Ya habían pasado diez días de que tenía a mi esclava temporal. La verdad que habían sido mucho mejor de lo que yo suponía, me sentía muy bien con Ana, y trataba que ella lo pasara igual. Digamos que nos complementábamos bastante bien, conversábamos mucho y ella cada día era más abierta conmigo. En el sexo ambos disfrutamos y bastante, incluso era un poco más participativa. Yo la seguía controlando, sin que ella se sintiera presa o perseguida por mi. En el trabajo ella era muy eficiente y organizada, tanto que nos sorprendió a todos, cada vez se le daba tareas más importantes y ella respondía satisfactoriamente. Le gustaba trabajar y más el ambiente en el trabajo, se sentía bien y orgullosa por lo que hacia, y se lo contaba a su prima. En eso diez días se había hecho bastante compinche de sus compañeras, incluso me pidió permiso para darle su numero de teléfono, al instante la agregaron al grupo de WhatsAap, las Brujas de la Oficina, un grupo interno de ellas.
En definitiva había visto un cambio profundo en ella. De una mujer triste, sumisa, con la mirada perdida y siempre mirando al piso, paso en diez días a una chica tímida, que hablaba poco y siempre tenia una sonrisa en el rostro, y una mirada más expresiva. En la casa ella se encargaba en su mayoría de las tareas del hogar, mientras que yo llegaba y trabaja un rato en mi oficina, también ayudaba un poco.
Como dije ella estaba muy contenta con su trabajo, pero sobre todo con poder socializar con otras mujeres. Yo seguía revisando todo lo que llegaba a su teléfono a través de mi computadora, y en el grupo la bombardeaban con la relación que teníamos, ella siempre decía que éramos amigos y yo la estaba ayudando. Esa semana la invitaron para el sábado a la tarde a una salida de mujeres, en realidad se juntaban en un centro comercial, miraba que había en las tiendas y luego tomaban un café u otra cosa.
Las Brujas de la Oficina, se componían de todas las mujeres administrativas que había en la empresa, eran cinco contado a Ana. Estaba Sonia que era la jefa, era la mas simpática y sociable y la más grande, 35 años, gordita y casada hacia poco, de mi total confianza. Carla, flaca y alta, dos hijos y recién divorciada, 32 años. Sofía, la más linda del grupo, solamente le ganaba Ana, 30 años, pelo negro, ojos verdes, piel blanca y de novia. Luna, la más pequeña, en tamaño y edad, 25 años, creemos que sale con uno de los choferes de la empresa. Todas eran muy buenas chicas, y le habían aceptado muy bien a Ana.
El día que la invitaron a la salida era miércoles, le dijeron con tiempo para que se organizara para el fin de semana. Yo lo leí en mi computadora, la notaba rara y no me decía nada, hacia las cosas de la casa, pero se la notaba distraída. Yo quería que confiara en mi y por sus propios medios me lo contara. En el desayuno, perfectamente preparado, se la veía pensativa.
YO: que te pasa, desde anoche que te noto rara- le dije mientras le limpiaba la boca con una servilleta- y no me digas nada, que estoy empezando a conocerte.
Ana: no es nada importante amo- le hice una mirada que le corrió un escalofrió- es una tontería, las chicas de la oficina me invitaron a tomar algo, pero yo las rechace.
Yo: Porque no?. Yo tengo confianza en ti, y se que te portaras bien.
Ana: En serio amo, de verdad me dejaría salir.
Yo: Si, eres digna de mi confianza, diles que sí.
Ni bien llego a la oficina, corrió a decirle la buena noticia. Como dije Ana se comportaba en muchos casos como una niña. Eso me daba la impresión del lavado de cerebro y sometimiento que había sido sometida por Juan Carlos.
El nivel de parloteo fue nunca visto en esta empresa, hablaban de donde ir, de que hacer. Y como es de suponer, estabas tan distraída que metieron la pata. A decir verdad Ana metió la pata. La pobre en medio de tanta emoción cargo mal un pedido, cambio los nombres de los clientes, mando un camión con mercadería a 250 km de distancia de la empresa, cuando llego se dio cuenta que no habían hecho ningún pedido, en realidad el cliente que había hecho el pedido estaba 80 km en dirección contraria. Esto fue un descalabro por había clientes que no recibirían mercadería ese día. Esto me obligo a mi a subirme a un camión y llevarle la mercadería a esos cliente. Cuando volví a la empresa estaba bastante enojado, agarre a todas las administrativas juntas. Intente serenarme, aunque no podía.
