Capítulo 1, Capítulo 2, Capítulo 3, Capítulo 4, Capítulo 5, Capítulo 6, Capítulo 7, Capítulo 8, Capítulo 9, Capítulo 10, Capítulo 11
La semana siguiente fue otro desfase sexual. Lunes, con Daniela. Martes, con Valentín. Miércoles, Daniel y Valentina. Jueves, Daniela y Valentín. Y estuvieron a punto de convencerme para quedarse y aprovechar el viernes entero a follar, pero yo debía trabajar. Me despedí de ambos por la noche, tras cenar, y me fui a la cama.
Fue la primera noche en mucho tiempo que dormí del tirón. Y eso que mis amigos… bueno, amigas, porque las dos estaban en sus cuerpos de nena, se aparecieron en mi sueño a suplicarme sexo y que las follase.
Así que me pareció raro no despertarme con una erección matutina. Abrí los ojos poco a poco. Me froté los ojos. Me noté las manos extrañas. Más suaves. Me incorporé lentamente. Bostecé. Miré hacia abajo. Y entonces, grité. Todo mi cuerpo había cambiado.
“Tetas… tengo tetas…”, me sorprendí. Y no solo eso. Mi voz sonaba muy femenina. Tragué saliva. La maldición… me había afectado la maldición. O eso, o seguía dormido… corrí a la ducha y puse el agua caliente. Mirándome al espejo pude ver cómo recuperaba mi cuerpo de hombre. Respiré aliviado. Más o menos. Sí… la misma maldición que tenían Daniela y Valentina ahora la compartía yo. Al menos, podía recuperar mi cuerpo habitual.
Pero claro. Había que probar algo… me eché agua fría, y salí de la ducha con mi cuerpo de nena. Me lo miré en el espejo, está vez con atención. Joder. Estaba buenísima. Para follarme. Me toqué las tetas, casi tan grandes como las de Valentina. Suaves. Gemí. Tenía los pezones muy sensibles. Y no podía dejar de tocármelos. Me excitaba mucho. Y noté algo más entre las piernas. Mi coñito empezaba a reclamar mi atención.
Fui directo a la cama. Miré la hora. Me quedaba un poco de tiempo antes de tener que conectarme a la oficina. Me eché en la cama. Me acordé de chuparme un dedo antes de empezar a tocarme la rajita, y… oh… ahh… mmmm… qué gusto… mmmm… se sentía rico… sí… aaaah… así se sentía el coño de una chica… mmmm… me lo froté un poco más… aaaaaah… Joder… el clítoris… qué placer… un poco más… aaaah… aaaah…
“Aaaah… aaaaaah… qué rico…”, pensé mientras jugaba con mi coñito. Como hacía con mis amigas. Frotar clítoris. Meterme los dedos. Otra vez mi clítoris. Más mojado… no… mojada… era una nena y estaba mojada. Dios, qué bien se sentía tener coñito. “Mmmm… aaaah… siiiiih”, suspiré. Probé a acariciarme una teta mientras tanto. Joder. Me iba a correr. Me seguí metiendo los dedos. “Aaaaaah, sí… Daniel, sí…” gemí cuando la imagen de mi amigo vino a mi mente… encima de mi… y su polla follándome… y noté mucha humedad en la mano mientras un eléctrico escalofrío me recorría el cuerpo entero. Me estaba corriendo. Chillé de gusto. Tuve que detener mi mano antes de perder el control. Había empapado toda la cama con mis chorros, me había corrido como mujer y lo había disfrutado muchísimo. Jadeé. No me podía imaginar lo bien que se sentía el orgasmo femenino. ¿Y por qué había pensado en Daniel?
Bueno, claro. O él o Valentín será el primero en follarte. Porque vas a dejar que lo hagan, ¿verdad?[/i], me dijo mi mente. Lo estás deseando…
Cuando me recuperé, empezaba a hacerse tarde. Puse el ordenador en marcha mientras me calentaba un café y me llevaba un paquete de galletas a la mesa, para desayunar mientras trabajaba. No me daba tiempo a otra cosa… ni a volver a mi cuerpo de hombre. Casi ni de vestirme. Eso podía ser un problema. Sí me llamaban y me lo notaban en la voz… pensé que aprovecharía cualquier momento para ir volver a mi normalidad, pero nadie me molestó durante la mañana. Y menos mal. Mi cabeza me enviaba constantes señales de excitación. Pensaba en Daniela y en Valentina, teniendo sexo lésbico conmigo, principalmente, pero también se mezclaban imágenes en que uno o ambos regresaban a su cuerpo de hombre y me follaban, lo cual provocaba que me excitase constantemente en mi silla.
