—¿Me dejás hacerlo acabar a él? Me pregunta la trola hermosa de mi novia
No hace falta decir nada. Absolutamente nada.
En esa habitación de telo estaba pasando la guerra que siempre quise.
Me acomodo en el sillón con la pija todavía húmeda, respirando hondo, pero sin perderme nada. Porque lo que tengo delante es arte. El show estaba por empezar otra vez y yo tengo el mejor asiento.
Flor lo agarra de la pija, que sigue parada como una lanza, y sin decir nada lo guía hasta la cama. Se sube, se pone en cuatro, arquea bien la espalda y saca culo.
—Cógeme en cuatro —le dice, sin mirarlo, con esa voz de puta que me rompe el bocho.
El rubio se acomoda detrás, se agarra la pija con una mano y con la otra le abre los labios de la concha, que brilla toda mojada. Se la apoya en la entrada, y empieza a empujar despacio. jugando.
Veo cómo la cabeza de su pija se abre paso, rozando los labios rosados, que se abren como una flor. Entra despacio, con esa presión hermosa que hace que ella largue un gemido bajo, cargado de placer.
Y yo ahi, viéndolos, no puedo más. Me agarro la pija con una mano y empiezo a pajearme, lento, mirando cómo se la mete. Estoy viendo porno en vivo, pero con mi novia, y me calienta como nada en el mundo.
Él le agarra la cintura con las dos manos, se afirma bien y empieza a culeársela con más fuerza. Las embestidas se vuelven rítmicas, sucias, con ese sonido mojado de piel contra piel. Flor gime con cada golpe, cada vez más fuerte, como si se la estuvieran arrancando de placer. Le tiembla el cuerpo. Se le sacude el culo con cada bombeo.
Y yo… no puedo parar de pajearme.
Él sigue cogiéndola en cuatro, subiendo la intensidad. Ya no hay ritmo lento ni movimientos suaves: la está empujando como un animal, con las manos clavadas en su cintura, haciendo que cada embestida suene húmeda, violenta, deliciosa.
Flor gime descontrolada. Cada golpe le arranca un ruido distinto, profundo, sucio. Le tiembla el cuerpo, se le sacude el culo, y lo pide todo. No se guarda nada.
—¡Cógeme por puta! — le grita de repente, con esa voz de putita, vuelta loca, como si necesitara más, como si no fuera suficiente.
Yo ya estaba re caliente de nuevo. Sentado en el sillón, pajeándome con la escena más morbosa que vi en mi vida. Tenía asiento preferencial para una película que era mejor que cualquier fantasía. Me la sacudía con ganas, viendo cómo Flor era cogida sin piedad por otro, y eso me explotaba la cabeza.
Ella gira la cara para mirarme, gimiendo, con la boca entreabierta y los ojos húmedos. Se muerde el labio mientras gime, como si se calentara más al verme pajeándome por ella. Se lo está cogiendo con la mirada, pero también me lo está haciendo a mí, desde lejos.
De repente él le da un chirlo en el culo. ¡PAH! El sonido resuena en toda la habitación. Flor se estremece entera y lanza un gemido agudo, casi gritando. Le da otro. Y otro. Y con cada golpe ella se vuelve más loca, más puta, más entregada, mas trola.
Él la agarra del pelo, fuerte, la tira hacia atrás y se la clava con todas sus fuerzas. La pija le entra entera, hasta el fondo, una y otra vez, como si quisiera romperla del placer. La coge con fuerza, y ella lo recibe encantada, gemiendo como una puta.
Y yo… pajeándome al borde de acabar, viéndolos como si estuviera frente a un incendio. Uno que no quería apagar.
El rubio sigue dándole bomba con todas sus fuerzas.
Cada embestida contra el cuerpo de ella es éxtasis para todos. La postal de ver como se la clavan en cuatro, gimiendo, arqueando espalda, y emputecida es sublime.
—¡Dame toda la leche! — le pide, sabiendo lo que estaba por pasar.
Él se aprieta los dientes, la agarra con fuerza de las caderas y mete los últimos bombazos profundos, casi desesperados. La pija se le ve más hinchada, más tensa, a punto de explotar.
Se la saca de golpe, húmeda, roja, palpitando.
Y en un segundo, con un gemido fuerte, estalla contra el culo de Flor.
Le empieza a acabar encima, a lo bestia. Un primer chorro grueso y caliente le cae directo en el medio del culo, y después otro, y otro más. Le llena todo el culo de leche caliente, blanca, espesa. La recubre entera, desde la espalda baja hasta las curvas redondas del orto hermoso de mi novia.
Flor, con la cabeza apoyada en el colchón, lo mira y sonríe entre gemidos suaves. Se muerde el labio al sentir cómo le chorrea la leche, bajando lento, pegajosa, tibia.
Y ahí está mi novia… toda acabada, con el culo cubierto de la leche de otro. Y me calienta el alma!
El se queda ahí recuperando el aliento, acabado, con la pija todavía goteando, mirando la obra de arte que acababa de firmar. Respirando fuerte, como si le hubieran arrancado el alma en ese orgasmo.
Y yo… sigo recibiendo ese show como un regalo.
Con la pija en la mano, la cabeza a punto de estallar… y la morocha saliendo del baño...