Yo: Hoy se ha cometido un error grave – intentaba sonar calmado, aunque por la cara de las chicas no parecía- es un error tonto que no debió pasar si prestamos atención- hice una pausa para respirar y vi que algunas me miraban con miedo, Ana parecía que se largaba a llorar en cualquier momento- Esto no puede volver a ocurrir, hoy se han tirado recursos de la empresa, sacrificio de los chicos del reparto que tuvieron que correr, y nuestro prestigio- todas estaban con la cabeza gacha- Ana a mi oficina ahora.
Ana ni bien entro a la oficina se quedo con la cabeza gacha, si bien estaba compungida, y con mucho miedo, enfrento la situación y el problema y me dijo:
Ana: Amo yo cometí el error, castígueme a mi, las chicas no tienen nada que ver.
Yo: Esta bien que te hagas cargo, pero somos un grupo, si uno falla, fallamos todos. Por eso tienen que estar más atenta y aprender de este error, recibirás un castigo, pero en casa, ahora vuelve a tu puesto a trabajar y da lo mejor- Si bien quería sonar duro, no quería pasarme, quería mostrarle otro mundo a Ana.
Ana volvió a su puesto y recibió el apoyo de todas sus compañeras, le daban ánimo y la alentaron a seguir. Como dije era el primer fallo de ella. Al terminar la jornada laboral nos fuimos a casa, yo la deje en esta, y le dije que tenía una reunión, que volvería para la cena. Ella parecía un ternero que se dirigía al matadero. Algo para resaltar, en el trabajo ella les había dicho a todo el mundo que vivía en la dirección que compartía con Juan Carlos, que era bastante lejos del trabajo, de ahí se tomaba el tren y yo la recogía en la estación y de ahí la llevaba al trabajo. Todo esto para evitar que se enteraran que vivía en mi casa.
Llegue a un café donde me esperaba mi amigo Raúl, para contarme todo lo del caso contra Juan Carlos, pero también estaba un amigo suyo, eran un destacado Psicólogo que ayudaba a la policía y a la justicia sobre todo en casos de abuso y maltrato, en su campo en el país es considerado una eminencia. Yo había estado hablando con él por teléfono, si bien en un principio era reacio a darme cualquier tipo de consejo o ayuda hasta no conocer o tratar a Ana, término cediendo por las presiones de Raúl.
Me tiro muchos datos buenos, pero lo que realmente me sirvió es que la persona que este con Ana, su pareja, debía ofrecerle toda la seguridad, ser el hombre que resuelva, el protector, y las decisiones importantes debían ser tomadas por esa persona. El hogar debía ser una zona segura, algo cálido para ella. Y lo mejor es que me dio algunos consejos para la cama, donde debía existir la rudeza y la violencia controlada, ya que seria un método de desahogo para ella. Pero después tendría que haber una compensación afectiva. Todo esto me sirvió muchísimo, incluso el doctor me recomendó conferencia de este tema que se podían encontrar en Youtube. Después de un rato más de charla, nos dejo solos, tenia que ir a dar clases a la Facultad, la verdad le mandaría unos vinos por su ayuda.
Cuando nos quedamos solos con Raúl me empezó a contar como iba la investigación de Juan Carlos, la verdad era más jugosa de lo que pensaba. Habían podido clonar los teléfonos de él y su esclavo Miguel, por lo que podían ver y escuchar lo que hacían. También le habían colocados micrófonos y cámaras en su casa, más una vigilancia muy discreta.