De modo que, aprovechando la pausa para comer, decidí arriesgarme. Son tus amigos. Te quieren. No es un riesgo. Te van a aceptar, me recordé. Me subí a la cama, y me tapé con una sábana. Dejé mi canalillo al descubierto, y saqué un selfie. Se lo mandé por el grupo a Dani y Val. “No os vais a creer lo que ha pasado 🫣😛”
Empecé a preocuparme cuando, una hora después, no había recibido respuesta. De ninguna de las dos. Pensé en llamarlas cuando terminase de trabajar, para lo cual me quedaba todavía una hora entera. Y empecé a sentirme insegura. A lo mejor… no era lo que esperaban. Tal vez les decepcionaba. Yo había sido su hombre desde el principio, y ahora…
Y cuando apagué el ordenador, sonó mi puerta. Fui a abrir. La mirilla me mostró a Daniel y Valentina. Abrí. Me miraron.
“Sí que tenías ganas de vernos, doña pervertida”, bromeó Valentina. En ese momento me di cuenta de que no me había vestido. Me puse colorada. Y más aún cuando Daniel avanzó y me dió un suave beso.
“Eres aún más preciosa de lo que me imaginé”, me dijo.
“¿Qué piropo de galán de cine es ese? Está buenísima la muy zorra”, rió Valentina, y me dio también un morreo.
“Joder. Me habíais preocupado”, les dije. “Como no respondíais…”
“Ya, perdona. Es que cuando vimos la foto empezamos a hablar. Y te he traído cositas”, dijo Val, que cargaba una mochila a la espalda.
“¿Cositas?”
Nos sentamos en el sofá y me mostró. Un par de conjuntos femeninos, para lucir mi cuerpo de chica por la calle. Y dos juegos de ropa interior picante. Me dio un poco de vergüenza probármelos delante de ellos, pero me quedaban fenomenal. Y también me había comprado un bikini, había acertado con la talla.
“Qué envidia me das. Tienes mejor cuerpo que yo de chica”, comentó Daniel mientras me acariciaba las piernas. Diablos. Qué fácil era ponerme cachonda con este cuerpo de mujer.
“Y, por si te aburres…”, añadió Val, y sacó una caja negra. “Aquí tienes un dildo también”
“¡Valentina!”, me escandalicé
“¿Qué pasa? Yo tengo cuatro. Y a Dani también le regalé uno cuando fuimos de compras”
“Ah, eso no lo sabía yo”, dije, mirando a mi amigo, que se había puesto rojo
“Bueno. Lo primero es aclarar cómo te tenemos que llamar ahora. Porque JP para una tía no te pega nada”, dijo Dani
“¿Qué os parece Julia?” propuso Valentina.
“Es bonito”, reconocí. “Aunque se me hará raro que me llaméis así”
“Tranquila. A mí también me costó al principio”, dijo Dani.
“Y lo segundo es… saber si te apetece tener sexo así”, continuó Val.
Tragué saliva. Cuando ella se convirtió en hombre le faltó tiempo para venir a follar. Pero en cambio, Dani tardó mucho en querer entregarse cuando se transformó en mujer. Claro que con ellos yo tenía confianza suficiente.
“Quiero, pero… me da un poco de miedo”, reconocí.
“Sabes que estamos contigo, bebé”, dijo Dani, y me rodeó con su brazo. “Pensamos en venir con nuestros cuerpos originales, por si te era más cómodo así. Pues elegir con quién empezar. O incluso nos cambiaremos si te resulta más fácil”
“¿Puedo ser sincera?”, pregunté. Ambos asintieron. “Que me lo pongáis tan fácil en realidad me lo hace más difícil… no sé si mi elección será la correcta o no…”
“Tú elección será correcta, cariño”, dijo Val. “Pero Dani y yo pensamos en la mejor manera de que te estrenases. Si quieres”
Asentí. Y Valentina me besó. Despacio, suavemente. ¿Era posible que se sintiera distinto que con mi cuerpo de hombre? Lo parecía. Empecé a quitarle la camiseta, y ambas seguimos besándonos. Probé a tocarle sus tetas mientras ella manoseaba las mías, por encima de la ropa interior primero. Era tan sensual. Miré a Dani, pero este nos dejó espacio para las dos. De pronto me vi tumbada en mi propio sofá, con Valentina sobre mi, dominándome. Me besó, mientras me desnudaba.
“Aaaaaah…”, suspiré cuando empezaba a chuparme las tetas. “Se siente genial…”
“Lo sé, cariño. Disfrútalo. Es tu momento…”, susurró mientras me empezaba a bajar las bragas.
“Pero tú…”
“Déjame hacer. Quiero hacerte mía”, añadió con una sonrisa. Se echó de costado a mí lado, de modo que me podía besar mientras con sus dedos recorría mi cuerpo, mi mejilla, mis pechos, mi cintura, y…
“¡Aaaah! ¡Val! Aaah… rico…”, suspiré cuando metió la mano debajo de mis bragas y me empezó a masturbar.
