Desde lo del Trébol pasaron años. A veces siento que fue otra vida.
Después de aquello, me casé. Fue de a poco, como esas cosas que no te das cuenta y de repente estás adentro. Nos fuimos a vivir juntos, armamos algo lindo, y al tiempo nació nuestro hijo. Un petiso con la mirada viva y el carácter de su madre. Yo seguía laburando en lo mío, y por una oportunidad que parecía buena, nos mudamos a Canadá.
Y ahí... ahí empezó a cambiar todo.
Al principio era el desarraigo, el frío, las palabras en inglés que se me trababan en la lengua, los amigos que ya no estaban. Pero después se fue metiendo otra cosa. Algo más silencioso. La rutina, el cansancio, las discusiones sin gritos pero con silencios largos. Hasta que un día nos miramos y supimos que ya estábamos más solos juntos que separados.
Nos separamos, sí. Pero seguimos viviendo bajo el mismo techo, por un tema de papeles, de guita, de todo eso que no se resuelve fácil cuando uno está lejos y con un pibe en el medio.
Y así pasó un año.
Un año entero sin pareja, sin encuentros, sin piel. No por decisión consciente, más bien porque no me salía. Hasta que un día, solo en la cocina, mientras calentaba un café y miraba por la ventana un Toronto gris como mi ánimo, pensé: "Che, ¿y si vuelvo a probar?"
Y así, sin mucha fe pero con una mezcla rara de nervios y esperanza, bajé una app de citas por primera vez en mi vida.
Usar esas apps fue, al principio, divertido. Pero la verdad es que había mucho más swipe hacia la derecha que matches. Y cuando había match, las conversaciones duraban lo que un café frío.
Tuve algunas charlas simpáticas, algunas risas por chat, un par de intentos de coordinar encuentros. Pero mi situación no era fácil de explicar. ¿Cómo decís “estoy separado pero convivo con mi ex por temas legales y económicos” sin sonar como un quilombo andante? Algunas entendían. Otras no tanto. Y las que querían avanzar, lo hacían con apuro, como si la única opción posible fuera verse en una casa. La suya o la mía. Y ninguna de las dos era una buena idea.
Hasta que macheé con Melissa.
No fue una conversación prometedora al principio. Me tiró algo así como que no estaba para boludear ni para que jueguen con ella. Y yo, la verdad, lo único que quería era jugar. No con sus sentimientos, ni mentirle. Sino jugar en serio. Como cuando encontrás a alguien con quien podés armar una complicidad. Una compañera de juego, de aventuras, de esas que te hacen latir un poco más fuerte el domingo a la noche.
Melissa era verborrágica. No sé si porque era ansiosa o porque necesitaba asegurarse de que yo no era otro gil más. Hablaba mucho. Preguntaba mucho. De todo. Desde cómo había llegado a Canadá hasta qué desayuno prefería o si creía que el amor se acababa o se transformaba.
Y creo que fue eso lo que me mantuvo enganchado. No su foto, ni su perfil. Sino ese interés continuo, esa forma de querer conocerme como si ya hubiera decidido que algo en mí valía la pena.
Melissa era de esas mujeres que, cuando hablan, no te dejan muchas opciones más que escuchar. No por volumen, ni por gritos. Por presencia. Una mina con actitud, de esas que no piden permiso para ocupar espacio. Rubia, de ojos claros, con unas curvas imposibles de disimular aunque quisiera, un culo hermoso, y petiza... pero con una seguridad que la hacía parecer de dos metros.
No tardó mucho en contarme su historia. Era de hablar rápido y sin filtro. Me dijo que había tenido una adolescencia alocada, conto que a los 14 le tiro la goma a un compañero debajo de una escalera, que en la facultad también se había despachado con todo lo que pudo, y que a los 22 se casó. Doce años de matrimonio, tres hijos, y una vida dedicada a la familia.
“Ahora tengo 40”, me tiró, como si fuera una carta fuerte en el truco. “Y desde que me separé, hago lo que quiero. Con mi cuerpo, con mi tiempo, con todo, demasiado tiempo desperdicie casada asi que si quiero cogerme a alguien lo hago.”
Era gerente en una empresa de construcción —lo dijo con una mezcla de orgullo y hartazgo— y mantenía sola a sus tres hijos. Dueña de su casa, al frente de todo. No esperaba que nadie la salve, ni le dé permiso. No sé si alguna vez lo esperó.
Mientras me hablaba, yo trataba de seguirle el ritmo. No porque no la entendiera, sino porque no estaba acostumbrado a alguien tan claro, tan de frente. No jugaba al misterio. Te decía lo que era y lo que no. Lo que quería y lo que no estaba dispuesta a tolerar.