Juan Carlos la estaba pasando mal, de su sueño de ser capo de la marihuana, y posible socio del gordo Tony, paso a ser simplemente una mula. Por sus deudas y los últimos problemas en la ronda de póker de hace diez días, estaba hundido hasta el cuello de mierda. Entregaba la marihuana en parte de pago, y como no alcanzaba oficiaba él y Miguel como mulas llevando marihuana, pastillas y cocaína a las principales fiestas de la ciudad por la noche. Si bien ya tenían suficientes pruebas contra Juan Carlos y Miguel querían que estos les aportaran más pruebas contra el gordo Tony, pruebas que fueran irrefutables, y cuanto más tiempo estuvieran con él, más podían escuchar sus conversaciones. Aunque debía ser un equilibrio por que cuanto más tiempo pasara mayor era el riesgo que algo se filtrara. Por eso mi amigo me aviso que tuviera cuidado con él, por que algo estaba tramando.
Ya en mi camioneta pude ver mi computadora, y vi que Ana le había escrito a su prima, y le contaba lo mal que estaba por el error de hoy. Estaba muy preocupada por que pensaba que le iba a retirar sus privilegios, el poder trabajar, tener amigas o el teléfono. También estaba amargada porque sentía que me había defraudado. Era algo de lo que me había hablado el psicólogo, la gente se acostumbra rápido a la buena vida. Ella estaba acostumbrada a una vida muy dura, y en comparación lo que yo le daba es un privilegio.
Al llegar a la casa todo estaba impecable, ella había hecho una comida espectacular, luciéndose, estaba muy linda, se había arreglado. Quería congraciarse conmigo a toda costa. En la cena hablamos de todo un poco, de lo cansado que estábamos ambos, le pregunte por su prima, siempre lo hacia, me conto que seguía mal su relación con su pareja. Se la veían nerviosa o ansiosa por saber cual seria su castigo, creo que tampoco espero que yo actuara como si nada, sin hacer mención al episodio.
Ya en la habitación nos desnudamos como todas las noches. Pero antes que nada le ordene que se pusiera en cuatro arriba de la cama para recibir su castigo. Tardo una fracción de segundo como no entendiendo, pero lo hizo al momento. Amase y apreté bien fuerte sus nalgas, las repase mucho.
Yo: Hoy perrita me has hecho trabajar mucho, y enojar más, creo que eso merece un castigo – le decía mientras seguía apretando sus nalgas- veinte nalgadas creo que serán suficiente para descargarme, cuéntalas perrita.
No deje que asimilara lo que había dicho, cuando descarte mi mano en su culo, no fue fuerte, pero fue lo suficiente como para que le doliera, su nalga derecha quedó roja al instante y sobre la misma su otra nalga recibió el mismo tratamiento, ella llevaba muy bien la cuenta. Ya cuando llevaba diez ya tenían una erección bastante fuerte, la tenía dura como la roca. Seguí y no me detuve, mi mano ya la tenía cansada y su culo estaba de color rojo oscuro. Cuando termine ella suspiro, como si fuera un alivio, busque el bote de crema qué usaba para curar su ano, no había parado de aplicárselo en estos diez días desde que se lo había rotó. Ella me miró pero no dijo nada, ni se movió de su posición.
Yo: como tu dueño debo de cuidar tu bienestar- dije mientras daba una lamida en sus nalgas, su piel se puso crespa y un escalofrío la recorrió- tranquila yo te cuido.
Como había hecho en todo estos días aplique bastante crema en mis dedos. Mientras que mi lengua recorría sus rojas nalgas, buscaba aliviar el escozor. Mientras mis dedos masajeaban su ano, en un par de minutos su vulva estaba impregnada de sus flujos y eso que ni la había tocado ahí. Eso hizo que como acto reflejo llevara mi lengua a probar tal manjar, ella emitió un gemido que intento ocultar, tal vez pensó que su castigo era no disfrutar. Pensaba aprovechar eso a mi favor.
Yo: no puedes acabar putita hasta que te de permiso.
Ana: si amo.
Seguí con mi lengua en su vulva, como queriendo separa sus labios, y mis dedos ya penetrando directamente su ano. Puse más crema en él, agradecí la recomendación en la farmacia de este que tenia efecto calmante en la zona.
