Después de aquella noche en la camioneta, algo cambió. No fue sutil. Fue como si se hubiera abierto una puerta que los dos sabíamos que existía, pero que nadie se había animado a tocar antes.
La forma en que me miraba, en que me escribía, en que se comportaba… todo tenía otro peso. Otra carga. Más entrega, más confianza. Más deseo también, pero de ese que no es solo físico, sino mental. Como si hubiera desbloqueado algo que ella tenía guardado hacía años.
Un día me lo confesó, sin vueltas:
—Durante mi matrimonio leí los libros de Cincuenta sombras. Y soñaba que él hiciera aunque sea una sola de esas cosas. Nunca pasó nada.
Lo dijo con una mezcla de bronca vieja y alivio de estar diciendo eso en voz alta. Y yo entendí que lo mío no era solo una novedad para ella. Era una especie de revancha contra todos esos años de deseo reprimido.
Me habló también de una película que le gustaba: 365 días. Yo no la había visto, así que la vi.
Después me dijo, sin rodeos:
—La escena que más me gusta es cuando la ata a la cama y tiene sexo con otra mujer en frente de ella.
Me lo dijo mirándome fijo. Desafiando. Probándome.
Yo me acerqué despacio, le acaricié el cuello y le susurré:
—Algún día te lo voy a hacer.
No sé si me creyó en ese momento, pero lo que le generó esa frase se notó en su respiración. En su mirada. Volvió a quedarse muda. Y esa era su forma de decir “sí”.
Empezamos a explorar otra dinámica. Más marcada. Más clara. Ya no era solo un juego. Era una entrega de roles. Y aunque a veces ella lo disfrazaba con humor o chicanas, yo sabía que lo necesitaba. Que por fin estaba haciendo realidad cosas que había imaginado sola, en silencio, durante años.
Para ayudarla a entender lo que sentía —o a ponerle nombre, al menos— le recomendé una película: The Secretary. Le dije que la mirara sola, sin apuro. Que después hablábamos.
A la noche me escribió:
—Entiendo muchas cosas ahora.
Yo tenía sed de más.
No era solo deseo. Era una necesidad más profunda. Quería un día entero. Un espacio sin relojes, sin apuros, sin interrupciones. Un lugar donde pudiera desplegar todo lo que tenía en la cabeza, sin atajos.
Empezamos a hablar de cómo hacerlo realidad. Las casas estaban descartadas, así que me puse a buscar hoteles. Vi varias opciones, pero no me servía cualquier cosa. Necesitaba algo que fuera escenario, no solo refugio. Un baño amplio con jacuzzi, una cama grande con respaldo firme —por si quería usar las esposas—, un sillón aparte, una mesa ratona donde pudiera improvisar. No era capricho. Era preparación.
Ella, por supuesto, trató de anticipar. Siempre con esa mezcla de ansiedad y fantasía que la caracterizaba. Quería saber. Imaginaba. Pero esta vez fui yo quien eligió qué revelar.
Le dije que antes de ir al hotel íbamos a pasar por un sex shop. Que íbamos a entrar los dos y, en silencio, cada uno iba a elegir un artículo. Sin comentarios, sin consultar. Solo elección.
También le advertí —porque a esta altura ya lo llamábamos así— que la sesión iba a ser larga. Que viniera preparada. Que no era un encuentro más.
Desde ese momento, se empezó a vivir en la previa.
Nos escribíamos todos los días. Ella me mandaba mensajes desde el trabajo, desde la cocina, mientras ayuda con tareas a sus hijos. Yo respondía marcando el tono, controlando el ritmo. Por las noches, a veces, me llamaba con esa voz entre susurro y súplica. No siempre teníamos que hacer algo. A veces solo quería que la guiara, que le dijera cosas. Y yo la llevaba, con palabras, hasta el borde.