Y yo, que venía de un año en pausa, sin tocar ni que me toquen, sentí que estaba hablando con un huracán. Pero uno de esos que te arrasa bien. Que te desarma, pero con ganas de armar algo nuevo.
Las charlas con Melissa se mudaron rápido a WhatsApp. Eran más que nada por escrito, aunque a veces me tiraba algún audio en el que se la notaba con esa voz segura, un poco ronca, como de alguien que ya fumó y lloró bastante en la vida. Y que igual sigue.
Fue ella la que sacó el tema del sexo. Me preguntó, con esa forma directa que tenía:—¿Sos de tomar la iniciativa o preferís que la mujer lo haga?
Le dije la verdad, que suelo tener la tendencia a controlar. Hubo una pausa en el chat. Como si estuviera procesando o saboreando la respuesta.
—¿A dominar? —preguntó después.
Le puse que sí, que yo domino y controlo. Si huia no perdia nada, si seguia la conversacion podia ser interesante.
Ella era provocadora. Le gustaba meter temas que, con otra persona, quizás habrían sido incómodos. Creo que disfrutaba hablar sin filtro, mostrar que no tenía tabúes, que podía ir a donde quisiera con las palabras. Y creo que también disfrutaba que yo no me escandalizara. Que respondiera con sinceridad, sin caretas ni frases hechas.
No tenía filtros, Melissa. Así como te hablaba de su laburo o de cómo manejaba a sus tres hijos sin volverse loca, también te contaba, con la misma naturalidad, historias de su debut sexual, de los problemas que tuvo con su ex —“muy básico, muy cerrado”, me dijo— y de algunas aventuras post divorcio que sonaban más a capítulos de una serie que a una vida real.
Me hablaba sin culpa, sin buscar aprobación, como quien cuenta lo que hizo el fin de semana. Y yo la escuchaba —o leía— con una mezcla de curiosidad y respeto. Porque no era que buscara impresionar, sino que simplemente ya no se callaba nada.
Un día, en medio de una charla sobre el deseo, me dijo que le gustaban los juguetes. Así, sin rodeos. Yo le tiré un emoji medio irónico, como para no mostrar demasiado interés... pero lo cierto es que me picó la intriga.
Ella lo notó, claro.
—¿Querés ver? —escribió.
Antes de que pudiera responderle, me mandó una foto. Era su colección. Siete juguetes distintos, acomodados como si fueran parte de una muestra. Había de todo: colores, tamaños, texturas. No sé si me sorprendió más la variedad o la soltura con la que lo compartía.
Pasaron muchos dias en los que nos escribiamos y contabamos historias para calentarnos. Yo le conte de historias con las chicas del trebol y nos terminabamos pajeando de los calientes que estabamos.
Las conversaciones empezaron a subir de tono. No de golpe, sino como sube la temperatura en una pava: despacito, pero constante. Y cuando querías darte cuenta, ya estaba por hervir.
Una noche, después de varios ida y vuelta, me tiró:
—¿Y si estuvieses acá, en mi habitación ahora, qué me harías?
Yo creo que me estaba probando asi que le respondi con una actitud dominante
— Te haria hacer todo lo que yo quiera. Serias obediente a todo lo que te pida
Su reaccion fue una risa como burlandose de mi arrogancia. Le empece a relatar cosas que le haria como recorerla despacio con mis dedos y mi boca sin necesidad de apurarme hasta que ella ruegue porque le meta mis dedos en la concha.
— ¿Y por qué voy a rogar?
— Porque lo vas a desear con todo tu ser
Creo que hasta ese momento ella no imaginaba lo que se venia. Ella me decia cosas como para seguirme la corriente como “Si te dejaria que me atas y me des duro”, queria tener el control para calentarme y que me pajeara. Yo tenia muy claro que queria volver a sacar de mi esa parte dominadora que llevaba años contenida.
Subi la apuesta por primera vez un dia que me escribio durante el dia y ambos estabamos trabajando. Ella estaba en un evento y me mando una foto donde se la veia escotada. Todas nuestras conversaciones eran en ingles por supuesto y a nuestra fase de calentarnos por la noche ella le llamaba “Whispering” que viene ser algo asi como susurrar. Ese dia le dije que tambien podia “Whisper” durante el dia.
— No! eso puede ser peligroso! no traje un cambio de tanga - En referencia que iba a terminar muy mojada
— Solo avisame si queres jugar, puedo sorprenderte — le dije
— Me gustan las sorpresas — me contesto como provocando
— Falda o pantalones, puedes sacarte la tanga asi no la mojas y ponerla en tu cartera - fue mi respuesta
— jaja ninguna! tengo un body debajo del vestido, tendria que desabrocharlo
— Anda y hacelo
— No puedo! hay mucha gente
— No me importa, quiero que te sientas sucia
No respondio nada por varios minutos. yo estaba jugado, no sabia si ella seguia el juego y si no lo hacia no perdia nada tampoco.