Me puse de pie tras ella, tomé mi miembro y apunte a su ano, ella se tenso un poco y sin parar fui introduciendo todo mi pene en su recto, podía sentir toda sus detalles y rugosidad, se que le dolió un poco pero debía hacerlo así. Al llegar al fondo me detuve, ella había quebrado más la cadera dejando su culo bien levantado, facilitando mi penetración, respiraba pesadamente, quería aliviar su dolor una de mis manos fue a su vagina y la otra se dedico a sus pechos, era la primera penetración que hacía desde la rotura. La fui trabajando acariciando, apretando y amasando sus tetas para terminar con un pequeño pellizco en sus pezones, mientras mi mano en su vagina hacia pequeños movimientos circulares. Mi pené seguía enterrado sin moverse. Cuando note indicios de que se estaba relajando y comenzaba a reaccionar a mis caricias decidí moverme suavemente.
Yo: ahora si pienso domar a mi puta
Comencé suavemente pero sin pausa, mis movimientos cada vez eran más profundos, sin aumentar el ritmo, lento la sacaba casi toda y lentamente la metía hasta el final, mientras seguía dando caricias a sus pechos y vagina. Su respiración se hacía más profunda con cada penetración, yo notaba que hacia muchos esfuerzos para no llegar al clímax y desobedecer, yo notaba como se contenía y cada vez le era más difícil, mi mano en su vagina estaba empapada. Empecé a acelerar el ritmo en su ano, yo tampoco estaba mejor que ella estaba muy cerca. Mis envestidas en este punto ya eran salvajes, mientras mis manos estaban torturando sus puntos erógenos.
Ana: amo por favor ya no aguanto.
Yo: puedes acabar cuando yo lo haga, no antes.
Seguí penetrando profundamente, mis caricias era cada vez más salvajes, parecía que estaba ordeñando sus tetas, pero de donde goteaba ya el flujo era de su vagina, tenía las bolas empapadas, su columna vertebral arqueada lucia brillante de la transpiración. Y no aguante más la primera descarga en su recto desató su orgasmo, se libero y con ella un potente squirts, sus contracciones anales hicieron que prácticamente ordeñara mi pene, y tres potentes chorros más regaron su recto, caí rendido a su lado, nos miramos y los dos estábamos con la boca abierta buscando aire.
Nos costo un rato movernos, pero no dejamos de mirarnos, nos buscamos mutuamente hasta fundirnos en un beso, cuando nos separamos se quedo pensativa, cosa que me sorprendió.
Yo: Que pasa mi putita, en que piensas.
Ana: Nada amo, estoy esperando, su castigo – yo entendí lo que quiso decir, se refirió a que siguiera castigándola, pero decidí divertirme con ella.
Yo: Bueno si quieres que siga castigándote vas a tener que esperar que se recupere mi amigo- dije mirando mi pene- o no digas que hiciste todo esto para que te trate así, la próxima vez hazlo con algo más barato jaja.
Vi su cara de confusión hasta que entendió. Y no paramos de reírnos, fue un momento muy cómplice entre ambos pero cuando se paso la risa ella seguía con dudas.
Ana: Entonces amo, este es el castigo. Voy a poder ir a trabajar.
Yo: Por supuesto, no tiene nada que ver una cosa con la otra. Como mi empleada espero que haya aprendido la lección. Y como esclava ya estoy satisfecho con el resarcimiento, como dije si quieres otro castigo solo avísame, pero que no me salga tanta plata jaja.
Ana: Tranquilo Amo, la próxima quemare la comida jaja- se la veía alegre y hasta con brillo en los ojos.
Nos bañamos muy rápido por que ya era muy tarde, pero con muy buena onda, y entre chiste.
Cuando nos acostamos lo hicimos cucharita, ya llevábamos un rato y yo tenia mi cara cerca de su nuca, el aroma a la crema y su olor corporal me mataba. Sentía un hormigueo en mi parte genital, estaba teniendo una erección sintiendo solamente el calor de su cuerpo sobre mi, y su aroma corporal, no quise desaprovechar la oportunidad, coloque mi pene erecto en sobre su vulva. Seguía olfateando su pelo, su cuello y nuca. Empecé a darle suaves besos en toda esa parte mientras mi mano acariciaba sus muslos y abdomen. Todo muy suave y con mucha ternura, mi pene se movía igual de lento en un vaivén entre sus labios vaginales. Esas caricias le llegaron profundamente ella bajo su mano y tomo mi pene, que seguía moviéndose en todo lo largo de su vagina, hizo un poco de presión y movió su cadera y mi pene entro hasta la mitad en su interior. Yo con mi boca seguía atacando su hombro, cuello y nuca, cada tanto me desviaba y mordía suavemente el lóbulo de la oreja. Ella resoplaba, y movía la cadera lentamente, era un juego de caricias y mimos. No aguantamos muchos y ambos acabamos casi a la vez, quedamos en esa posición.