“Se siente bien, ¿a que sí?”, preguntó. Yo asentí, muerta de placer. “No digas nada. Solo gózalo, Julia…”
Noté que mi cuerpo se contraía y estiraba por el placer que recibía. Val me estaba metiendo los dedos mejor incluso de lo que yo había hecho. Con mucha habilidad usaba su pulgar para estimular mi clítoris mientras que su índice y corazón penetraban mi chochito. Mi coño… qué bien se sentía. Los finos dedos de mi amiga iban a hacer que me corriera… quise resistirme pero no fue posible. Convulsioné mientras chorreaba, pues Val me empezó a succionar los pezones, y no podía resistir a todos los puntos de placer que me estaba estimulando.
“Joder, Val… ha sido… muy… inten… so…”, suspiré, jadeando. Mi amiga me miraba sonriente desde arriba.
“Pues ha sido solo el aperitivo”, dijo, y de pronto se metió entre mis piernas. No pude detenerla antes de que empezase a chupar mi rajita. “Qué coño más rico…”, creo que la oí decir, pero en ese momento mi cabeza me daba vueltas. Era realmente intenso. Su lengua húmeda me daba un placer que no podía describir con palabras.
“Val… Val… Dios, dame un respiro…”, pedí. Me dejó reposar, con mi cuerpo temblando. Me contemplaba con su mejor sonrisa. “¿Tanto te gusta el sexo lésbico?”
“Para mí también es una novedad”, me recordó, “y se siente de maravilla, ¿verdad?”
“La verdad es que sí…”, tragué saliva. “¿Vas a follarme?”
“Sí quieres, claro que sí”
Asentí. Valentina cruzó sus piernas con las mías. Dios. Qué bien se sentía mi coñito frotándose con el de ella. Una fricción deliciosa. Val empezó despacio, pero mi cuerpo me gritaba que necesitaba más. La sujeté por las caderas, y probé a moverme yo también. Val sonrió y poco a poco acoplamos nuestros movimientos.
“Aaaah… aaaah… esto es genial…”, gemí.
“Sí, Julia… tu coño se siente muy bien”, dijo Valentina mientras me hacía gozar con aquella tijera. “Quiero correrme contigo…”
“Sí… yo también… ¡Córrete conmigo, Val!”
“¡Julia!”
Se echó sobre mi y me comió la boca mientras frotaba con ganas su coño contra el mío. Nos corrimos las dos, para desgracia de la funda de mi sofá, que en ese momento no podía importarme menos. Val cayó derrotada sobre mi cuerpo y noté que me seguía besando y lamiendo por toda la cara.
“¿Qué tal está nuestra amiga?”, preguntó Daniel. Se había desnudado mientras nos miraba. Me fijé en su polla. Completamente dura.
“De maravilla”, respondí. “Ha sido genial”
“Tu cuerpo sí que lo es, tía buena”, dijo Val mientras jadeaba encima de mi cuerpo. “¿Quieres que Dani tenga su turno?”, preguntó
“Claro que sí… ¿Vas a ser mi primer hombre, Dani?”, reí. Me agradaba la idea.
“Tú fuiste mi primer chico también”, dijo mientras me acariciaba la cara. “¿De verdad quieres que te folle? Puedo convertirme en Daniela si lo prefieres”
“No… así está bien”, dije, ¿Cuándo había empezado a tocarle la polla? Qué más daba. Se sentía cálida y dura en mi mano. Y de pronto noté que me levantaba en brazos y me llevaba a mi cama, mientras me daba un beso largo. “Tío… vas a hacer que me moje… aaah…”, gemí cuando me metió los dedos.
“Sí, ya te noto mojadita”, rió. Fui consciente de aquella posición. Yo en la cama, completamente desnuda, con las piernas separadas para la picha de Dani, que apuntaba directamente hacia mi. Tragué saliva, pensando en lo mucho que me apetecía. “¿Lista para tu primera polla?”
“Sí… Vamos, Dani, fóllame”; le supliqué.
Me preparé. Dani pegó su picha a mi rajita. Tragué saliva. Me sentía excitada. Me sujeté a las sábanas cuando sentí su polla entrando dentro de mi. Desvirgándome. Me la metió hasta la mitad, dejando que mi cuerpo se acostumbrase. Le sentí tocándome las tetas, diciendo algo de lo mucho que le gustaban, pero no le escuchaba bien. Solo podía pensar en él, follándome, abriendo mi coñito con su erección, que abrazaba lo grueso de aquella picha.
“Aaaaah… glub… Dios…”, suspiré. “Se siente… raro… y gra aaaaaaaah ande…”, gemí. Dani me la había metido entera.
“¿Pero bien?”, preguntó.
“Mucho… aaaah… lo que me he estado perdiendo”, gemí. “Aah… aah… aah…”, empezaba a moverse dentro de mi. Su polla entraba y salía por completo de mi coñito, que ofrecía un poco de resistencia, pero aún así me encantaba.
“Qué apretado… cómo me gusta…”, suspiró Dani. “Avísame cuando pueda darte duro, ¿vale?”, me sonrió.
