha (he cambiado su nombre a propósito). Bertha era más grande que nosotros, pues nosotros teníamos 19 y 21, respectivamente y aún íbamos a la escuela, mientras que ella era una mujer hecha y derecha que ya trabajaba y tenía 26 años. Era guerita, algo gordita (a m mi marido siempre le han gustado gorditas), de pelo lacio. No era alta, tampoco nalgona, pero tenía unas piernotas que exitaban mucho al que hoy es mi marido. Yo me quedé impresionada de que ella aceptara culiar con el Pedro.

Me escondí en su closet y podía ver toda la acción por unas rendiljas. Entonces entraron al cuarto y ella le recordó las reglas de esa forma asertiva en que ella solía hablar. "Recuerda que accedí a tener sexo contigo pero no es porque me gustes, ¿ok? Recuerda que no soy otra de las adolescentes con las que sueles coger. A mí me vas a respetar, me vas a calentar con besitos y caricias y me lo vas a hacer con delicadeza y cariño. ¿De acuerdo?" Pedro asintió con la cabeza. Y luego vi una faceta de él muy distinta en el sexo. Tomó a mi amiga de las manos y le dijo: "No te preocupes. Estoy dispuesto a ceder porque me gustas un chingo. Luego le besó las manos y la desvistió con cariño y delicadeza. Luego se sacó su verga que, si bien no es tan larga, sí es muy gruesa.

Bertha se asustó un poco, pero creo que sí le gustaba mi musculoso amigo. El le dijo con voz cariñosa: "Si te duele me dices, ¿ok?". Le abrió las piernas, y luego se transformó. Le escupió la panocha y luego se le dejó ir toda la verga. Mi amiga gritó de dolor y mi Pedro le empezó a dar bien rapido y sin compasión. Entonces ella le dijo: "¡Espérate, Pedrito, no tan brusco. Me duele!". Pedro no le contestó, solo seguía bombeando su gruesa verga dentro de su vagina poco lubricada. Ella estaba claramente incómoda y yo impresionada de que estuviera culiándose a mi amiga más grande y que encima se atreviera a darle tan duro. Conociendo a Bertha estaba segura que le marcaría el alto.

Ella le volví a decir: "¡Más despacio! ¡Me duele! No me calentaste bien". Pedro solo continuaba saciándose con su cuerpo. Entonces ella le reclamó: "¿No me dijiste que te avisara si me dolía?" Pedro se detuvo en seco y le contestó: "Sí. Es que yo me excito un chingo cuando a las mujeres les duele. Te dije que me avisaras para poder excitarme más a la verga." Y le siguió dando. Pero siendo tan joven e inexperto, a penas llevaba unos 10 minutos y se la sacó y eyaculó encima de mi amiga.

Fue una eyaculada muy abundante y prolongada. Él decía muchas malas palabras mientras se venía. "Pinche Bertha puta. Estás bien pinche buenota. Trágate mi leche, puta", mientras seguía eyaculando más semen que embarraba a mi amiga Bertha desde su vientre hasta sus pechos, su cara y algunos chorros hasta su pelo rubio. Luego, rendido de cansancio, se acostó a un lado de ella.

Y yo viendo sorprendida de que mi amiga permitiera que la usara así, pero también excitada de ver lo macho que era Pedro, no como mi novio que me pedía permiso para todo en el sexo.

Entonces, Pedro le dijo: "Tráeme una cerveza del refri". Y mi amiga contestó casi inmediatamente, mientras se limpiaba con una toallita húmeda el semen de su cuerpo: "¡Ve tú por ella! Me dejaste adolorida. No sé si pueda caminar". Mi marido le dijo: "Mira, pinche Bertha. Como ya te culié, ya eres mía. Así que déjate de fregaderas. Me obedeces porque me obedeces. Ándale, apúrate con la piche cerveza que me muero de sed."

Bertha le contestó: "¡Pero hiciste trampa! Te dije que era con amor y cariño y solo me usaste como si fuera una muñeca inflable..." Pedro la interrumpió y le dijo: "Haya sido como haya sido, a mí me vale verga. El punto aquí es que ya te culié. Ahora eres mi puta. Yo soy tu dueño. Entiéndelo. Así que y tráeme una puta cerveza."

Y, para mi sorpresa. Bertha fue muy sumisa por su cerveza. Se acostó a su lado hasta que Pedro se quedó dormido mientras ella le acariciaba su torso musculoso y sudado. Entonces ella se levantó, se puso su ropa. Y le dio un besito antes de irse. Iba caminando toda chueca pero con una sonrisa en sus labios.

A mí marido no le gustaba ella, porque no le gustan las güeras. Así que no hubo más que sexo y creo que nunca volvieron a coger. Pero ella estaba super enamorada de Pedro y lo seguía buscando vez tras vez. Al final, incluso dejamos de ser amigas, porque ella veía que Pedro prefería estar conmigo que tenía novio, a estar con ella que estaba libre y sin compromiso.

Y ese es un botón de muestra de cómo las mujeres suelen enamorarse cuando mi marido se las culea. Hoy ya no se ve tan musculoso como en aquellos años, pero aún así lo siguen las mujeres.

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