Mi hermanastra Jazmín es de esas mujeres que pasan desapercibidas por su timidez y su personalidad sumisa. Siempre viste ropa que oculta el increíble cuerpo que tiene. Su pelo negro, largo y lacio, cae con suavidad sobre sus hombros, y su piel, de un tono cálido y suave. Tiene unas curvas que enamorarían a cualquiera: su cintura se marca justo donde debe y sus caderas, anchas y perfectas, son imposibles de ignorar. Sus tetas, medianas y firmes pero suaves al tacto, complementan su figura de manera perfecta. Y su boca, delicada y sensual, parece hecha para ser besada, encajando a la perfección con el resto de su cuerpo.

Estaba en la sala, haciendo nada. La casa estaba vacía, solo el sonido del viento me llegaba de vez en cuando por la ventana. La típica calma de una tarde en que mis viejos no estaban, y yo, como siempre, aprovechaba el momento para quedarme tranquilo. Pero de repente, algo rompió esa paz.
Empecé a escuchar ruidos raros, como gemidos. Primero pensé que me estaba imaginando cosas, pero no… era real. Venían de la habitación de Jazmín. Al principio, me preocupé.
¿Estara bien?. Pensé.
Me levanté de golpe, un poco desconcertado. Tenía que ver si todo estaba en orden.
Me acerqué a la puerta de su cuarto, y me asomé con cuidado, cauteloso, sin hacer ruido. Lo primero que vi fue su figura de espaldas, sus piernas ligeramente abiertas, y… ahí estaba, ella, cabalgando un juguete sexual. Me quedé paralizado. No me lo podía creer.
¿Qué mierda estaba pasando? Pensé.

Por un momento, pensé en irme. Me sentí mal por mirarla, pero el sonido de su respiración y sus gemidos me mantenían atrapado en el lugar. Mi cuerpo reaccionó sin poder evitarlo. La tentación me quemaba.
¿Me quedo o me voy? Me pregunté, pero justo cuando estaba por darme media vuelta, escuché algo que me heló la sangre… y lo cambió todo.
— ¡Qué rico, Alejandro… dame más duro, te gusta como cabalgo!. Dijo entre gemidos
Lo dijo tan claro, tan profundo, que mi nombre retumbó en mi cabeza. Esa simple palabra me paralizó
Decidí entrar.
Jazmín, al escuchar el crujido, se giró rápidamente, sus ojos se abrieron de par en par al verme de pie allí. Su rostro pasó de la sorpresa al rubor, y yo no podía dejar de mirarla. Estaba tan hermosa, tan vulnerable… y tan fuera de lugar, que no sabía si era lo correcto estar allí.
—Ale... Dijo con la voz temblorosa, su respiración entrecortada, claramente avergonzada.
— No me digas que estás apenada ahora, Jazmín. Dije, sonriendo.
No podía esperar más. Me acerqué a ella y la besé.
Me comencé a desnudar.
— Ale, no sé si esto está bien... Me dijo, apartándose un poco.
— No sé si a vos te parece que esto está bien, Jazmín. Respondí con una sonrisa burlona.
— Pero te diría que lo que está bien o mal ya no importa. Lo que importa es que te estoy deseando como nunca. Le dije
Jazmín no podía dejar de mirarme, como si cada palabra mía la atrapara más y más. Su timidez se desvaneció, y lo que la reemplazó fue una mezcla de deseo y sumisión. Sabía que ya no había vuelta atrás.
— Yo… yo también te deseo, Alejandro. Susurró, su voz ahora más fuerte, más firme. Mientras la arroje hacia la cama boca arriba. Baje lentamente hasta su concha, me acerqué y comencé a lamerla con firmeza, saboreando cada rincón de su cuerpo. El primer lamido fue largo, lento, desde su culo apretado hasta el clítoris, arrastre la punta de la lengua a través de cada pliegue resbaladizo.
— ¡Ay dios!. Dijo entre gemidos, sus manos aferrándose a las sábanas mientras sus jugos se desbordaban. Sus gemidos me alentaban a seguir, y yo no podía dejar de saborear su rica y deliciosa concha. Estaba empapada, sus músculos internos contrayéndose alrededor de mis dedos como si intentaran tragárselos enteros.