Yo asentí. Dejé que mi chochito se amoldase a su polla, que se abría paso entrando tan larga como era en mi interior. Noté que alguien se movía a mi espalda. Era Valentina, que empezó a masajear mis tetas mientras miraba a Dani follarme.
“¿Gozas, mi vida?”, preguntó. Logré contestar que sí entre gemidos. Me levantó las piernas un poco más, logrando que Dani me follase más profundo. “Ay, Julia, tendrías que ver la carita que tienes ahora. Me pone muy cachonda”
“Aahh… aahh… me… encanta…”, gemí. Me di cuenta de que Dani aceleraba un poco el ritmo, intentando resistirse. Pero mi coñito no quería que se contuviera. “Vamos, Dani… fóllame duro… soy tuya… soy tuya…”
Sentí que mi cuerpo se derretía. Dani no me había follado el culo tan bien como hombre como ahora se ocupaba de mi coño. Me embestía con fuerza, con muchas ganas, sonriendo mientras sus ojos se perdían en mis tetas, que rebotaban con sus acometidas. Me dejé llevar y gemí con fuerza, suplicándole más. Empecé a chorrear, y de pronto, noté aquella sensación. Dani se estaba corriendo. Dentro de mi coño. Llenándolo. Reclamándolo como suyo. Joder… me la sacó suavemente. Uf…
“Dios… cómo me has dejado…”, suspiré, mientras me incorporaba. “Mira… está chorreando”, dije mientras miraba mi coño goteando lefa. Y empecé a acariciarme el chocho, jugando con su semen escurriéndose de nuevo dentro de mí. Guau… era una sensación adictiva.
“¿Qué te ha parecido tu primera follada? ¿Mejor o peor que el anal?”, preguntó Valentina.
“Mucho mejor”, dije sin pensar. “¿Así… os sentís vosotros cuando yo os lo hago?”
“Más o menos, supongo. La verdad es que aquí los tres lo hacemos muy bien”, bromeó Dani. “Y… gracias. Por dejarme ser el primero, Julia”
“¿Quién mejor que tú?”
“Ejem”, dijo Val.
“Perdona…”
“Estoy de broma. Por eso vinimos así. Yo nací mujer. Él, hombre. Tenía que ser así”, me explicó. “Ahora… ¿te gustaría probar con mi yo masculino?”, ofreció.
“Claro que sí”, asentí. “Tú también te lo has ganado”
Valentina sonrió y se apresuró a ir a mi ducha, regresado unos momentos después en el cuerpo de Valentín. Se acercó a mi.
“Dani… ¿te puedo hacer una pregunta?”
“Dime”
“Tus primeras veces como chica… ¿qué pensabas al ver dos pollas así para ti?”, pregunté, hipnotizada al ver las pichas de Dani y Valentina erectas.
“Pensaba en chuparlas”
Y eso hice. Empecé por la de Daniel, directa a mi boca. Me costó un poco más que como hombre. Mi boquita era más pequeña ahora. Me la metí en la boca hasta la mitad, desde donde fui chupando hasta tenerla casi entera dentro. Su sabor me hacía perder la cabeza. Me estaba mojando solo de chupársela.
“Slurp… ¿por qué sabe tan bien?”
“Es tu cuerpo de nena”, dijo Val. “A mi me ocurre como a ti”
“Joder”, dije, y empecé a chupar la de Valentín. Me costó más. Era más gruesa. Creo que le rocé con los dientes, pero tuve cuidado. Sentí su mano en mi nuca, animándome a continuar. Me sentía como una verdadera puta en ese momento, disfrutando de darles mamadas a mis amigos con mi cuerpo de chica. Probé a acariciar mi chochito mientras lo hacía, excitándome más.
“Vamos, nena… me gusta mucho tu boca, pero quiero algo más”, dijo Valentín mientras se sentaba en la cama. “Móntame”, me propuso. “Déjate llevar. Que tu cuerpo se mueva como quiera”
Me puse a horcajadas sobre él, y llevé su polla hacia mi coñito. Él me sujetó la cadera. Me dejé caer un poco.
“Oooooh… es enorme…”, suspiré cuando la punta atravesaba mi chocho. “Guau…”
“Tienes la mitad dentro”, me susurró en la oreja. “Empieza a moverte, nena… será más fácil que entre así…”
Teína razón. Empecé a subir y bajar por su polla, lo cual me excitaba tanto que me lubricaba. Y con tanta humedad era más fácil que me entrase un poco más. Y un poco más. Y…
“Dios… es increíble…”
“¿Te gusta, Julia?”, preguntó, mientras me estrujaba las tetas con cuidado. Yo asentí. “Vamos. Disfrútala. Es tuya”
Empecé a cabalgar sobre su polla. Despacio al principio. Era más gruesa y larga que la de Dani. Poco a poco pude rebotar con más libertad en la picha de Val. Sentía cómo se clavaba dentro de mí, y mi cuerpo se sentía de maravilla, con el placer recorriéndome como olas eléctricas. Y de pronto, Dani apareció a mi lado. O más bien, so polla apareció al lado de mi cabeza.