Me confesó que soñaba con lo que podía pasar en el hotel. Que se despertaba a las tres de la mañana, agitada, cruzada por escenas que no podía sacarse de la cabeza. Que había noches en las que no podía más y se masturbaba en silencio, con el cuerpo encendido y mi voz rebotando en su memoria.
Y yo, mientras tanto, seguía planeando.
Porque lo que venía no era improvisación. Era el principio de algo más serio. Más profundo. Más intenso.
Y ella… ya estaba completamente adentro.
Era un viernes y habíamos quedado en tener un rato juntos, aunque fuera virtual. Un encuentro por llamada, por voz, por ese canal que habíamos aprendido a usar para incendiarnos a distancia. Pero ese viernes ella tardó. Mucho.
Responsabilidades de madre. Cosas que pasan. Lo entendía. Pero yo había prometido que, si no cumplía, iba a haber castigo.
Y cumplí.
Entre sus juguetes tenía un plug anal. Me lo había mostrado una noche, medio en broma, esperando mi reacción. Yo no dije nada en su momento. Solo lo registré. Lo guardé mentalmente.
Así que el castigo fue simple: no se lo podía sacar del orto durante un día entero. Desde que se levantara el sábado hasta que terminara la cena con sus amigas. Todas las tareas del día, todas, debía hacerlas con eso puesto y le dije que en cualquier momento yo podia escribirle para pedirle pruebas y que ni se le ocurra desobedecer.
No me discutió. Me dijo que sí, que lo haría. Como si ya hubiese entendido que no se trataba solo de obedecer, sino de entregarse a una experiencia que iba mucho más allá del cuerpo.
El sábado me escribió temprano. Me contó que tenía una sesión de masajes por la mañana. “Va a ser incómodo”, me puso. Y yo le respondí solo con un “mejor”. Durante toda la sesión tenia su cabeza en el plug insertado en el ano mientras la masajista la recorria, confesó que se calento cada vez que le tocaba las tetas.
Pero lo más complicado venía después: la cena con sus amigas. Un grupo de mujeres que la conocían bien, que la hacían reír, que le preguntaban de todo. Y ella iba a estar ahí, sentada, tomando vino, sonriendo, pero con el cuerpo encendido por dentro. Conmigo en la cabeza. Con mi orden presente.
Y eso, para mí, era parte del plan. Que no pudiera apagarme ni aunque quisiera.
— Que parte de tu cuerpo crees que va a sufrir mas en el hotel?
— Mi culo - respondió sin dudas
— Lo estoy entrenando ahora y parece que lo hace bien
— Estoy tratando
— Tengo confianza que tenes un culo bien entrenado, ya lo probe con uno de mis dedos.
— Eso creo
— Esta noche vas a pensar que es mi pija la que tienes en el culo y que recuerdes que tienes eso ahi porque yo lo dije. Van a haber momentos que tus amigas hablen de cualquier tema y vos solo vas a pensar en como te esta doliendo la cola.
— Lo se - dijo con una mezcla de sufrimiento y calentura
— Y quiero que sepas que en cualquier momento puedo pedir ir al baño para que te masturbes
Toda esa conversación la volvia loca. Estaba muy entusiasmada de ir a la cena y en parte era porque me sentia presente todo el tiempo. Al control de lo que ella hacia.
— Ya estoy en lo de mi amiga
— Ok. Entra y saluda. Luego vas a escribirme y me vas a contra con detalles quienes estan ahi. Quiero saber el escenario con tus opiniones incluidasPasaron uno 15 o 20 minutos y llegaron sus mensajes con el contexto
—Está la “Farmaceutica”. Vive sola. Estuvo cinco años con un tipo que estaba separado pero seguía viendo a la esposa. Compraron una casa juntos, iban a intentar tener un hijo… pero el tipo volvió con la mujer, por los hijos. Igual la sigue cogiendo, pero ya no tienen “nada serio”. Ella está rota, pero dice que ya lo superó.