No hace falta decir nada. Absolutamente nada.
En esa habitación de telo estaba pasando la guerra que siempre quise.
Me acomodo en el sillón con la pija todavía húmeda, respirando hondo, pero sin perderme nada. Porque lo que tengo delante es arte. El show estaba por empezar otra vez y yo tengo el mejor asiento.
Flor lo agarra de la pija, que sigue parada como una lanza, y sin decir nada lo guía hasta la cama. Se sube, se pone en cuatro, arquea bien la espalda y saca culo.
—Cógeme en cuatro —le dice, sin mirarlo, con esa voz de puta que me rompe el bocho.
El rubio se acomoda detrás, se agarra la pija con una mano y con la otra le abre los labios de la concha, que brilla toda mojada. Se la apoya en la entrada, y empieza a empujar despacio. jugando.
Veo cómo la cabeza de su pija se abre paso, rozando los labios rosados, que se abren como una flor. Entra despacio, con esa presión hermosa que hace que ella largue un gemido bajo, cargado de placer.
Y yo ahi, viéndolos, no puedo más. Me agarro la pija con una mano y empiezo a pajearme, lento, mirando cómo se la mete. Estoy viendo porno en vivo, pero con mi novia, y me calienta como nada en el mundo.
Él le agarra la cintura con las dos manos, se afirma bien y empieza a culeársela con más fuerza. Las embestidas se vuelven rítmicas, sucias, con ese sonido mojado de piel contra piel. Flor gime con cada golpe, cada vez más fuerte, como si se la estuvieran arrancando de placer. Le tiembla el cuerpo. Se le sacude el culo con cada bombeo.
Y yo… no puedo parar de pajearme.
Él sigue cogiéndola en cuatro, subiendo la intensidad. Ya no hay ritmo lento ni movimientos suaves: la está empujando como un animal, con las manos clavadas en su cintura, haciendo que cada embestida suene húmeda, violenta, deliciosa.
Flor gime descontrolada. Cada golpe le arranca un ruido distinto, profundo, sucio. Le tiembla el cuerpo, se le sacude el culo, y lo pide todo. No se guarda nada.
—¡Cógeme por puta! — le grita de repente, con esa voz de putita, vuelta loca, como si necesitara más, como si no fuera suficiente.
Yo ya estaba re caliente de nuevo. Sentado en el sillón, pajeándome con la escena más morbosa que vi en mi vida. Tenía asiento preferencial para una película que era mejor que cualquier fantasía. Me la sacudía con ganas, viendo cómo Flor era cogida sin piedad por otro, y eso me explotaba la cabeza.
Ella gira la cara para mirarme, gimiendo, con la boca entreabierta y los ojos húmedos. Se muerde el labio mientras gime, como si se calentara más al verme pajeándome por ella. Se lo está cogiendo con la mirada, pero también me lo está haciendo a mí, desde lejos.
De repente él le da un chirlo en el culo. ¡PAH! El sonido resuena en toda la habitación. Flor se estremece entera y lanza un gemido agudo, casi gritando. Le da otro. Y otro. Y con cada golpe ella se vuelve más loca, más puta, más entregada, mas trola.
Él la agarra del pelo, fuerte, la tira hacia atrás y se la clava con todas sus fuerzas. La pija le entra entera, hasta el fondo, una y otra vez, como si quisiera romperla del placer. La coge con fuerza, y ella lo recibe encantada, gemiendo como una puta.
Y yo… pajeándome al borde de acabar, viéndolos como si estuviera frente a un incendio. Uno que no quería apagar.
El rubio sigue dándole bomba con todas sus fuerzas.
Cada embestida contra el cuerpo de ella es éxtasis para todos. La postal de ver como se la clavan en cuatro, gimiendo, arqueando espalda, y emputecida es sublime.
—¡Dame toda la leche! — le pide, sabiendo lo que estaba por pasar.
Él se aprieta los dientes, la agarra con fuerza de las caderas y mete los últimos bombazos profundos, casi desesperados. La pija se le ve más hinchada, más tensa, a punto de explotar.
Se la saca de golpe, húmeda, roja, palpitando.
Y en un segundo, con un gemido fuerte, estalla contra el culo de Flor.
Le empieza a acabar encima, a lo bestia. Un primer chorro grueso y caliente le cae directo en el medio del culo, y después otro, y otro más. Le llena todo el culo de leche caliente, blanca, espesa. La recubre entera, desde la espalda baja hasta las curvas redondas del orto hermoso de mi novia.
Flor, con la cabeza apoyada en el colchón, lo mira y sonríe entre gemidos suaves. Se muerde el labio al sentir cómo le chorrea la leche, bajando lento, pegajosa, tibia.
Y ahí está mi novia… toda acabada, con el culo cubierto de la leche de otro. Y me calienta el alma!
El se queda ahí recuperando el aliento, acabado, con la pija todavía goteando, mirando la obra de arte que acababa de firmar. Respirando fuerte, como si le hubieran arrancado el alma en ese orgasmo.
Y yo… sigo recibiendo ese show como un regalo.
Con la pija en la mano, la cabeza a punto de estallar… y la morocha saliendo del baño...
1 comentarios - 4. Noche de intercambio en Telo de San Telmo