Por Mariela
A todos ustedes…
Los hombres que me miran en la calle, en el cole, en el súper, en el bus…
Este mensaje es para vos. Para todos.
Porque sí, sé lo que provoco.
Y me encanta.
Soy esa mujer que parece correcta, una más.
La que lleva a sus hijas al colegio.
La que hace las compras con calma.
La que se sube al ómnibus con la ropa justa y la mirada tranquila.
Pero por dentro…
Estoy ardiendo.
Sé cómo me miran.
Sé que algunos bajan la vista apenas me ven.
Otros me siguen con los ojos hasta que doblo la esquina.
Y algunos más, los más valientes, me rozan en el bus, me apretan sin querer, me clavan la mirada en el supermercado.
Y yo no digo nada.
Al contrario…
Me excita.
Me mojo con esas miradas.
Con ese deseo que se les escapa por los ojos.
Con la idea de que me piensan, que se la tocan imaginándome.
Yo también me toco.
Pensando en ustedes.
En cómo me cogerían.
En cómo me usarían si no tuvieran miedo.
Si se animaran.
En el cole, mientras hablo con otras madres, me calienta saber que hay papás que me miran la boca cuando hablo.
Que piensan en ella chupando.
Y yo los dejo.
Porque me gusta.
Porque soy puta cuando quiero.
Y con ustedes… siempre quiero.
En el súper, me agacho lento.
Sé que alguno me está mirando el culo.
A veces me quedo unos segundos más, para darles tiempo de fantasear.
De grabar la imagen.
Y yo me voy más mojada que cuando entré.
En el ómnibus…
Es mi debilidad.
El roce, el apretón.
Ese bulto que me toca sin permiso.
Y yo, callada, quieta… pero caliente como nunca.
Me bajo en silencio, con las bragas mojadas.
Y fantaseo con que alguno de ustedes me sigue.
Y me coge detrás de un árbol.
O en un hotel barato.
O en su auto, sin preguntas, sin charla.
Solo deseo puro.
Soy Mariela.
Y sí, soy madre.
Soy esposa.
Pero también soy una mujer que vive para sentirse deseada.
Y cuando me mirás así…
Cuando tus ojos me recorren de arriba abajo…
te juro que me hacés sentir viva.
A todos ustedes…
Los hombres que me miran en la calle, en el cole, en el súper, en el bus…
Este mensaje es para vos. Para todos.
Porque sí, sé lo que provoco.
Y me encanta.
Soy esa mujer que parece correcta, una más.
La que lleva a sus hijas al colegio.
La que hace las compras con calma.
La que se sube al ómnibus con la ropa justa y la mirada tranquila.
Pero por dentro…
Estoy ardiendo.
Sé cómo me miran.
Sé que algunos bajan la vista apenas me ven.
Otros me siguen con los ojos hasta que doblo la esquina.
Y algunos más, los más valientes, me rozan en el bus, me apretan sin querer, me clavan la mirada en el supermercado.
Y yo no digo nada.
Al contrario…
Me excita.
Me mojo con esas miradas.
Con ese deseo que se les escapa por los ojos.
Con la idea de que me piensan, que se la tocan imaginándome.
Yo también me toco.
Pensando en ustedes.
En cómo me cogerían.
En cómo me usarían si no tuvieran miedo.
Si se animaran.
En el cole, mientras hablo con otras madres, me calienta saber que hay papás que me miran la boca cuando hablo.
Que piensan en ella chupando.
Y yo los dejo.
Porque me gusta.
Porque soy puta cuando quiero.
Y con ustedes… siempre quiero.
En el súper, me agacho lento.
Sé que alguno me está mirando el culo.
A veces me quedo unos segundos más, para darles tiempo de fantasear.
De grabar la imagen.
Y yo me voy más mojada que cuando entré.
En el ómnibus…
Es mi debilidad.
El roce, el apretón.
Ese bulto que me toca sin permiso.
Y yo, callada, quieta… pero caliente como nunca.
Me bajo en silencio, con las bragas mojadas.
Y fantaseo con que alguno de ustedes me sigue.
Y me coge detrás de un árbol.
O en un hotel barato.
O en su auto, sin preguntas, sin charla.
Solo deseo puro.
Soy Mariela.
Y sí, soy madre.
Soy esposa.
Pero también soy una mujer que vive para sentirse deseada.
Y cuando me mirás así…
Cuando tus ojos me recorren de arriba abajo…
te juro que me hacés sentir viva.
4 comentarios - Soy la que te calienta sin que lo sepas