—Y también está la “Ama de casa”. Tiene guita, pero el marido sufre de depresión, no tienen sexo, y ella lo engaña cada tanto. Odia hacer sexo oral, dice que no es “lo suyo”.
Leí todo eso y sonreí.
No por burlarme de sus historias —cada una tenía su drama propio— sino porque me gustaba saber que ella estaba ahí, con su vestido ajustado, sentada en una mesa con dos mujeres que hablaban de frustración, de resignación, de hombres que no sabían qué hacer con ellas… mientras ella, en silencio, se sentía completamente distinta.
Ella tenía un secreto. Y ese secreto era mío.
Yo no necesitaba estar en esa casa para estar presente. Estaba en cada cruce de piernas, en cada copa de vino que la hacía recordar que adentro suyo llevaba una orden. Estaba en cada mirada que desviaba, en cada pausa que hacía para disimular la excitación.
Y sabía que cuando volviera a casa, iba a necesitar contarme todo. Porque a esta altura, ya no podía separar lo que vivía de lo que le generaba estar bajo mi control.
— Ok. Vas a tomar vodka hasta las 9 y ahi cambias a vino. No puede decir nada de tu plug hasta que yo te lo diga
— Ok
Yo esa noche estaba con mi hijo viendo una pelicula pero mi atencion estaba en el telefono. Solo queria que se durmiera para poder dedicarme enteramente al control remoto.
Pasaban varios minutos y decidi preguntar
— De que hablan? quiero saber los temas/
— Sexo, hombres, engaños… lo normal
— Pero que de sexo, mas detalles
— La Ama de casa tiene un nuevo chongo, esta hablando de juguetes y de como hacen para que no los atrapen. La Farmaceutica lleva 2 meses sin coger
Pasaron las 9 y le ordene que pasara a tomar vino. Llego una foto con un mensaje
— Mi nuevo juguete
Era de esas cintas de cuero con 4 amarres uno al lado del otro para atar muñecas y tobillos. Lo estaba mostrando una de sus amigas que se veia en la foto. Era una mujer un poco rellenita, pelo corto y castaño. Tenia ropa holgada asi que no se podia apreciar mucho mas. Tenia el puesto el juguete como para que la ensarten de atras.
— Es tuyo o de ella
— Me lo regalo ella
— O sea que es nuestro ahora
— Si por supuesto! me encanta y tambien me dio un latigo
Eso ultimo me sorprendio y me intereso. Basicamente me estaba ahorrando una compra. Luego siguio
— Estoy hablando de vos
— Que estas diciendo?
— Como empezamos, lo que queremos hacer. El hotel. Me estan dando recomendaciones para el sex shop
— Ah bien!
— Estoy contando la historia del auto
— Cual es la reaccion? Creen que estas loca o te envidian?
— Ellas saben que yo soy salvaje y que tengo historias.
— Describimelas fisicamente
— La Farmaceutica es mas bien baja, tetas chicas, tiene tatuajes. Un poco rellenita y linda cara. La Ama de casa es alta, tetas grandes. Buen cuerpo, no tiene mucho culo pero tiene unos buenos labios. Rubia.
— Buenos labios y no le gusta chupar la pija. Que desperdicio
— jajaja sos malo
Pasaron unos minutos en los que me estaba aburriendo asi que decidi pisar el acelerador
— Como esta mi (tu) culo?
— Duele un poco. Tengo que acomodarme para que no presione
— Ahora quiero que vayas al baño, te grabes masturbandote y me envies el video
— Si claro
Pasaron unos minutos de nuevo y luego recibi el video. Era un primer plano de su concha con sus dedos movimientos de lado lado y de pronto paraba e introducia uno con menos ritmo. 30 o 40 segundos de video y volvio al living con sus amigas.
Siguieron hablando de sexo, entre la charla, hablar de lo que habiamos hecho, que se fue a pajear al baño y que tenia el plug en el otro Melissa estaba muy caliente.