— Listo, ya estoy de vuelta
— De vuelta donde?
— En el evento, pero sin tanga como me lo pediste
Yo no sabia si me decia la verdad pero no me importaba
— y como te sentis?
— Mojada, liberada, ansiosa
La ultima palabra me invito a dar un paso mas.
— Ahora quiero que vayas al baño, pongas tus manos en el lavamanos, levantes tu vestido y te mires al espejo. No me escribas de nuevo hasta que estes en esa posicion.
Yo estaba ansioso esperando respuesta, fueron 3 o 4 minutos largos.
— Estoy en el baño - me escribio
— Mirata en el espejo, mordete los labios. Como te sentis?
— Caliente, atrevida
— baja una de tus manos y acariciate las tetas y luego baja hasta tu cola. Imagina que es mi mano la que te toca
— Te siento que sos suave pero que queres ser firme
— Si estuviese ahi te meteria dos dedos en la concha. Puedes hacerlo?
— Si
— Mirate mientras tienes los dedos adentro. Quiero que sientas lo debil que sos al seguir mis ordenes. Melissa, ahora arrodillate
— Si señor
— Una de tus manos tiene que estar en tu concha y la otra en tu boca. Imaginate que es mi verga
En esto momento yo estaba muy caliente de imaginar que ella estaba en esa posicion en el baño haciendo lo que yo le pida asi que largue:
— Ahora vas a sacarte una foto de tus dedos y me la vas a enviar
Espere unos segundos y aparecio la foto de sus dedos todos mojados. Ella estaba claramente en el baño pero pude notar que no estaba de rodillas. Ya me habia calentado mucho que estuviera ahi y me enviara la foto pero igual la desafie
— Estoy decepcionado. No estas arrodillada. Voy a tener que castigarte
No me escribio por unos segundos y cuando volvio me dijo que tuvo que pajearse hasta acabar porque estaba muy caliente y despues limpiar. Todo esto en un baño de un evento con la gente del trabajo afuera. Esto estaba yendo en una buena direccion.
Luego de esa conversacion ella ya me hablaba directamente de sexo. Imaginabamos posibles encuentros
— Me puedes llamar puta, perra, zorra lo que mas te caliente
Me decia para subirme la temperatura. Ella se sentia incomoda con mi tranquila o quizas pasividad. No entendia como yo no la habia invitado a coger todavia o ni siquiera a salir. Me decia que me iba a sacar toda la leche que tenia acumulada por un año sin coger. Me detallaba el paso a paso de todo lo que me haria desde chuparme la pija hasta montarme hasta que llegue. Pasaban los dias, las conversaciones y yo no la invitaba a hacer nada.
Llego un sabado y me escribio al ir a la peluqueria. Me dijo que en la noche tenia una cita. Salia con un tipo. Ese dia nos enviamos fotos, estuvimos bastante comunicados. Le dije que me mostrara que opciones estaba pensando vestir. El hombre no la convencia tanto asi que eran jeans y yo elegi su remera, la mas escotada de las opciones.
Le dije que me escriba durante la cita, que si quiere jugar yo estaria disponible.
— Durante la cita? estas loco. no creo que pueda!
El mensaje me desmotivo porque la idea de darle instrucciones me calentaba.
Me escribio a la mañana
— Y que tal al cita?
— Estuvo normal. No tenia grandes expectativas
— Dame mas detalles!
Me conto que el tipo era medio boludo, que trato mal a la moza. Que ella tuvo que llevar toda la conversacion.
— Pero paso algo interesante 😉 - yo queria detalle jugosos
— Me saludo con un abrazo que estuvo normal pero al meterme al auto me cacheteo el culo. En el camino en el auto me agarro la mano, luego me la beso y luego se metio un dedo en su boca y me lo chupo
Yo me tentaba de la risa.
— Cuando llegamos al lugar me dio un beso y me metio la lengua hasta la garganta. Durante el show apoyo su cabeza en mis tetas y luego llevo mi mano hasta su pija y me dijo “Mira lo dura que esta por vos”. Al final de la noche me pregunto si queria coger en la parte de atras del auto y le dije que no
— No parece una gran noche para vos - Dije haciendome el empatico pero estaba riendome de los intentos del flaco.
Luego de que ella se desahogara le dije que estaba decepcionado de nuevo
— Por que?