Ana: Por favor Amo, quédate adentro mío, durmamos así.
Yo me quede igual con mi pene en su interior. Y nos dormimos así, y yo más que contento por que los concejos del psicólogo estaban dando resultados.
En definitiva había visto un cambio profundo en ella. De una mujer triste, sumisa, con la mirada perdida y siempre mirando al piso, paso en diez días a una chica tímida, que hablaba poco y siempre tenia una sonrisa en el rostro, y una mirada más expresiva. En la casa ella se encargaba en su mayoría de las tareas del hogar, mientras que yo llegaba y trabaja un rato en mi oficina, también ayudaba un poco.
Como dije ella estaba muy contenta con su trabajo, pero sobre todo con poder socializar con otras mujeres. Yo seguía revisando todo lo que llegaba a su teléfono a través de mi computadora, y en el grupo la bombardeaban con la relación que teníamos, ella siempre decía que éramos amigos y yo la estaba ayudando. Esa semana la invitaron para el sábado a la tarde a una salida de mujeres, en realidad se juntaban en un centro comercial, miraba que había en las tiendas y luego tomaban un café u otra cosa.
Las Brujas de la Oficina, se componían de todas las mujeres administrativas que había en la empresa, eran cinco contado a Ana. Estaba Sonia que era la jefa, era la mas simpática y sociable y la más grande, 35 años, gordita y casada hacia poco, de mi total confianza. Carla, flaca y alta, dos hijos y recién divorciada, 32 años. Sofía, la más linda del grupo, solamente le ganaba Ana, 30 años, pelo negro, ojos verdes, piel blanca y de novia. Luna, la más pequeña, en tamaño y edad, 25 años, creemos que sale con uno de los choferes de la empresa. Todas eran muy buenas chicas, y le habían aceptado muy bien a Ana.
El día que la invitaron a la salida era miércoles, le dijeron con tiempo para que se organizara para el fin de semana. Yo lo leí en mi computadora, la notaba rara y no me decía nada, hacia las cosas de la casa, pero se la notaba distraída. Yo quería que confiara en mi y por sus propios medios me lo contara. En el desayuno, perfectamente preparado, se la veía pensativa.
YO: que te pasa, desde anoche que te noto rara- le dije mientras le limpiaba la boca con una servilleta- y no me digas nada, que estoy empezando a conocerte.
Ana: no es nada importante amo- le hice una mirada que le corrió un escalofrió- es una tontería, las chicas de la oficina me invitaron a tomar algo, pero yo las rechace.
Yo: Porque no?. Yo tengo confianza en ti, y se que te portaras bien.
Ana: En serio amo, de verdad me dejaría salir.
Yo: Si, eres digna de mi confianza, diles que sí.
Ni bien llego a la oficina, corrió a decirle la buena noticia. Como dije Ana se comportaba en muchos casos como una niña. Eso me daba la impresión del lavado de cerebro y sometimiento que había sido sometida por Juan Carlos.
El nivel de parloteo fue nunca visto en esta empresa, hablaban de donde ir, de que hacer. Y como es de suponer, estabas tan distraída que metieron la pata. A decir verdad Ana metió la pata. La pobre en medio de tanta emoción cargo mal un pedido, cambio los nombres de los clientes, mando un camión con mercadería a 250 km de distancia de la empresa, cuando llego se dio cuenta que no habían hecho ningún pedido, en realidad el cliente que había hecho el pedido estaba 80 km en dirección contraria. Esto fue un descalabro por había clientes que no recibirían mercadería ese día. Esto me obligo a mi a subirme a un camión y llevarle la mercadería a esos cliente. Cuando volví a la empresa estaba bastante enojado, agarre a todas las administrativas juntas. Intente serenarme, aunque no podía.
