Capítulo 4: Una Noche Inolvidable
El cumpleaños de Erica llegó, y Miguel había planeado una cena muy especial para celebrar la ocasión. Quería que esta noche fuera inolvidable, y había pensado en cada detalle para hacerla sentir única y deseada. El regalo que había preparado para su madre era algo que sabía que la sorprendería: un vestido transparente con un corte en la pierna, extremadamente sexy y revelador.
Erica, al regresar a casa, encontró una caja sobre su cama. Con curiosidad, la abrió y descubrió el vestido. Al sacarlo, notó lo transparente que era, dejando ver claramente la tanga y mostrando mucho de su piel. El escote profundo revelaba sus senos, y el corte en la pierna destacaba sus piernas largas y esbeltas. Se miró al espejo, admirando su reflejo. Sus pezones se marcaban bajo la tela, y su vello púbico se asomaba seductoramente. "Sería perfecto," pensó, pero dudó. "¿Cómo voy a estar así para mi hijo?"
Después de mucho pensar, decidió usarlo para no hacer sentir mal a Miguel. Se puso un brasier para darle un poco más de cobertura, pero decidió no usar tanga, sintiendo que el vestido era lo suficientemente atrevido por sí solo.
Llegó la noche, y Miguel había preparado una cena especial en el comedor. Cuando Erica entró, Miguel quedó sin aliento. Su madre se veía espectacular, y el vestido transparente resaltaba cada curva de su cuerpo. La abrazó con fuerza, sintiendo su cuerpo contra el suyo, y la invitó a sentarse a la mesa.
Durante la cena, hablaron de todo un poco, riendo y compartiendo historias. Erica se sentía feliz y agradecida por el detalle de su hijo. Bailaron al ritmo de una música suave, y Miguel no podía quitarle los ojos de encima. Se imaginaba acariciando su piel, besando sus labios, y sintiendo su cuerpo contra el suyo. Su excitación crecía con cada movimiento, cada mirada, y cada roce accidental.
Cuando la celebración comenzó a llegar a su fin, Erica se acercó a Miguel y lo abrazó. "Hijo, gracias por todo. Te amo, pero ¿por qué este vestido tan atractivo y atrevido?" preguntó, curiosa. Miguel, sorprendido, respondió: "Mamá, porque te lo mereces y te ves muy linda. Y como no usas vestidos así..." Erica asintió, sin sospechar nada. Para ella, esa noche había sido perfecta, llena de amor y atención de su hijo. No imaginaba la profundidad de los deseos de Miguel, ni el tormento interno que él vivía cada vez que la miraba.
El cumpleaños de Erica llegó, y Miguel había planeado una cena muy especial para celebrar la ocasión. Quería que esta noche fuera inolvidable, y había pensado en cada detalle para hacerla sentir única y deseada. El regalo que había preparado para su madre era algo que sabía que la sorprendería: un vestido transparente con un corte en la pierna, extremadamente sexy y revelador.
Erica, al regresar a casa, encontró una caja sobre su cama. Con curiosidad, la abrió y descubrió el vestido. Al sacarlo, notó lo transparente que era, dejando ver claramente la tanga y mostrando mucho de su piel. El escote profundo revelaba sus senos, y el corte en la pierna destacaba sus piernas largas y esbeltas. Se miró al espejo, admirando su reflejo. Sus pezones se marcaban bajo la tela, y su vello púbico se asomaba seductoramente. "Sería perfecto," pensó, pero dudó. "¿Cómo voy a estar así para mi hijo?"
Después de mucho pensar, decidió usarlo para no hacer sentir mal a Miguel. Se puso un brasier para darle un poco más de cobertura, pero decidió no usar tanga, sintiendo que el vestido era lo suficientemente atrevido por sí solo.
Llegó la noche, y Miguel había preparado una cena especial en el comedor. Cuando Erica entró, Miguel quedó sin aliento. Su madre se veía espectacular, y el vestido transparente resaltaba cada curva de su cuerpo. La abrazó con fuerza, sintiendo su cuerpo contra el suyo, y la invitó a sentarse a la mesa.
Durante la cena, hablaron de todo un poco, riendo y compartiendo historias. Erica se sentía feliz y agradecida por el detalle de su hijo. Bailaron al ritmo de una música suave, y Miguel no podía quitarle los ojos de encima. Se imaginaba acariciando su piel, besando sus labios, y sintiendo su cuerpo contra el suyo. Su excitación crecía con cada movimiento, cada mirada, y cada roce accidental.
Cuando la celebración comenzó a llegar a su fin, Erica se acercó a Miguel y lo abrazó. "Hijo, gracias por todo. Te amo, pero ¿por qué este vestido tan atractivo y atrevido?" preguntó, curiosa. Miguel, sorprendido, respondió: "Mamá, porque te lo mereces y te ves muy linda. Y como no usas vestidos así..." Erica asintió, sin sospechar nada. Para ella, esa noche había sido perfecta, llena de amor y atención de su hijo. No imaginaba la profundidad de los deseos de Miguel, ni el tormento interno que él vivía cada vez que la miraba.
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