— Hemos hablado de la fantasia de verme coger a otra mujer. A cual de estas dos eligirias?
— A la Ama de casa - Contesto muy rapido
— Por que?
— Creo que seria un desafio y su actitud necesita alguien que la haga mierda
Pasaban ratos sin recibir mensajes porque obviamente estaba hablando con las amigas y de repente me tiraba diferentes mensajes
— Todas queremos ser violadas
— Interesante. Mandame la ubicacion entonces
Luego no contestaba por un rato
— La Farmaceutica quiere tener un Dom pero ella es un poco Dom tambien. Le gusta que la amordacen.
— Crees que ellas disfrutarian el tipo de juego que yo hago?
— Ellas te desean
En ese momento yo tenia ya la pija parada. Pero tambien sabia concretamente que no podia pasar nada. No podia dejar a mi hijo asi que salir estaba descartado.
— Explicame mas que quiere decir que me deseen
— Les gusta como dominas, como planeas
— Entonces no me desean a mi sino a lo que vos transmitis de mi que es incluso mejor. Cuentales la idea de irme para alla para saber que piensan
Melissa se los planteo en serio aunque yo y ella sabiamos que estaba descartado
— La Farmaceutica ama tu iniciativa y esta dispuesta. La Ama de casa esta mas reacia y dice que se lo han propuesto y nunca accedio.
Pasó como media hora sin que me escriba y yo ya estaba aburrido y cansado. Y escribio:
— Perdon! la Ama de casa se fue, estoy tomando algo con la Farmaceutica. Esta entusiasmada con tus ideas, quiere trio, no para de tirar
— Oh interesante. Contame mas - dije yo ansioso de matar mi aburrimiendo
No contesto por 20, 30 minutos y a la hora decidi irme a dormir. Derrotado por ser ignorado por mi Sub.
Me desperte a la mañana siguiente y tenia un mensaje de 5 minutos de Melissa!Transcribo lo que ella cuenta
— Son las 2:57 am y estoy dejando la casa de mi amiga. Como te dije la Ama de casa se fue y nosotras nos quedamos conversando y tomamos unos shots de licor.
Todo esto lo relataba con una voz de incredulidad. Con una ansiedad de lo que estaba por contar.
— Entonces ella me acompaña a la puerta para ayudarme con los regalos y a la hora de despedirme… me da un beso!! Un beso! pero intenso!
— Yo no reaccione del todo pero no me negue y me reia. Luego se hizo para atras diciendo “No perdon perdon” y dos segundos despues me tiro contra la puerta y me besó con mucha fuerza. Yo tire todo lo que tenia en la mano y la agarre del pelo! Lo cuento y no lo puedo creer!!
Seguia contando mientras iba manejando. Totalmente exaltada
— Sus manos levantaban mi vestido y me tocaba el culo. Me llevo de la mano hacia la habitacion y me tiro a la cama. Me besó delicadamente pero con sus manos me manejaba y tocaba con autoridad.
— Me besó desde la boca y fue bajando hasta que llegó a chuparmela. Por Dios! Yo no estaba tan ebria y de repende me vida disfrutando una chupada de concha de mi amiga!
— Yo no sabia bien como actuar y quise moverme para que hagamos un 69. Lo logre y llegar a su vulva! nunca lo habia hecho en mi vida!
— Se nego a que se la chupe o la toque! me dijo que a ella le gustaba “dar” y que no me permitia. Me dominó tambien!
— Saco un dildo y me cogio con una maestria increible, encima me empujaba el plug del culo!. Boca, dedos y dildo me hicieron acabar. Le moje toda la cama podes creer!
— Ay Fernando! todo esto es por vos! Esto si que no lo esperaba, estoy volviendo cual chica de 20 a las 3 am despues de una noche de experimentacion lesbica!