— Porque si la cita estaba tan mal me podrias haber escrito para jugar
— Y pero eso creo que eso le podria haber beneficiado a el
— Nunca, yo estoy de tu lado
— Quizas puedo llamarte para jugar esta noche
— Intentalo
Esa noche me escribio con la señal de que queria jugar.
— Vas a hacer todo lo que te pida ok?
— Si
— Y si queres algo vas a tener que pedirme permiso
— Ok
— Donde estas?
— En mi habitacion
— Cerraste la puerta
— por supuesto
— Tienes auriculares?
— Si tengo
— Lee atentamente. Quiero que vayas a al cocina y busques 4 cubos de hielo, agua, una fruta que te guste y algo dulce
Despues de unos minutos
— Listo. Obedeci — y envio una foto
— Buena chica. Ahora quiero que busques todos tus juguetes y los coloques en tu cama. Saca una foto y me la envias
La foto de los dildos llego y luego le pedi que coma de la fruta y tome agua. Ella apresurada me envio una foto hot posando mientras comia
— Yo no te he pedido una foto - Le dije a secas
— Ok
Le dije que se ponga sus auriculares y le empece a enviar instrucciones en audios. Queria que se tocara lentamente los pechos, luego inclui los cubos de hielo y la hice ir hasta su concha para que se toque.
— Mandame una foto comiendo la frutilla - la foto fue enviada inmediatmente
Luego de unos minutos con una par instruciones mas le pedi que use uno de sus dildos. Lo empezo a usar y ella se empezo a notar mas ansiosa. Le dije que me envie un audio explicando como se sentira y estaba super caliente.
— Enviame un video de como te estas tocando
Tardo varios minutos y no pasaba nada
— Estas dudando?
Llego el video. Se la veia en la cama con el vibrador entre sus piernas y sus manos tocandose las tetas. Estaba incendiada.
Ella queria participar calentadome pero no la dejaba
— Me gustaria que fueran tus dedos
— No he pedido que hables Melissa
— Ok
— Ahora quiero que me muestres ese cuerpo que voy a cogerme pronto. Quiero que te saques una foto por arriba de tu hombre y donde pueda verte bien el culo
La foto vino enseguida siguiendo mis instrucciones.
La hice cambiar de vibrador y cuando menos se lo esperaba le dije
— Voy a hacer una video llamada pero mi camara y mi microfono van a estar apagados
Acepto la llamada y note que se habia puesto una bata, yo habia subido el nivel y ella se sintio expuesta. Encima yo sin camara ni microfono. Todo era intencional. La queria hacer sentir vulnerable. Estaba jugando con su cabeza, ella tenia que dar todo y no recibir nada a cambio.
— Puedes hablar? o tengo que leerte?
Le conteste por mensaje que no espere nada mas que instrucciones por mensajes. Su cara era super excitante, como expuesta, como diciendo “que mierda estoy haciendo expuesta asi? estoy loca?”
Le vi por primera vez en vivo. Me miraba intrigada, tenia una tanga muy fina. Le empece a dar instrucciones.
— Ahora vas a ir contra la pared. Vas a apoyar tu manos en la pared y separar tus piernas. Y luego quiero que te chatees el culo bien fuerte
Era increible ver como ella seguia mis ordenes. Fue y lo hizo y la nalgueada fue mucho mas fuerte de lo que yo esperaba. Eso me dio un indicio de que tan duro yo podia darle.
— Anda a la cama, agarra el dido rosa y metelo un poco.
Ella estaba ya rendida. super excitada y caliente.
— Lo quiero mas a fondo y juga con tu clitoris.
Verla pajearse asi me puso al palo y cuando quise acordar tenia la verga afuera y me estaba dando duro. Empezo a temblar casi y pregunto
— Puedo acabar?
— No todavia.
Negarselo la excito mas. Su cara estaba desencajada, se mordia los labios y blanqueaba los ojos.
— Ahora podes acabar
Como si hubiese liberado a un animal solto el dildo y con los dedos empezo a pajearse fuerte el clitoris hasta que hizo un squirt muy intenso que inundó la cama. Nunca habia visto una cosa igual.
Me quede viendo como su respiracion se relajaba hasta que le corte
Depues de varios minutos volvio con una carga de preguntas
— Nunca habia sentido esto. Lo habias hecho antes? eres asi en la vida real? con tu ex?
— jaja estuvo muy bien. Todavia no has experimentado lo mejor
— Que me va a esperar cuando nos veamos
— No lo podes esperar pero te aseguro que no lo has vivido nunca
Yo estaba jugando con su cabeza. Todavia no sabia que iba a hacer con ella ni cuando pero seguro que algo iba a planear. Teniamos un encuentro en una semana.