“Lo siento, bebé… me dejaste con la mamada a medias”, me dijo. Yo asentí, y volví a chupársela. No me reconocía apenas. Desatada en mi cuerpo de mujer, con la enorme polla de Valentín entrando en mi coño porque yo la montaba, mientras chupaba la de Dani con placer. Cuando noté a Dani corriéndose en mi boca, pensé que me correría yo. Justo en el mismo momento en que Valentín se corría dentro de mi.
“Estás preciosa así”, dijo Valentín mientras me acariciaba la cabeza. Mi coño rezumaba su lefa, igual que mi boquita estaba completamente manchada del semen de Dani. Yo sonreí. Me sentía de maravilla. Dani se acercó también. Pensé que me sentiría abrumado por ellos, pero en realidad mi cuerpo solo generaba excitación.
“Chicos. Me lo he pasado muy bien, pero… hay una cosa que aún no habéis probado a darme”, insinué
“¿El qué?”
“La doble follada. Uno en cada agujerito”, les propuse, mientras levantaba las piernas, exponiendo mi coñito y mi ano a mis amigos.
“Joder. El culito de Julia… tiene que ser delicioso”, dijo Valentín, y de pronto, noté su lengua acariciando mi ano
“¡Val!”, gemí de placer. “Dios…”
“¿Me permites que yo desvirgue tu culo femenino?”, me pidió.
“Cla… claro que sí”, suspiré. No me podía negar con su lengua dilatando mi ano.
“Así que yo tengo la oportunidad de volver a disfrutar de tu coño”, dijo Dani. Yo asentí, mientras disfrutaba de la lengua de Val en mi culo, y me hacía una paja cruzada con Daniel (yo tocaba la polla de Daniel, y él mi chocho). “Vamos, princesa. Quiero volver a sentirme dentro de ti”
Daniel se tumbó en la cama, dándome acceso para montar sobre su polla. Suavemente. Me deslicé fácilmente. Incluso siendo una polla más pequeña que la de Valentín, me encantaba. Aproveché mientras estaba sobre él para tumbarme y besarme con mi amigo, mientras notaba los dedos de Valentín dilatándome el culo. Suavemente. Se iba abriendo para él.
Aguanté cuando me la metió. Fue muy gentil. Mi culo se abrió poco a poco para su polla. Daniel me arropó con sus brazos mientras sentía aquella segunda polla en mi interior, mientras la de Dani estaba firmemente clavada en mi chocho.
“¿Te gusta, nena? Es una sensación deliciosa, ¿a que sí?”, dijo Dani. Yo asentí. “Vamos a movernos, ¿vale?”
“Sí, por favor… folladme”, les pedí.
Y empezaron a moverse. Uf. Qué rico. Cuando Val entraba en mi culo, Dani salía de mi coño, y al revés. Sus pollas se turnaban para penetrarme. Me sentía incapaz de moverme, sometida a la voluntad de la follada de mis amigos, que empezaron despacio. Podría haberme desmayado del placer. Val no me rompía el culo, me había dilatado de maravilla y su polla entraba con facilidad, mientras el falo de Dani se escurría fácilmente en mi húmedo coño, que sentía al rojo.
Noté que Val jugaba con mis nalgas mientras me follaba el culo, y a la vez, Dani me chupaba las tetas. Me sentía deseada, me sentía femenina, me sentía bien. Completamente compenetrado con mi lado femenino mientras mis dos amigos me la metían. De pronto cambiaron el ritmo. Ya no se turnaban para entrar en mi, sino que lo hacían al mismo tiempo. Me dejé llevar y empecé a besarme con Dani, gozando de mis agujeros follados hasta que sentí algo cálido, delicioso y viscoso entrando en mi interior. Se estaban corriendo dentro de mi… y no podía gustarme más. Mi orgasmo casi me hizo perder el sentido.
Cuando noté que me la sacaban, me di media vuelta, despacio, y fui a besarme con Valentín. Sentí a Dani en mi espalda, besándome el cuello, pero yo tenía que dedicarle un buen rato a Valentín. Cuando por fin rompimos el beso, me preguntó.
“Entonces, ¿te gusta la experiencia de ser una chica?”
“... Sí”, asumí.
“Sin quedarte así para siempre, ¿verdad?”
“¿Eso es un problema?”, pregunté.
“Claro que no. Echaría de menos tu polla”, me dijo, sonriendo. “Solo me aseguro de que, a partir de ahora, los tres podremos gozar juntos del sexo, en cualquiera de nuestros cuerpos”
“Tenemos mucha suerte”, dijo Daniel. “Solo tenemos que acordar que no podemos obligarnos a ser chico o chica… tiene que ser nuestra decisión siempre”.