Mi unica reaccion a su mensaje de voz fue
— Guau! tenemos tema para hablar hoy
La forma en que me miraba, en que me escribía, en que se comportaba… todo tenía otro peso. Otra carga. Más entrega, más confianza. Más deseo también, pero de ese que no es solo físico, sino mental. Como si hubiera desbloqueado algo que ella tenía guardado hacía años.
Un día me lo confesó, sin vueltas:
—Durante mi matrimonio leí los libros de Cincuenta sombras. Y soñaba que él hiciera aunque sea una sola de esas cosas. Nunca pasó nada.
Lo dijo con una mezcla de bronca vieja y alivio de estar diciendo eso en voz alta. Y yo entendí que lo mío no era solo una novedad para ella. Era una especie de revancha contra todos esos años de deseo reprimido.
Me habló también de una película que le gustaba: 365 días. Yo no la había visto, así que la vi.
Después me dijo, sin rodeos:
—La escena que más me gusta es cuando la ata a la cama y tiene sexo con otra mujer en frente de ella.
Me lo dijo mirándome fijo. Desafiando. Probándome.
Yo me acerqué despacio, le acaricié el cuello y le susurré:
—Algún día te lo voy a hacer.
No sé si me creyó en ese momento, pero lo que le generó esa frase se notó en su respiración. En su mirada. Volvió a quedarse muda. Y esa era su forma de decir “sí”.
Empezamos a explorar otra dinámica. Más marcada. Más clara. Ya no era solo un juego. Era una entrega de roles. Y aunque a veces ella lo disfrazaba con humor o chicanas, yo sabía que lo necesitaba. Que por fin estaba haciendo realidad cosas que había imaginado sola, en silencio, durante años.
Para ayudarla a entender lo que sentía —o a ponerle nombre, al menos— le recomendé una película: The Secretary. Le dije que la mirara sola, sin apuro. Que después hablábamos.
A la noche me escribió:
—Entiendo muchas cosas ahora.
Yo tenía sed de más.
No era solo deseo. Era una necesidad más profunda. Quería un día entero. Un espacio sin relojes, sin apuros, sin interrupciones. Un lugar donde pudiera desplegar todo lo que tenía en la cabeza, sin atajos.
Empezamos a hablar de cómo hacerlo realidad. Las casas estaban descartadas, así que me puse a buscar hoteles. Vi varias opciones, pero no me servía cualquier cosa. Necesitaba algo que fuera escenario, no solo refugio. Un baño amplio con jacuzzi, una cama grande con respaldo firme —por si quería usar las esposas—, un sillón aparte, una mesa ratona donde pudiera improvisar. No era capricho. Era preparación.
Ella, por supuesto, trató de anticipar. Siempre con esa mezcla de ansiedad y fantasía que la caracterizaba. Quería saber. Imaginaba. Pero esta vez fui yo quien eligió qué revelar.
Le dije que antes de ir al hotel íbamos a pasar por un sex shop. Que íbamos a entrar los dos y, en silencio, cada uno iba a elegir un artículo. Sin comentarios, sin consultar. Solo elección.
También le advertí —porque a esta altura ya lo llamábamos así— que la sesión iba a ser larga. Que viniera preparada. Que no era un encuentro más.
Desde ese momento, se empezó a vivir en la previa.
Nos escribíamos todos los días. Ella me mandaba mensajes desde el trabajo, desde la cocina, mientras ayuda con tareas a sus hijos. Yo respondía marcando el tono, controlando el ritmo. Por las noches, a veces, me llamaba con esa voz entre susurro y súplica. No siempre teníamos que hacer algo. A veces solo quería que la guiara, que le dijera cosas. Y yo la llevaba, con palabras, hasta el borde.
Me confesó que soñaba con lo que podía pasar en el hotel. Que se despertaba a las tres de la mañana, agitada, cruzada por escenas que no podía sacarse de la cabeza. Que había noches en las que no podía más y se masturbaba en silencio, con el cuerpo encendido y mi voz rebotando en su memoria.