Después de aquello, me casé. Fue de a poco, como esas cosas que no te das cuenta y de repente estás adentro. Nos fuimos a vivir juntos, armamos algo lindo, y al tiempo nació nuestro hijo. Un petiso con la mirada viva y el carácter de su madre. Yo seguía laburando en lo mío, y por una oportunidad que parecía buena, nos mudamos a Canadá.
Y ahí... ahí empezó a cambiar todo.
Al principio era el desarraigo, el frío, las palabras en inglés que se me trababan en la lengua, los amigos que ya no estaban. Pero después se fue metiendo otra cosa. Algo más silencioso. La rutina, el cansancio, las discusiones sin gritos pero con silencios largos. Hasta que un día nos miramos y supimos que ya estábamos más solos juntos que separados.
Nos separamos, sí. Pero seguimos viviendo bajo el mismo techo, por un tema de papeles, de guita, de todo eso que no se resuelve fácil cuando uno está lejos y con un pibe en el medio.
Y así pasó un año.
Un año entero sin pareja, sin encuentros, sin piel. No por decisión consciente, más bien porque no me salía. Hasta que un día, solo en la cocina, mientras calentaba un café y miraba por la ventana un Toronto gris como mi ánimo, pensé: "Che, ¿y si vuelvo a probar?"
Y así, sin mucha fe pero con una mezcla rara de nervios y esperanza, bajé una app de citas por primera vez en mi vida.
Usar esas apps fue, al principio, divertido. Pero la verdad es que había mucho más swipe hacia la derecha que matches. Y cuando había match, las conversaciones duraban lo que un café frío.
Tuve algunas charlas simpáticas, algunas risas por chat, un par de intentos de coordinar encuentros. Pero mi situación no era fácil de explicar. ¿Cómo decís “estoy separado pero convivo con mi ex por temas legales y económicos” sin sonar como un quilombo andante? Algunas entendían. Otras no tanto. Y las que querían avanzar, lo hacían con apuro, como si la única opción posible fuera verse en una casa. La suya o la mía. Y ninguna de las dos era una buena idea.
Hasta que macheé con Melissa.
No fue una conversación prometedora al principio. Me tiró algo así como que no estaba para boludear ni para que jueguen con ella. Y yo, la verdad, lo único que quería era jugar. No con sus sentimientos, ni mentirle. Sino jugar en serio. Como cuando encontrás a alguien con quien podés armar una complicidad. Una compañera de juego, de aventuras, de esas que te hacen latir un poco más fuerte el domingo a la noche.
Melissa era verborrágica. No sé si porque era ansiosa o porque necesitaba asegurarse de que yo no era otro gil más. Hablaba mucho. Preguntaba mucho. De todo. Desde cómo había llegado a Canadá hasta qué desayuno prefería o si creía que el amor se acababa o se transformaba.
Y creo que fue eso lo que me mantuvo enganchado. No su foto, ni su perfil. Sino ese interés continuo, esa forma de querer conocerme como si ya hubiera decidido que algo en mí valía la pena.
Melissa era de esas mujeres que, cuando hablan, no te dejan muchas opciones más que escuchar. No por volumen, ni por gritos. Por presencia. Una mina con actitud, de esas que no piden permiso para ocupar espacio. Rubia, de ojos claros, con unas curvas imposibles de disimular aunque quisiera, un culo hermoso, y petiza... pero con una seguridad que la hacía parecer de dos metros.
No tardó mucho en contarme su historia. Era de hablar rápido y sin filtro. Me dijo que había tenido una adolescencia alocada, conto que a los 14 le tiro la goma a un compañero debajo de una escalera, que en la facultad también se había despachado con todo lo que pudo, y que a los 22 se casó. Doce años de matrimonio, tres hijos, y una vida dedicada a la familia.
“Ahora tengo 40”, me tiró, como si fuera una carta fuerte en el truco. “Y desde que me separé, hago lo que quiero. Con mi cuerpo, con mi tiempo, con todo, demasiado tiempo desperdicie casada asi que si quiero cogerme a alguien lo hago.”
Era gerente en una empresa de construcción —lo dijo con una mezcla de orgullo y hartazgo— y mantenía sola a sus tres hijos. Dueña de su casa, al frente de todo. No esperaba que nadie la salve, ni le dé permiso. No sé si alguna vez lo esperó.
Mientras me hablaba, yo trataba de seguirle el ritmo. No porque no la entendiera, sino porque no estaba acostumbrado a alguien tan claro, tan de frente. No jugaba al misterio. Te decía lo que era y lo que no. Lo que quería y lo que no estaba dispuesta a tolerar.