Luego de unos 5 minutos aproximadamente.
— Por favor… necesito… que me hagas tuya… ale. Me dijo entre gemidos con una voz quebradiza y muy sexy. La agarre de los brazos y puse mi verga lentamente adentro de ella. Sentía cómo su vagina apretaba mi verga y me hacía empujar cada centímetro de mi verga adentro de ella. Estaba tan apretada, tan caliente, que por un segundo pensé que me correría ahí mismo.
Mientras la sujete de sus brazos blandos y suaves. No podía creer y mirar lo suaves y deliciosas que se veían esas tetas que tenia. Rebotaban con cada embestida.

Me agarro del cuerpo y me atrajo hacia ella. Mis caderas chocando contra las de ella con un sonido húmedo y obsceno.
— ¡Ay… mas duro… no pares!. Me dijo
Sentía como sus uñas se hundían y rasguñaba mi espalda.
Me hizo sentir una mezcla de dolor y placer y me encantaba. Seguí dándole mas duro y ella seguía rasguñándome la espalda.
Tenia su boca alado de mi oído.
Escuchaba sus gemido, como decía mi nombre una y otra vez, su aliento caliente y su respiración acelerada.
Sentí orgullo jajaja.

Con un movimiento rápido la agarre a Jazmín y la puse arriba mío.
— Jaz te vi cabalgar ese juguete tuyo. No me dejo terminar la frase. Su mirada se encendió, y sin decir una palabra, se acomodó sobre mí, Vi cómo Jazmín subía y bajaba, su cuerpo contorneándose mientras mi verga entraba y salía de ella. Cada embestida hacía que sus tetas rebotaran, y su cuerpo temblara.
— Te gusta… Ale… Me pregunto
— Me encanta… seguí así Jaz. Le dije.
Me encantaba como rebotaban sus tetas y su cara de placer y orgullo que tenia, como sus manos suaves se apoyaban en mis piernas, el interior de su vagina y eso me hizo tener ganas de probar algo mas.

Saque mi verga de y con un movimiento rápido y seguro puse mi verga en su culo apretado. Era una nueva sensación.
— ¡Ay… dios mío… duele Ale… Me dijo
— Seguí cabalgando Jaz. Le dije. Con un quejido, comenzó a moverse, levantándose y dejándose caer sobre mi una y otra vez.
Ella siguió cabalgando al inicio iba lento y sentía cómo su culo se acomodaba al entorno de mi verga y a la vez como su culo apretaba cada vez mas mi verga. Luego de un rato comenzó a aumentar la velocidad y la intensidad.

— En cuatro. Le dije, dándole una nalgada en el culo que la hizo gritar.
— Ay si. Me dijo con una voz sumisa.
Ella se acomodo y apoyó sus manos y rodillas en la cama, el cuerpo temblando. No perdí el tiempo. Me arrodilló detrás de ella. Puse la cabeza de mi verga en su culo.
— Sos mía Jaz. Le dije mientras comenzaba a meter mi verga adentro de su culo.
Comencé despacio y lento. Poco a poco comencé a aumentar la velocidad e intensidad de mis embestida. Apoye mis manos en sus caderas
— ¡Qué rico… mas duro… seguí ale. Me decía entre gemidos.

— Por favor… cambiemos… no aguanto más. Suplicó Jaz. Le saque la verga del culo y la coloque boca abajo, su hermosa cara contra la cama, y separó las nalgas con las manos. Esta vez, cuando me la cogí, fue por su vagina empapado, ella soltó un gemido suave y un poco tierno.
— Dios, estas tan apretada. Le dije
— ¡Ay… Ale!. Le dijo con un gemido y una voz quebradiza. Cada embestida era un esfuerzo de lo apretado que estaba, pero no pare y seguía una y otra vez. La agarre de los brazos para darle mas duro y fuerte. Note como Jazmín agarraba la sábanas de la cama.
— Mas duro…. Ale… dios mío. Me dijo entre gemidos. Y eso me calentaba.

La solté de los brazos. Me apoye en la cama y me acerqué a su oido.
— Abrí ese hermoso culo… para mi Jaz. Le dije susurrando al oido. Ella abrió su culo para mi. Puse la cabeza de mi verga en su culo y me la comencé a coger de la cabeza hasta la base de la verga. Me encantaba como mi verga abría su culo y como su culo se moldeaba a mi verga.