Y yo, mientras tanto, seguía planeando.
Porque lo que venía no era improvisación. Era el principio de algo más serio. Más profundo. Más intenso.
Y ella… ya estaba completamente adentro.
Era un viernes y habíamos quedado en tener un rato juntos, aunque fuera virtual. Un encuentro por llamada, por voz, por ese canal que habíamos aprendido a usar para incendiarnos a distancia. Pero ese viernes ella tardó. Mucho.
Responsabilidades de madre. Cosas que pasan. Lo entendía. Pero yo había prometido que, si no cumplía, iba a haber castigo.
Y cumplí.
Entre sus juguetes tenía un plug anal. Me lo había mostrado una noche, medio en broma, esperando mi reacción. Yo no dije nada en su momento. Solo lo registré. Lo guardé mentalmente.
Así que el castigo fue simple: no se lo podía sacar del orto durante un día entero. Desde que se levantara el sábado hasta que terminara la cena con sus amigas. Todas las tareas del día, todas, debía hacerlas con eso puesto y le dije que en cualquier momento yo podia escribirle para pedirle pruebas y que ni se le ocurra desobedecer.
No me discutió. Me dijo que sí, que lo haría. Como si ya hubiese entendido que no se trataba solo de obedecer, sino de entregarse a una experiencia que iba mucho más allá del cuerpo.
El sábado me escribió temprano. Me contó que tenía una sesión de masajes por la mañana. “Va a ser incómodo”, me puso. Y yo le respondí solo con un “mejor”. Durante toda la sesión tenia su cabeza en el plug insertado en el ano mientras la masajista la recorria, confesó que se calento cada vez que le tocaba las tetas.
Pero lo más complicado venía después: la cena con sus amigas. Un grupo de mujeres que la conocían bien, que la hacían reír, que le preguntaban de todo. Y ella iba a estar ahí, sentada, tomando vino, sonriendo, pero con el cuerpo encendido por dentro. Conmigo en la cabeza. Con mi orden presente.
Y eso, para mí, era parte del plan. Que no pudiera apagarme ni aunque quisiera.
— Que parte de tu cuerpo crees que va a sufrir mas en el hotel?
— Mi culo - respondió sin dudas
— Lo estoy entrenando ahora y parece que lo hace bien
— Estoy tratando
— Tengo confianza que tenes un culo bien entrenado, ya lo probe con uno de mis dedos.
— Eso creo
— Esta noche vas a pensar que es mi pija la que tienes en el culo y que recuerdes que tienes eso ahi porque yo lo dije. Van a haber momentos que tus amigas hablen de cualquier tema y vos solo vas a pensar en como te esta doliendo la cola.
— Lo se - dijo con una mezcla de sufrimiento y calentura
— Y quiero que sepas que en cualquier momento puedo pedir ir al baño para que te masturbes
Toda esa conversación la volvia loca. Estaba muy entusiasmada de ir a la cena y en parte era porque me sentia presente todo el tiempo. Al control de lo que ella hacia.
— Ya estoy en lo de mi amiga
— Ok. Entra y saluda. Luego vas a escribirme y me vas a contra con detalles quienes estan ahi. Quiero saber el escenario con tus opiniones incluidasPasaron uno 15 o 20 minutos y llegaron sus mensajes con el contexto
—Está la “Farmaceutica”. Vive sola. Estuvo cinco años con un tipo que estaba separado pero seguía viendo a la esposa. Compraron una casa juntos, iban a intentar tener un hijo… pero el tipo volvió con la mujer, por los hijos. Igual la sigue cogiendo, pero ya no tienen “nada serio”. Ella está rota, pero dice que ya lo superó.
—Y también está la “Ama de casa”. Tiene guita, pero el marido sufre de depresión, no tienen sexo, y ella lo engaña cada tanto. Odia hacer sexo oral, dice que no es “lo suyo”.