Y yo, que venía de un año en pausa, sin tocar ni que me toquen, sentí que estaba hablando con un huracán. Pero uno de esos que te arrasa bien. Que te desarma, pero con ganas de armar algo nuevo.
Las charlas con Melissa se mudaron rápido a WhatsApp. Eran más que nada por escrito, aunque a veces me tiraba algún audio en el que se la notaba con esa voz segura, un poco ronca, como de alguien que ya fumó y lloró bastante en la vida. Y que igual sigue.
Fue ella la que sacó el tema del sexo. Me preguntó, con esa forma directa que tenía:—¿Sos de tomar la iniciativa o preferís que la mujer lo haga?
Le dije la verdad, que suelo tener la tendencia a controlar. Hubo una pausa en el chat. Como si estuviera procesando o saboreando la respuesta.
—¿A dominar? —preguntó después.
Le puse que sí, que yo domino y controlo. Si huia no perdia nada, si seguia la conversacion podia ser interesante.
Ella era provocadora. Le gustaba meter temas que, con otra persona, quizás habrían sido incómodos. Creo que disfrutaba hablar sin filtro, mostrar que no tenía tabúes, que podía ir a donde quisiera con las palabras. Y creo que también disfrutaba que yo no me escandalizara. Que respondiera con sinceridad, sin caretas ni frases hechas.
No tenía filtros, Melissa. Así como te hablaba de su laburo o de cómo manejaba a sus tres hijos sin volverse loca, también te contaba, con la misma naturalidad, historias de su debut sexual, de los problemas que tuvo con su ex —“muy básico, muy cerrado”, me dijo— y de algunas aventuras post divorcio que sonaban más a capítulos de una serie que a una vida real.
Me hablaba sin culpa, sin buscar aprobación, como quien cuenta lo que hizo el fin de semana. Y yo la escuchaba —o leía— con una mezcla de curiosidad y respeto. Porque no era que buscara impresionar, sino que simplemente ya no se callaba nada.
Un día, en medio de una charla sobre el deseo, me dijo que le gustaban los juguetes. Así, sin rodeos. Yo le tiré un emoji medio irónico, como para no mostrar demasiado interés... pero lo cierto es que me picó la intriga.
Ella lo notó, claro.
—¿Querés ver? —escribió.
Antes de que pudiera responderle, me mandó una foto. Era su colección. Siete juguetes distintos, acomodados como si fueran parte de una muestra. Había de todo: colores, tamaños, texturas. No sé si me sorprendió más la variedad o la soltura con la que lo compartía.
Pasaron muchos dias en los que nos escribiamos y contabamos historias para calentarnos. Yo le conte de historias con las chicas del trebol y nos terminabamos pajeando de los calientes que estabamos.
Las conversaciones empezaron a subir de tono. No de golpe, sino como sube la temperatura en una pava: despacito, pero constante. Y cuando querías darte cuenta, ya estaba por hervir.
Una noche, después de varios ida y vuelta, me tiró:
—¿Y si estuvieses acá, en mi habitación ahora, qué me harías?
Yo creo que me estaba probando asi que le respondi con una actitud dominante
— Te haria hacer todo lo que yo quiera. Serias obediente a todo lo que te pida
Su reaccion fue una risa como burlandose de mi arrogancia. Le empece a relatar cosas que le haria como recorerla despacio con mis dedos y mi boca sin necesidad de apurarme hasta que ella ruegue porque le meta mis dedos en la concha.
— ¿Y por qué voy a rogar?
— Porque lo vas a desear con todo tu ser
Creo que hasta ese momento ella no imaginaba lo que se venia. Ella me decia cosas como para seguirme la corriente como “Si te dejaria que me atas y me des duro”, queria tener el control para calentarme y que me pajeara. Yo tenia muy claro que queria volver a sacar de mi esa parte dominadora que llevaba años contenida.
Subi la apuesta por primera vez un dia que me escribio durante el dia y ambos estabamos trabajando. Ella estaba en un evento y me mando una foto donde se la veia escotada. Todas nuestras conversaciones eran en ingles por supuesto y a nuestra fase de calentarnos por la noche ella le llamaba “Whispering” que viene ser algo asi como susurrar. Ese dia le dije que tambien podia “Whisper” durante el dia.
— No! eso puede ser peligroso! no traje un cambio de tanga - En referencia que iba a terminar muy mojada
— Solo avisame si queres jugar, puedo sorprenderte — le dije
— Me gustan las sorpresas — me contesto como provocando
— Falda o pantalones, puedes sacarte la tanga asi no la mojas y ponerla en tu cartera - fue mi respuesta
— jaja ninguna! tengo un body debajo del vestido, tendria que desabrocharlo
— Anda y hacelo
— No puedo! hay mucha gente
— No me importa, quiero que te sientas sucia
No respondio nada por varios minutos. yo estaba jugado, no sabia si ella seguia el juego y si no lo hacia no perdia nada tampoco.