— Ale… te amo… Me dijo. Esas palabras deberían significar algo pero para mi no significaron nada. No le podía decir una mentira decir te amo por que no siento ese tipo de emociones y tampoco quería que se ponga triste ni nada por el estilo. No sabia que hacer cuando vi su cara después de decírmelo. Su cara cansada llena de placer un poco tímida sonrojada. Decidí acercarme a sus labios rojos y carnosos y comencé a comerle la boca y así esquivar tener que devolver el té amo que no siento jajaja. La agarre del culo mientras le comía la boca. Jazmín comenzó a acariciar mi cara mientras comenzaba a besarla con pasión y deseo.

Me comencé a cansar. Decidí y la agarre de la cintura y me puse de lado. Sin sacarle la verga del culo nos puse de cucharita.
— Que lindas tetas tenes Jaz. Le dije
— Gra… gracias ale. Me dijo
Mientras le agarre de las tetas sentía lo suave que eran y ella agarraba mi pierna.
— Ale… que rico… no pares por favor. Me dijo y me calentó y me motivaba a seguir rompiéndole el culo jajaja.

Luego de un muy buen rato.
— Ya me estoy por venir Jaz. Le dije al oido.
— Quiero probar… tu semen… Ale por favor. Me dijo. Me puse boca arriba mientras ella bajó hasta mi verga y me la comenzó a chupar. Ya estaba medio débil jajaja me estaba por terminar pero su boca y la manera en como me la chapaba aumentó mis ganas de terminar. La agarre de la cabeza y le puse la verga lo mas adentro de su boca y comencé a correrme.
— Ay… Jaz... Le dije mientras me corría sobre su boca. Le solté la cabeza y me tire sobre la cama exhausto.
— Ale… Me dijo. La mire y vi como mi semen salía de su boca. Me encantaba su mirada y como mi semen salia de su boca.
— Tragatelo. Le dije
Ella cerro la boca y se lo trago se limpio la boca con la mano y agarro cada gota de mi semen que salió de su boca.
— Que rico. Me dijo
— Veni acá Jaz. Le dije.
Ella vino y nos acurrucamos juntos.

Próximo post:
Alejandro Y Sofia: La Reina Del Campus.
https://www.poringa.net/posts/relatos/6080159/Alejandro-Y-Sofia-La-Reina-Del-Campus.html

Estaba en la sala, haciendo nada. La casa estaba vacía, solo el sonido del viento me llegaba de vez en cuando por la ventana. La típica calma de una tarde en que mis viejos no estaban, y yo, como siempre, aprovechaba el momento para quedarme tranquilo. Pero de repente, algo rompió esa paz.
Empecé a escuchar ruidos raros, como gemidos. Primero pensé que me estaba imaginando cosas, pero no… era real. Venían de la habitación de Jazmín. Al principio, me preocupé.
¿Estara bien?. Pensé.
Me levanté de golpe, un poco desconcertado. Tenía que ver si todo estaba en orden.
Me acerqué a la puerta de su cuarto, y me asomé con cuidado, cauteloso, sin hacer ruido. Lo primero que vi fue su figura de espaldas, sus piernas ligeramente abiertas, y… ahí estaba, ella, cabalgando un juguete sexual. Me quedé paralizado. No me lo podía creer.
¿Qué mierda estaba pasando? Pensé.