Leí todo eso y sonreí.
No por burlarme de sus historias —cada una tenía su drama propio— sino porque me gustaba saber que ella estaba ahí, con su vestido ajustado, sentada en una mesa con dos mujeres que hablaban de frustración, de resignación, de hombres que no sabían qué hacer con ellas… mientras ella, en silencio, se sentía completamente distinta.
Ella tenía un secreto. Y ese secreto era mío.
Yo no necesitaba estar en esa casa para estar presente. Estaba en cada cruce de piernas, en cada copa de vino que la hacía recordar que adentro suyo llevaba una orden. Estaba en cada mirada que desviaba, en cada pausa que hacía para disimular la excitación.
Y sabía que cuando volviera a casa, iba a necesitar contarme todo. Porque a esta altura, ya no podía separar lo que vivía de lo que le generaba estar bajo mi control.
— Ok. Vas a tomar vodka hasta las 9 y ahi cambias a vino. No puede decir nada de tu plug hasta que yo te lo diga
— Ok
Yo esa noche estaba con mi hijo viendo una pelicula pero mi atencion estaba en el telefono. Solo queria que se durmiera para poder dedicarme enteramente al control remoto.
Pasaban varios minutos y decidi preguntar
— De que hablan? quiero saber los temas/
— Sexo, hombres, engaños… lo normal
— Pero que de sexo, mas detalles
— La Ama de casa tiene un nuevo chongo, esta hablando de juguetes y de como hacen para que no los atrapen. La Farmaceutica lleva 2 meses sin coger
Pasaron las 9 y le ordene que pasara a tomar vino. Llego una foto con un mensaje
— Mi nuevo juguete
Era de esas cintas de cuero con 4 amarres uno al lado del otro para atar muñecas y tobillos. Lo estaba mostrando una de sus amigas que se veia en la foto. Era una mujer un poco rellenita, pelo corto y castaño. Tenia ropa holgada asi que no se podia apreciar mucho mas. Tenia el puesto el juguete como para que la ensarten de atras.
— Es tuyo o de ella
— Me lo regalo ella
— O sea que es nuestro ahora
— Si por supuesto! me encanta y tambien me dio un latigo
Eso ultimo me sorprendio y me intereso. Basicamente me estaba ahorrando una compra. Luego siguio
— Estoy hablando de vos
— Que estas diciendo?
— Como empezamos, lo que queremos hacer. El hotel. Me estan dando recomendaciones para el sex shop
— Ah bien!
— Estoy contando la historia del auto
— Cual es la reaccion? Creen que estas loca o te envidian?
— Ellas saben que yo soy salvaje y que tengo historias.
— Describimelas fisicamente
— La Farmaceutica es mas bien baja, tetas chicas, tiene tatuajes. Un poco rellenita y linda cara. La Ama de casa es alta, tetas grandes. Buen cuerpo, no tiene mucho culo pero tiene unos buenos labios. Rubia.
— Buenos labios y no le gusta chupar la pija. Que desperdicio
— jajaja sos malo
Pasaron unos minutos en los que me estaba aburriendo asi que decidi pisar el acelerador
— Como esta mi (tu) culo?
— Duele un poco. Tengo que acomodarme para que no presione
— Ahora quiero que vayas al baño, te grabes masturbandote y me envies el video
— Si claro
Pasaron unos minutos de nuevo y luego recibi el video. Era un primer plano de su concha con sus dedos movimientos de lado lado y de pronto paraba e introducia uno con menos ritmo. 30 o 40 segundos de video y volvio al living con sus amigas.
Siguieron hablando de sexo, entre la charla, hablar de lo que habiamos hecho, que se fue a pajear al baño y que tenia el plug en el otro Melissa estaba muy caliente.
— Hemos hablado de la fantasia de verme coger a otra mujer. A cual de estas dos eligirias?