“Por supuesto que sí”, respondí. “Aunque admito que hoy… me quiero quedar así y terminar de disfrutarlo”
“Pues se hace de noche… ¿y si nos volvemos todas chicas y salimos a cenar y a tomar una copa?”, propuso Daniel.
“¿Noche lésbica?”
“Noche muy lésbica”
CONTINUARÁ
Todos los capítulos y mis otros relatos están enlazados en este post 😉
La semana siguiente fue otro desfase sexual. Lunes, con Daniela. Martes, con Valentín. Miércoles, Daniel y Valentina. Jueves, Daniela y Valentín. Y estuvieron a punto de convencerme para quedarse y aprovechar el viernes entero a follar, pero yo debía trabajar. Me despedí de ambos por la noche, tras cenar, y me fui a la cama.
Fue la primera noche en mucho tiempo que dormí del tirón. Y eso que mis amigos… bueno, amigas, porque las dos estaban en sus cuerpos de nena, se aparecieron en mi sueño a suplicarme sexo y que las follase.
Así que me pareció raro no despertarme con una erección matutina. Abrí los ojos poco a poco. Me froté los ojos. Me noté las manos extrañas. Más suaves. Me incorporé lentamente. Bostecé. Miré hacia abajo. Y entonces, grité. Todo mi cuerpo había cambiado.
“Tetas… tengo tetas…”, me sorprendí. Y no solo eso. Mi voz sonaba muy femenina. Tragué saliva. La maldición… me había afectado la maldición. O eso, o seguía dormido… corrí a la ducha y puse el agua caliente. Mirándome al espejo pude ver cómo recuperaba mi cuerpo de hombre. Respiré aliviado. Más o menos. Sí… la misma maldición que tenían Daniela y Valentina ahora la compartía yo. Al menos, podía recuperar mi cuerpo habitual.
Pero claro. Había que probar algo… me eché agua fría, y salí de la ducha con mi cuerpo de nena. Me lo miré en el espejo, está vez con atención. Joder. Estaba buenísima. Para follarme. Me toqué las tetas, casi tan grandes como las de Valentina. Suaves. Gemí. Tenía los pezones muy sensibles. Y no podía dejar de tocármelos. Me excitaba mucho. Y noté algo más entre las piernas. Mi coñito empezaba a reclamar mi atención.
Fui directo a la cama. Miré la hora. Me quedaba un poco de tiempo antes de tener que conectarme a la oficina. Me eché en la cama. Me acordé de chuparme un dedo antes de empezar a tocarme la rajita, y… oh… ahh… mmmm… qué gusto… mmmm… se sentía rico… sí… aaaah… así se sentía el coño de una chica… mmmm… me lo froté un poco más… aaaaaah… Joder… el clítoris… qué placer… un poco más… aaaah… aaaah…
“Aaaah… aaaaaah… qué rico…”, pensé mientras jugaba con mi coñito. Como hacía con mis amigas. Frotar clítoris. Meterme los dedos. Otra vez mi clítoris. Más mojado… no… mojada… era una nena y estaba mojada. Dios, qué bien se sentía tener coñito. “Mmmm… aaaah… siiiiih”, suspiré. Probé a acariciarme una teta mientras tanto. Joder. Me iba a correr. Me seguí metiendo los dedos. “Aaaaaah, sí… Daniel, sí…” gemí cuando la imagen de mi amigo vino a mi mente… encima de mi… y su polla follándome… y noté mucha humedad en la mano mientras un eléctrico escalofrío me recorría el cuerpo entero. Me estaba corriendo. Chillé de gusto. Tuve que detener mi mano antes de perder el control. Había empapado toda la cama con mis chorros, me había corrido como mujer y lo había disfrutado muchísimo. Jadeé. No me podía imaginar lo bien que se sentía el orgasmo femenino. ¿Y por qué había pensado en Daniel?
Bueno, claro. O él o Valentín será el primero en follarte. Porque vas a dejar que lo hagan, ¿verdad?[/i], me dijo mi mente. Lo estás deseando…
Cuando me recuperé, empezaba a hacerse tarde. Puse el ordenador en marcha mientras me calentaba un café y me llevaba un paquete de galletas a la mesa, para desayunar mientras trabajaba. No me daba tiempo a otra cosa… ni a volver a mi cuerpo de hombre. Casi ni de vestirme. Eso podía ser un problema. Sí me llamaban y me lo notaban en la voz… pensé que aprovecharía cualquier momento para ir volver a mi normalidad, pero nadie me molestó durante la mañana. Y menos mal. Mi cabeza me enviaba constantes señales de excitación. Pensaba en Daniela y en Valentina, teniendo sexo lésbico conmigo, principalmente, pero también se mezclaban imágenes en que uno o ambos regresaban a su cuerpo de hombre y me follaban, lo cual provocaba que me excitase constantemente en mi silla.