Yo: Hoy se ha cometido un error grave – intentaba sonar calmado, aunque por la cara de las chicas no parecía- es un error tonto que no debió pasar si prestamos atención- hice una pausa para respirar y vi que algunas me miraban con miedo, Ana parecía que se largaba a llorar en cualquier momento- Esto no puede volver a ocurrir, hoy se han tirado recursos de la empresa, sacrificio de los chicos del reparto que tuvieron que correr, y nuestro prestigio- todas estaban con la cabeza gacha- Ana a mi oficina ahora.
Ana ni bien entro a la oficina se quedo con la cabeza gacha, si bien estaba compungida, y con mucho miedo, enfrento la situación y el problema y me dijo:
Ana: Amo yo cometí el error, castígueme a mi, las chicas no tienen nada que ver.
Yo: Esta bien que te hagas cargo, pero somos un grupo, si uno falla, fallamos todos. Por eso tienen que estar más atenta y aprender de este error, recibirás un castigo, pero en casa, ahora vuelve a tu puesto a trabajar y da lo mejor- Si bien quería sonar duro, no quería pasarme, quería mostrarle otro mundo a Ana.
Ana volvió a su puesto y recibió el apoyo de todas sus compañeras, le daban ánimo y la alentaron a seguir. Como dije era el primer fallo de ella. Al terminar la jornada laboral nos fuimos a casa, yo la deje en esta, y le dije que tenía una reunión, que volvería para la cena. Ella parecía un ternero que se dirigía al matadero. Algo para resaltar, en el trabajo ella les había dicho a todo el mundo que vivía en la dirección que compartía con Juan Carlos, que era bastante lejos del trabajo, de ahí se tomaba el tren y yo la recogía en la estación y de ahí la llevaba al trabajo. Todo esto para evitar que se enteraran que vivía en mi casa.
Llegue a un café donde me esperaba mi amigo Raúl, para contarme todo lo del caso contra Juan Carlos, pero también estaba un amigo suyo, eran un destacado Psicólogo que ayudaba a la policía y a la justicia sobre todo en casos de abuso y maltrato, en su campo en el país es considerado una eminencia. Yo había estado hablando con él por teléfono, si bien en un principio era reacio a darme cualquier tipo de consejo o ayuda hasta no conocer o tratar a Ana, término cediendo por las presiones de Raúl.
Me tiro muchos datos buenos, pero lo que realmente me sirvió es que la persona que este con Ana, su pareja, debía ofrecerle toda la seguridad, ser el hombre que resuelva, el protector, y las decisiones importantes debían ser tomadas por esa persona. El hogar debía ser una zona segura, algo cálido para ella. Y lo mejor es que me dio algunos consejos para la cama, donde debía existir la rudeza y la violencia controlada, ya que seria un método de desahogo para ella. Pero después tendría que haber una compensación afectiva. Todo esto me sirvió muchísimo, incluso el doctor me recomendó conferencia de este tema que se podían encontrar en Youtube. Después de un rato más de charla, nos dejo solos, tenia que ir a dar clases a la Facultad, la verdad le mandaría unos vinos por su ayuda.
Cuando nos quedamos solos con Raúl me empezó a contar como iba la investigación de Juan Carlos, la verdad era más jugosa de lo que pensaba. Habían podido clonar los teléfonos de él y su esclavo Miguel, por lo que podían ver y escuchar lo que hacían. También le habían colocados micrófonos y cámaras en su casa, más una vigilancia muy discreta.
Juan Carlos la estaba pasando mal, de su sueño de ser capo de la marihuana, y posible socio del gordo Tony, paso a ser simplemente una mula. Por sus deudas y los últimos problemas en la ronda de póker de hace diez días, estaba hundido hasta el cuello de mierda. Entregaba la marihuana en parte de pago, y como no alcanzaba oficiaba él y Miguel como mulas llevando marihuana, pastillas y cocaína a las principales fiestas de la ciudad por la noche. Si bien ya tenían suficientes pruebas contra Juan Carlos y Miguel querían que estos les aportaran más pruebas contra el gordo Tony, pruebas que fueran irrefutables, y cuanto más tiempo estuvieran con él, más podían escuchar sus conversaciones. Aunque debía ser un equilibrio por que cuanto más tiempo pasara mayor era el riesgo que algo se filtrara. Por eso mi amigo me aviso que tuviera cuidado con él, por que algo estaba tramando.