— Listo, ya estoy de vuelta
— De vuelta donde?
— En el evento, pero sin tanga como me lo pediste
Yo no sabia si me decia la verdad pero no me importaba
— y como te sentis?
— Mojada, liberada, ansiosa
La ultima palabra me invito a dar un paso mas.
— Ahora quiero que vayas al baño, pongas tus manos en el lavamanos, levantes tu vestido y te mires al espejo. No me escribas de nuevo hasta que estes en esa posicion.
Yo estaba ansioso esperando respuesta, fueron 3 o 4 minutos largos.
— Estoy en el baño - me escribio
— Mirata en el espejo, mordete los labios. Como te sentis?
— Caliente, atrevida
— baja una de tus manos y acariciate las tetas y luego baja hasta tu cola. Imagina que es mi mano la que te toca
— Te siento que sos suave pero que queres ser firme
— Si estuviese ahi te meteria dos dedos en la concha. Puedes hacerlo?
— Si
— Mirate mientras tienes los dedos adentro. Quiero que sientas lo debil que sos al seguir mis ordenes. Melissa, ahora arrodillate
— Si señor
— Una de tus manos tiene que estar en tu concha y la otra en tu boca. Imaginate que es mi verga
En esto momento yo estaba muy caliente de imaginar que ella estaba en esa posicion en el baño haciendo lo que yo le pida asi que largue:
— Ahora vas a sacarte una foto de tus dedos y me la vas a enviar
Espere unos segundos y aparecio la foto de sus dedos todos mojados. Ella estaba claramente en el baño pero pude notar que no estaba de rodillas. Ya me habia calentado mucho que estuviera ahi y me enviara la foto pero igual la desafie
— Estoy decepcionado. No estas arrodillada. Voy a tener que castigarte
No me escribio por unos segundos y cuando volvio me dijo que tuvo que pajearse hasta acabar porque estaba muy caliente y despues limpiar. Todo esto en un baño de un evento con la gente del trabajo afuera. Esto estaba yendo en una buena direccion.
Luego de esa conversacion ella ya me hablaba directamente de sexo. Imaginabamos posibles encuentros
— Me puedes llamar puta, perra, zorra lo que mas te caliente
Me decia para subirme la temperatura. Ella se sentia incomoda con mi tranquila o quizas pasividad. No entendia como yo no la habia invitado a coger todavia o ni siquiera a salir. Me decia que me iba a sacar toda la leche que tenia acumulada por un año sin coger. Me detallaba el paso a paso de todo lo que me haria desde chuparme la pija hasta montarme hasta que llegue. Pasaban los dias, las conversaciones y yo no la invitaba a hacer nada.
Llego un sabado y me escribio al ir a la peluqueria. Me dijo que en la noche tenia una cita. Salia con un tipo. Ese dia nos enviamos fotos, estuvimos bastante comunicados. Le dije que me mostrara que opciones estaba pensando vestir. El hombre no la convencia tanto asi que eran jeans y yo elegi su remera, la mas escotada de las opciones.
Le dije que me escriba durante la cita, que si quiere jugar yo estaria disponible.
— Durante la cita? estas loco. no creo que pueda!
El mensaje me desmotivo porque la idea de darle instrucciones me calentaba.
Me escribio a la mañana
— Y que tal al cita?
— Estuvo normal. No tenia grandes expectativas
— Dame mas detalles!
Me conto que el tipo era medio boludo, que trato mal a la moza. Que ella tuvo que llevar toda la conversacion.
— Pero paso algo interesante 😉 - yo queria detalle jugosos
— Me saludo con un abrazo que estuvo normal pero al meterme al auto me cacheteo el culo. En el camino en el auto me agarro la mano, luego me la beso y luego se metio un dedo en su boca y me lo chupo
Yo me tentaba de la risa.
— Cuando llegamos al lugar me dio un beso y me metio la lengua hasta la garganta. Durante el show apoyo su cabeza en mis tetas y luego llevo mi mano hasta su pija y me dijo “Mira lo dura que esta por vos”. Al final de la noche me pregunto si queria coger en la parte de atras del auto y le dije que no
— No parece una gran noche para vos - Dije haciendome el empatico pero estaba riendome de los intentos del flaco.
Luego de que ella se desahogara le dije que estaba decepcionado de nuevo
— Por que?