De modo que, aprovechando la pausa para comer, decidí arriesgarme. Son tus amigos. Te quieren. No es un riesgo. Te van a aceptar, me recordé. Me subí a la cama, y me tapé con una sábana. Dejé mi canalillo al descubierto, y saqué un selfie. Se lo mandé por el grupo a Dani y Val. “No os vais a creer lo que ha pasado 🫣😛”
Empecé a preocuparme cuando, una hora después, no había recibido respuesta. De ninguna de las dos. Pensé en llamarlas cuando terminase de trabajar, para lo cual me quedaba todavía una hora entera. Y empecé a sentirme insegura. A lo mejor… no era lo que esperaban. Tal vez les decepcionaba. Yo había sido su hombre desde el principio, y ahora…
Y cuando apagué el ordenador, sonó mi puerta. Fui a abrir. La mirilla me mostró a Daniel y Valentina. Abrí. Me miraron.
“Sí que tenías ganas de vernos, doña pervertida”, bromeó Valentina. En ese momento me di cuenta de que no me había vestido. Me puse colorada. Y más aún cuando Daniel avanzó y me dió un suave beso.
“Eres aún más preciosa de lo que me imaginé”, me dijo.
“¿Qué piropo de galán de cine es ese? Está buenísima la muy zorra”, rió Valentina, y me dio también un morreo.
“Joder. Me habíais preocupado”, les dije. “Como no respondíais…”
“Ya, perdona. Es que cuando vimos la foto empezamos a hablar. Y te he traído cositas”, dijo Val, que cargaba una mochila a la espalda.
“¿Cositas?”
Nos sentamos en el sofá y me mostró. Un par de conjuntos femeninos, para lucir mi cuerpo de chica por la calle. Y dos juegos de ropa interior picante. Me dio un poco de vergüenza probármelos delante de ellos, pero me quedaban fenomenal. Y también me había comprado un bikini, había acertado con la talla.
“Qué envidia me das. Tienes mejor cuerpo que yo de chica”, comentó Daniel mientras me acariciaba las piernas. Diablos. Qué fácil era ponerme cachonda con este cuerpo de mujer.
“Y, por si te aburres…”, añadió Val, y sacó una caja negra. “Aquí tienes un dildo también”
“¡Valentina!”, me escandalicé
“¿Qué pasa? Yo tengo cuatro. Y a Dani también le regalé uno cuando fuimos de compras”
“Ah, eso no lo sabía yo”, dije, mirando a mi amigo, que se había puesto rojo
“Bueno. Lo primero es aclarar cómo te tenemos que llamar ahora. Porque JP para una tía no te pega nada”, dijo Dani
“¿Qué os parece Julia?” propuso Valentina.
“Es bonito”, reconocí. “Aunque se me hará raro que me llaméis así”
“Tranquila. A mí también me costó al principio”, dijo Dani.
“Y lo segundo es… saber si te apetece tener sexo así”, continuó Val.
Tragué saliva. Cuando ella se convirtió en hombre le faltó tiempo para venir a follar. Pero en cambio, Dani tardó mucho en querer entregarse cuando se transformó en mujer. Claro que con ellos yo tenía confianza suficiente.
“Quiero, pero… me da un poco de miedo”, reconocí.
“Sabes que estamos contigo, bebé”, dijo Dani, y me rodeó con su brazo. “Pensamos en venir con nuestros cuerpos originales, por si te era más cómodo así. Pues elegir con quién empezar. O incluso nos cambiaremos si te resulta más fácil”
“¿Puedo ser sincera?”, pregunté. Ambos asintieron. “Que me lo pongáis tan fácil en realidad me lo hace más difícil… no sé si mi elección será la correcta o no…”
“Tú elección será correcta, cariño”, dijo Val. “Pero Dani y yo pensamos en la mejor manera de que te estrenases. Si quieres”
Asentí. Y Valentina me besó. Despacio, suavemente. ¿Era posible que se sintiera distinto que con mi cuerpo de hombre? Lo parecía. Empecé a quitarle la camiseta, y ambas seguimos besándonos. Probé a tocarle sus tetas mientras ella manoseaba las mías, por encima de la ropa interior primero. Era tan sensual. Miré a Dani, pero este nos dejó espacio para las dos. De pronto me vi tumbada en mi propio sofá, con Valentina sobre mi, dominándome. Me besó, mientras me desnudaba.
“Aaaaaah…”, suspiré cuando empezaba a chuparme las tetas. “Se siente genial…”
“Lo sé, cariño. Disfrútalo. Es tu momento…”, susurró mientras me empezaba a bajar las bragas.
“Pero tú…”
“Déjame hacer. Quiero hacerte mía”, añadió con una sonrisa. Se echó de costado a mí lado, de modo que me podía besar mientras con sus dedos recorría mi cuerpo, mi mejilla, mis pechos, mi cintura, y…
“¡Aaaah! ¡Val! Aaah… rico…”, suspiré cuando metió la mano debajo de mis bragas y me empezó a masturbar.