— A la Ama de casa - Contesto muy rapido
— Por que?
— Creo que seria un desafio y su actitud necesita alguien que la haga mierda
Pasaban ratos sin recibir mensajes porque obviamente estaba hablando con las amigas y de repente me tiraba diferentes mensajes
— Todas queremos ser violadas
— Interesante. Mandame la ubicacion entonces
Luego no contestaba por un rato
— La Farmaceutica quiere tener un Dom pero ella es un poco Dom tambien. Le gusta que la amordacen.
— Crees que ellas disfrutarian el tipo de juego que yo hago?
— Ellas te desean
En ese momento yo tenia ya la pija parada. Pero tambien sabia concretamente que no podia pasar nada. No podia dejar a mi hijo asi que salir estaba descartado.
— Explicame mas que quiere decir que me deseen
— Les gusta como dominas, como planeas
— Entonces no me desean a mi sino a lo que vos transmitis de mi que es incluso mejor. Cuentales la idea de irme para alla para saber que piensan
Melissa se los planteo en serio aunque yo y ella sabiamos que estaba descartado
— La Farmaceutica ama tu iniciativa y esta dispuesta. La Ama de casa esta mas reacia y dice que se lo han propuesto y nunca accedio.
Pasó como media hora sin que me escriba y yo ya estaba aburrido y cansado. Y escribio:
— Perdon! la Ama de casa se fue, estoy tomando algo con la Farmaceutica. Esta entusiasmada con tus ideas, quiere trio, no para de tirar
— Oh interesante. Contame mas - dije yo ansioso de matar mi aburrimiendo
No contesto por 20, 30 minutos y a la hora decidi irme a dormir. Derrotado por ser ignorado por mi Sub.
Me desperte a la mañana siguiente y tenia un mensaje de 5 minutos de Melissa!Transcribo lo que ella cuenta
— Son las 2:57 am y estoy dejando la casa de mi amiga. Como te dije la Ama de casa se fue y nosotras nos quedamos conversando y tomamos unos shots de licor.
Todo esto lo relataba con una voz de incredulidad. Con una ansiedad de lo que estaba por contar.
— Entonces ella me acompaña a la puerta para ayudarme con los regalos y a la hora de despedirme… me da un beso!! Un beso! pero intenso!
— Yo no reaccione del todo pero no me negue y me reia. Luego se hizo para atras diciendo “No perdon perdon” y dos segundos despues me tiro contra la puerta y me besó con mucha fuerza. Yo tire todo lo que tenia en la mano y la agarre del pelo! Lo cuento y no lo puedo creer!!
Seguia contando mientras iba manejando. Totalmente exaltada
— Sus manos levantaban mi vestido y me tocaba el culo. Me llevo de la mano hacia la habitacion y me tiro a la cama. Me besó delicadamente pero con sus manos me manejaba y tocaba con autoridad.
— Me besó desde la boca y fue bajando hasta que llegó a chuparmela. Por Dios! Yo no estaba tan ebria y de repende me vida disfrutando una chupada de concha de mi amiga!
— Yo no sabia bien como actuar y quise moverme para que hagamos un 69. Lo logre y llegar a su vulva! nunca lo habia hecho en mi vida!
— Se nego a que se la chupe o la toque! me dijo que a ella le gustaba “dar” y que no me permitia. Me dominó tambien!
— Saco un dildo y me cogio con una maestria increible, encima me empujaba el plug del culo!. Boca, dedos y dildo me hicieron acabar. Le moje toda la cama podes creer!
— Ay Fernando! todo esto es por vos! Esto si que no lo esperaba, estoy volviendo cual chica de 20 a las 3 am despues de una noche de experimentacion lesbica!
Mi unica reaccion a su mensaje de voz fue
— Guau! tenemos tema para hablar hoy
3 comentarios - Dominando a Melissa (real) - La noche con sus amigas
por cierto... no hubo más nada con Sole y Pily?