Por un momento, pensé en irme. Me sentí mal por mirarla, pero el sonido de su respiración y sus gemidos me mantenían atrapado en el lugar. Mi cuerpo reaccionó sin poder evitarlo. La tentación me quemaba.
¿Me quedo o me voy? Me pregunté, pero justo cuando estaba por darme media vuelta, escuché algo que me heló la sangre… y lo cambió todo.
— ¡Qué rico, Alejandro… dame más duro, te gusta como cabalgo!. Dijo entre gemidos
Lo dijo tan claro, tan profundo, que mi nombre retumbó en mi cabeza. Esa simple palabra me paralizó
Decidí entrar.
Jazmín, al escuchar el crujido, se giró rápidamente, sus ojos se abrieron de par en par al verme de pie allí. Su rostro pasó de la sorpresa al rubor, y yo no podía dejar de mirarla. Estaba tan hermosa, tan vulnerable… y tan fuera de lugar, que no sabía si era lo correcto estar allí.
—Ale... Dijo con la voz temblorosa, su respiración entrecortada, claramente avergonzada.
— No me digas que estás apenada ahora, Jazmín. Dije, sonriendo.
No podía esperar más. Me acerqué a ella y la besé.
Me comencé a desnudar.
— Ale, no sé si esto está bien... Me dijo, apartándose un poco.
— No sé si a vos te parece que esto está bien, Jazmín. Respondí con una sonrisa burlona.
— Pero te diría que lo que está bien o mal ya no importa. Lo que importa es que te estoy deseando como nunca. Le dije
Jazmín no podía dejar de mirarme, como si cada palabra mía la atrapara más y más. Su timidez se desvaneció, y lo que la reemplazó fue una mezcla de deseo y sumisión. Sabía que ya no había vuelta atrás.
— Yo… yo también te deseo, Alejandro. Susurró, su voz ahora más fuerte, más firme. Mientras la arroje hacia la cama boca arriba. Baje lentamente hasta su concha, me acerqué y comencé a lamerla con firmeza, saboreando cada rincón de su cuerpo. El primer lamido fue largo, lento, desde su culo apretado hasta el clítoris, arrastre la punta de la lengua a través de cada pliegue resbaladizo.
— ¡Ay dios!. Dijo entre gemidos, sus manos aferrándose a las sábanas mientras sus jugos se desbordaban. Sus gemidos me alentaban a seguir, y yo no podía dejar de saborear su rica y deliciosa concha. Estaba empapada, sus músculos internos contrayéndose alrededor de mis dedos como si intentaran tragárselos enteros.

Luego de unos 5 minutos aproximadamente.
— Por favor… necesito… que me hagas tuya… ale. Me dijo entre gemidos con una voz quebradiza y muy sexy. La agarre de los brazos y puse mi verga lentamente adentro de ella. Sentía cómo su vagina apretaba mi verga y me hacía empujar cada centímetro de mi verga adentro de ella. Estaba tan apretada, tan caliente, que por un segundo pensé que me correría ahí mismo.
Mientras la sujete de sus brazos blandos y suaves. No podía creer y mirar lo suaves y deliciosas que se veían esas tetas que tenia. Rebotaban con cada embestida.

Me agarro del cuerpo y me atrajo hacia ella. Mis caderas chocando contra las de ella con un sonido húmedo y obsceno.
— ¡Ay… mas duro… no pares!. Me dijo
Sentía como sus uñas se hundían y rasguñaba mi espalda.
Me hizo sentir una mezcla de dolor y placer y me encantaba. Seguí dándole mas duro y ella seguía rasguñándome la espalda.
Tenia su boca alado de mi oído.
Escuchaba sus gemido, como decía mi nombre una y otra vez, su aliento caliente y su respiración acelerada.
Sentí orgullo jajaja.

Con un movimiento rápido la agarre a Jazmín y la puse arriba mío.
— Jaz te vi cabalgar ese juguete tuyo. No me dejo terminar la frase. Su mirada se encendió, y sin decir una palabra, se acomodó sobre mí, Vi cómo Jazmín subía y bajaba, su cuerpo contorneándose mientras mi verga entraba y salía de ella. Cada embestida hacía que sus tetas rebotaran, y su cuerpo temblara.
— Te gusta… Ale… Me pregunto
— Me encanta… seguí así Jaz. Le dije.
Me encantaba como rebotaban sus tetas y su cara de placer y orgullo que tenia, como sus manos suaves se apoyaban en mis piernas, el interior de su vagina y eso me hizo tener ganas de probar algo mas.

Saque mi verga de y con un movimiento rápido y seguro puse mi verga en su culo apretado. Era una nueva sensación.
— ¡Ay… dios mío… duele Ale… Me dijo
— Seguí cabalgando Jaz. Le dije. Con un quejido, comenzó a moverse, levantándose y dejándose caer sobre mi una y otra vez.
Ella siguió cabalgando al inicio iba lento y sentía cómo su culo se acomodaba al entorno de mi verga y a la vez como su culo apretaba cada vez mas mi verga. Luego de un rato comenzó a aumentar la velocidad y la intensidad.