Ya en mi camioneta pude ver mi computadora, y vi que Ana le había escrito a su prima, y le contaba lo mal que estaba por el error de hoy. Estaba muy preocupada por que pensaba que le iba a retirar sus privilegios, el poder trabajar, tener amigas o el teléfono. También estaba amargada porque sentía que me había defraudado. Era algo de lo que me había hablado el psicólogo, la gente se acostumbra rápido a la buena vida. Ella estaba acostumbrada a una vida muy dura, y en comparación lo que yo le daba es un privilegio.
Al llegar a la casa todo estaba impecable, ella había hecho una comida espectacular, luciéndose, estaba muy linda, se había arreglado. Quería congraciarse conmigo a toda costa. En la cena hablamos de todo un poco, de lo cansado que estábamos ambos, le pregunte por su prima, siempre lo hacia, me conto que seguía mal su relación con su pareja. Se la veían nerviosa o ansiosa por saber cual seria su castigo, creo que tampoco espero que yo actuara como si nada, sin hacer mención al episodio.
Ya en la habitación nos desnudamos como todas las noches. Pero antes que nada le ordene que se pusiera en cuatro arriba de la cama para recibir su castigo. Tardo una fracción de segundo como no entendiendo, pero lo hizo al momento. Amase y apreté bien fuerte sus nalgas, las repase mucho.
Yo: Hoy perrita me has hecho trabajar mucho, y enojar más, creo que eso merece un castigo – le decía mientras seguía apretando sus nalgas- veinte nalgadas creo que serán suficiente para descargarme, cuéntalas perrita.
No deje que asimilara lo que había dicho, cuando descarte mi mano en su culo, no fue fuerte, pero fue lo suficiente como para que le doliera, su nalga derecha quedó roja al instante y sobre la misma su otra nalga recibió el mismo tratamiento, ella llevaba muy bien la cuenta. Ya cuando llevaba diez ya tenían una erección bastante fuerte, la tenía dura como la roca. Seguí y no me detuve, mi mano ya la tenía cansada y su culo estaba de color rojo oscuro. Cuando termine ella suspiro, como si fuera un alivio, busque el bote de crema qué usaba para curar su ano, no había parado de aplicárselo en estos diez días desde que se lo había rotó. Ella me miró pero no dijo nada, ni se movió de su posición.
Yo: como tu dueño debo de cuidar tu bienestar- dije mientras daba una lamida en sus nalgas, su piel se puso crespa y un escalofrío la recorrió- tranquila yo te cuido.
Como había hecho en todo estos días aplique bastante crema en mis dedos. Mientras que mi lengua recorría sus rojas nalgas, buscaba aliviar el escozor. Mientras mis dedos masajeaban su ano, en un par de minutos su vulva estaba impregnada de sus flujos y eso que ni la había tocado ahí. Eso hizo que como acto reflejo llevara mi lengua a probar tal manjar, ella emitió un gemido que intento ocultar, tal vez pensó que su castigo era no disfrutar. Pensaba aprovechar eso a mi favor.
Yo: no puedes acabar putita hasta que te de permiso.
Ana: si amo.
Seguí con mi lengua en su vulva, como queriendo separa sus labios, y mis dedos ya penetrando directamente su ano. Puse más crema en él, agradecí la recomendación en la farmacia de este que tenia efecto calmante en la zona.
Me puse de pie tras ella, tomé mi miembro y apunte a su ano, ella se tenso un poco y sin parar fui introduciendo todo mi pene en su recto, podía sentir toda sus detalles y rugosidad, se que le dolió un poco pero debía hacerlo así. Al llegar al fondo me detuve, ella había quebrado más la cadera dejando su culo bien levantado, facilitando mi penetración, respiraba pesadamente, quería aliviar su dolor una de mis manos fue a su vagina y la otra se dedico a sus pechos, era la primera penetración que hacía desde la rotura. La fui trabajando acariciando, apretando y amasando sus tetas para terminar con un pequeño pellizco en sus pezones, mientras mi mano en su vagina hacia pequeños movimientos circulares. Mi pené seguía enterrado sin moverse. Cuando note indicios de que se estaba relajando y comenzaba a reaccionar a mis caricias decidí moverme suavemente.