— Porque si la cita estaba tan mal me podrias haber escrito para jugar
— Y pero eso creo que eso le podria haber beneficiado a el
— Nunca, yo estoy de tu lado
— Quizas puedo llamarte para jugar esta noche
— Intentalo
Esa noche me escribio con la señal de que queria jugar.
— Vas a hacer todo lo que te pida ok?
— Si
— Y si queres algo vas a tener que pedirme permiso
— Ok
— Donde estas?
— En mi habitacion
— Cerraste la puerta
— por supuesto
— Tienes auriculares?
— Si tengo
— Lee atentamente. Quiero que vayas a al cocina y busques 4 cubos de hielo, agua, una fruta que te guste y algo dulce
Despues de unos minutos
— Listo. Obedeci — y envio una foto
— Buena chica. Ahora quiero que busques todos tus juguetes y los coloques en tu cama. Saca una foto y me la envias
La foto de los dildos llego y luego le pedi que coma de la fruta y tome agua. Ella apresurada me envio una foto hot posando mientras comia
— Yo no te he pedido una foto - Le dije a secas
— Ok
Le dije que se ponga sus auriculares y le empece a enviar instrucciones en audios. Queria que se tocara lentamente los pechos, luego inclui los cubos de hielo y la hice ir hasta su concha para que se toque.
— Mandame una foto comiendo la frutilla - la foto fue enviada inmediatmente
Luego de unos minutos con una par instruciones mas le pedi que use uno de sus dildos. Lo empezo a usar y ella se empezo a notar mas ansiosa. Le dije que me envie un audio explicando como se sentira y estaba super caliente.
— Enviame un video de como te estas tocando
Tardo varios minutos y no pasaba nada
— Estas dudando?
Llego el video. Se la veia en la cama con el vibrador entre sus piernas y sus manos tocandose las tetas. Estaba incendiada.
Ella queria participar calentadome pero no la dejaba
— Me gustaria que fueran tus dedos
— No he pedido que hables Melissa
— Ok
— Ahora quiero que me muestres ese cuerpo que voy a cogerme pronto. Quiero que te saques una foto por arriba de tu hombre y donde pueda verte bien el culo
La foto vino enseguida siguiendo mis instrucciones.
La hice cambiar de vibrador y cuando menos se lo esperaba le dije
— Voy a hacer una video llamada pero mi camara y mi microfono van a estar apagados
Acepto la llamada y note que se habia puesto una bata, yo habia subido el nivel y ella se sintio expuesta. Encima yo sin camara ni microfono. Todo era intencional. La queria hacer sentir vulnerable. Estaba jugando con su cabeza, ella tenia que dar todo y no recibir nada a cambio.
— Puedes hablar? o tengo que leerte?
Le conteste por mensaje que no espere nada mas que instrucciones por mensajes. Su cara era super excitante, como expuesta, como diciendo “que mierda estoy haciendo expuesta asi? estoy loca?”
Le vi por primera vez en vivo. Me miraba intrigada, tenia una tanga muy fina. Le empece a dar instrucciones.
— Ahora vas a ir contra la pared. Vas a apoyar tu manos en la pared y separar tus piernas. Y luego quiero que te chatees el culo bien fuerte
Era increible ver como ella seguia mis ordenes. Fue y lo hizo y la nalgueada fue mucho mas fuerte de lo que yo esperaba. Eso me dio un indicio de que tan duro yo podia darle.
— Anda a la cama, agarra el dido rosa y metelo un poco.
Ella estaba ya rendida. super excitada y caliente.
— Lo quiero mas a fondo y juga con tu clitoris.
Verla pajearse asi me puso al palo y cuando quise acordar tenia la verga afuera y me estaba dando duro. Empezo a temblar casi y pregunto
— Puedo acabar?
— No todavia.
Negarselo la excito mas. Su cara estaba desencajada, se mordia los labios y blanqueaba los ojos.
— Ahora podes acabar
Como si hubiese liberado a un animal solto el dildo y con los dedos empezo a pajearse fuerte el clitoris hasta que hizo un squirt muy intenso que inundó la cama. Nunca habia visto una cosa igual.
Me quede viendo como su respiracion se relajaba hasta que le corte
Depues de varios minutos volvio con una carga de preguntas
— Nunca habia sentido esto. Lo habias hecho antes? eres asi en la vida real? con tu ex?
— jaja estuvo muy bien. Todavia no has experimentado lo mejor
— Que me va a esperar cuando nos veamos
— No lo podes esperar pero te aseguro que no lo has vivido nunca
Yo estaba jugando con su cabeza. Todavia no sabia que iba a hacer con ella ni cuando pero seguro que algo iba a planear. Teniamos un encuentro en una semana.
2 comentarios - Dominando a Melissa - Conociendola