— En cuatro. Le dije, dándole una nalgada en el culo que la hizo gritar.
— Ay si. Me dijo con una voz sumisa.
Ella se acomodo y apoyó sus manos y rodillas en la cama, el cuerpo temblando. No perdí el tiempo. Me arrodilló detrás de ella. Puse la cabeza de mi verga en su culo.
— Sos mía Jaz. Le dije mientras comenzaba a meter mi verga adentro de su culo.
Comencé despacio y lento. Poco a poco comencé a aumentar la velocidad e intensidad de mis embestida. Apoye mis manos en sus caderas
— ¡Qué rico… mas duro… seguí ale. Me decía entre gemidos.

— Por favor… cambiemos… no aguanto más. Suplicó Jaz. Le saque la verga del culo y la coloque boca abajo, su hermosa cara contra la cama, y separó las nalgas con las manos. Esta vez, cuando me la cogí, fue por su vagina empapado, ella soltó un gemido suave y un poco tierno.
— Dios, estas tan apretada. Le dije
— ¡Ay… Ale!. Le dijo con un gemido y una voz quebradiza. Cada embestida era un esfuerzo de lo apretado que estaba, pero no pare y seguía una y otra vez. La agarre de los brazos para darle mas duro y fuerte. Note como Jazmín agarraba la sábanas de la cama.
— Mas duro…. Ale… dios mío. Me dijo entre gemidos. Y eso me calentaba.

La solté de los brazos. Me apoye en la cama y me acerqué a su oido.
— Abrí ese hermoso culo… para mi Jaz. Le dije susurrando al oido. Ella abrió su culo para mi. Puse la cabeza de mi verga en su culo y me la comencé a coger de la cabeza hasta la base de la verga. Me encantaba como mi verga abría su culo y como su culo se moldeaba a mi verga.

— Ale… te amo… Me dijo. Esas palabras deberían significar algo pero para mi no significaron nada. No le podía decir una mentira decir te amo por que no siento ese tipo de emociones y tampoco quería que se ponga triste ni nada por el estilo. No sabia que hacer cuando vi su cara después de decírmelo. Su cara cansada llena de placer un poco tímida sonrojada. Decidí acercarme a sus labios rojos y carnosos y comencé a comerle la boca y así esquivar tener que devolver el té amo que no siento jajaja. La agarre del culo mientras le comía la boca. Jazmín comenzó a acariciar mi cara mientras comenzaba a besarla con pasión y deseo.

Me comencé a cansar. Decidí y la agarre de la cintura y me puse de lado. Sin sacarle la verga del culo nos puse de cucharita.
— Que lindas tetas tenes Jaz. Le dije
— Gra… gracias ale. Me dijo
Mientras le agarre de las tetas sentía lo suave que eran y ella agarraba mi pierna.
— Ale… que rico… no pares por favor. Me dijo y me calentó y me motivaba a seguir rompiéndole el culo jajaja.

Luego de un muy buen rato.
— Ya me estoy por venir Jaz. Le dije al oido.
— Quiero probar… tu semen… Ale por favor. Me dijo. Me puse boca arriba mientras ella bajó hasta mi verga y me la comenzó a chupar. Ya estaba medio débil jajaja me estaba por terminar pero su boca y la manera en como me la chapaba aumentó mis ganas de terminar. La agarre de la cabeza y le puse la verga lo mas adentro de su boca y comencé a correrme.
— Ay… Jaz... Le dije mientras me corría sobre su boca. Le solté la cabeza y me tire sobre la cama exhausto.
— Ale… Me dijo. La mire y vi como mi semen salía de su boca. Me encantaba su mirada y como mi semen salia de su boca.
— Tragatelo. Le dije
Ella cerro la boca y se lo trago se limpio la boca con la mano y agarro cada gota de mi semen que salió de su boca.
— Que rico. Me dijo
— Veni acá Jaz. Le dije.
Ella vino y nos acurrucamos juntos.

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2 comentarios - Alejandro y Jazmín: El deseo prohibido de la hermanastra