Yo: ahora si pienso domar a mi puta
Comencé suavemente pero sin pausa, mis movimientos cada vez eran más profundos, sin aumentar el ritmo, lento la sacaba casi toda y lentamente la metía hasta el final, mientras seguía dando caricias a sus pechos y vagina. Su respiración se hacía más profunda con cada penetración, yo notaba que hacia muchos esfuerzos para no llegar al clímax y desobedecer, yo notaba como se contenía y cada vez le era más difícil, mi mano en su vagina estaba empapada. Empecé a acelerar el ritmo en su ano, yo tampoco estaba mejor que ella estaba muy cerca. Mis envestidas en este punto ya eran salvajes, mientras mis manos estaban torturando sus puntos erógenos.
Ana: amo por favor ya no aguanto.
Yo: puedes acabar cuando yo lo haga, no antes.
Seguí penetrando profundamente, mis caricias era cada vez más salvajes, parecía que estaba ordeñando sus tetas, pero de donde goteaba ya el flujo era de su vagina, tenía las bolas empapadas, su columna vertebral arqueada lucia brillante de la transpiración. Y no aguante más la primera descarga en su recto desató su orgasmo, se libero y con ella un potente squirts, sus contracciones anales hicieron que prácticamente ordeñara mi pene, y tres potentes chorros más regaron su recto, caí rendido a su lado, nos miramos y los dos estábamos con la boca abierta buscando aire.
Nos costo un rato movernos, pero no dejamos de mirarnos, nos buscamos mutuamente hasta fundirnos en un beso, cuando nos separamos se quedo pensativa, cosa que me sorprendió.
Yo: Que pasa mi putita, en que piensas.
Ana: Nada amo, estoy esperando, su castigo – yo entendí lo que quiso decir, se refirió a que siguiera castigándola, pero decidí divertirme con ella.
Yo: Bueno si quieres que siga castigándote vas a tener que esperar que se recupere mi amigo- dije mirando mi pene- o no digas que hiciste todo esto para que te trate así, la próxima vez hazlo con algo más barato jaja.
Vi su cara de confusión hasta que entendió. Y no paramos de reírnos, fue un momento muy cómplice entre ambos pero cuando se paso la risa ella seguía con dudas.
Ana: Entonces amo, este es el castigo. Voy a poder ir a trabajar.
Yo: Por supuesto, no tiene nada que ver una cosa con la otra. Como mi empleada espero que haya aprendido la lección. Y como esclava ya estoy satisfecho con el resarcimiento, como dije si quieres otro castigo solo avísame, pero que no me salga tanta plata jaja.
Ana: Tranquilo Amo, la próxima quemare la comida jaja- se la veía alegre y hasta con brillo en los ojos.
Nos bañamos muy rápido por que ya era muy tarde, pero con muy buena onda, y entre chiste.
Cuando nos acostamos lo hicimos cucharita, ya llevábamos un rato y yo tenia mi cara cerca de su nuca, el aroma a la crema y su olor corporal me mataba. Sentía un hormigueo en mi parte genital, estaba teniendo una erección sintiendo solamente el calor de su cuerpo sobre mi, y su aroma corporal, no quise desaprovechar la oportunidad, coloque mi pene erecto en sobre su vulva. Seguía olfateando su pelo, su cuello y nuca. Empecé a darle suaves besos en toda esa parte mientras mi mano acariciaba sus muslos y abdomen. Todo muy suave y con mucha ternura, mi pene se movía igual de lento en un vaivén entre sus labios vaginales. Esas caricias le llegaron profundamente ella bajo su mano y tomo mi pene, que seguía moviéndose en todo lo largo de su vagina, hizo un poco de presión y movió su cadera y mi pene entro hasta la mitad en su interior. Yo con mi boca seguía atacando su hombro, cuello y nuca, cada tanto me desviaba y mordía suavemente el lóbulo de la oreja. Ella resoplaba, y movía la cadera lentamente, era un juego de caricias y mimos. No aguantamos muchos y ambos acabamos casi a la vez, quedamos en esa posición.
Ana: Por favor Amo, quédate adentro mío, durmamos así.
Yo me quede igual con mi pene en su interior. Y nos dormimos así, y yo más que contento por que los concejos del psicólogo estaban dando resultados.
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