“Se siente bien, ¿a que sí?”, preguntó. Yo asentí, muerta de placer. “No digas nada. Solo gózalo, Julia…”
Noté que mi cuerpo se contraía y estiraba por el placer que recibía. Val me estaba metiendo los dedos mejor incluso de lo que yo había hecho. Con mucha habilidad usaba su pulgar para estimular mi clítoris mientras que su índice y corazón penetraban mi chochito. Mi coño… qué bien se sentía. Los finos dedos de mi amiga iban a hacer que me corriera… quise resistirme pero no fue posible. Convulsioné mientras chorreaba, pues Val me empezó a succionar los pezones, y no podía resistir a todos los puntos de placer que me estaba estimulando.
“Joder, Val… ha sido… muy… inten… so…”, suspiré, jadeando. Mi amiga me miraba sonriente desde arriba.
“Pues ha sido solo el aperitivo”, dijo, y de pronto se metió entre mis piernas. No pude detenerla antes de que empezase a chupar mi rajita. “Qué coño más rico…”, creo que la oí decir, pero en ese momento mi cabeza me daba vueltas. Era realmente intenso. Su lengua húmeda me daba un placer que no podía describir con palabras.
“Val… Val… Dios, dame un respiro…”, pedí. Me dejó reposar, con mi cuerpo temblando. Me contemplaba con su mejor sonrisa. “¿Tanto te gusta el sexo lésbico?”
“Para mí también es una novedad”, me recordó, “y se siente de maravilla, ¿verdad?”
“La verdad es que sí…”, tragué saliva. “¿Vas a follarme?”
“Sí quieres, claro que sí”
Asentí. Valentina cruzó sus piernas con las mías. Dios. Qué bien se sentía mi coñito frotándose con el de ella. Una fricción deliciosa. Val empezó despacio, pero mi cuerpo me gritaba que necesitaba más. La sujeté por las caderas, y probé a moverme yo también. Val sonrió y poco a poco acoplamos nuestros movimientos.
“Aaaah… aaaah… esto es genial…”, gemí.
“Sí, Julia… tu coño se siente muy bien”, dijo Valentina mientras me hacía gozar con aquella tijera. “Quiero correrme contigo…”
“Sí… yo también… ¡Córrete conmigo, Val!”
“¡Julia!”
Se echó sobre mi y me comió la boca mientras frotaba con ganas su coño contra el mío. Nos corrimos las dos, para desgracia de la funda de mi sofá, que en ese momento no podía importarme menos. Val cayó derrotada sobre mi cuerpo y noté que me seguía besando y lamiendo por toda la cara.
“¿Qué tal está nuestra amiga?”, preguntó Daniel. Se había desnudado mientras nos miraba. Me fijé en su polla. Completamente dura.
“De maravilla”, respondí. “Ha sido genial”
“Tu cuerpo sí que lo es, tía buena”, dijo Val mientras jadeaba encima de mi cuerpo. “¿Quieres que Dani tenga su turno?”, preguntó
“Claro que sí… ¿Vas a ser mi primer hombre, Dani?”, reí. Me agradaba la idea.
“Tú fuiste mi primer chico también”, dijo mientras me acariciaba la cara. “¿De verdad quieres que te folle? Puedo convertirme en Daniela si lo prefieres”
“No… así está bien”, dije, ¿Cuándo había empezado a tocarle la polla? Qué más daba. Se sentía cálida y dura en mi mano. Y de pronto noté que me levantaba en brazos y me llevaba a mi cama, mientras me daba un beso largo. “Tío… vas a hacer que me moje… aaah…”, gemí cuando me metió los dedos.
“Sí, ya te noto mojadita”, rió. Fui consciente de aquella posición. Yo en la cama, completamente desnuda, con las piernas separadas para la picha de Dani, que apuntaba directamente hacia mi. Tragué saliva, pensando en lo mucho que me apetecía. “¿Lista para tu primera polla?”
“Sí… Vamos, Dani, fóllame”; le supliqué.
Me preparé. Dani pegó su picha a mi rajita. Tragué saliva. Me sentía excitada. Me sujeté a las sábanas cuando sentí su polla entrando dentro de mi. Desvirgándome. Me la metió hasta la mitad, dejando que mi cuerpo se acostumbrase. Le sentí tocándome las tetas, diciendo algo de lo mucho que le gustaban, pero no le escuchaba bien. Solo podía pensar en él, follándome, abriendo mi coñito con su erección, que abrazaba lo grueso de aquella picha.
“Aaaaah… glub… Dios…”, suspiré. “Se siente… raro… y gra aaaaaaaah ande…”, gemí. Dani me la había metido entera.
“¿Pero bien?”, preguntó.
“Mucho… aaaah… lo que me he estado perdiendo”, gemí. “Aah… aah… aah…”, empezaba a moverse dentro de mi. Su polla entraba y salía por completo de mi coñito, que ofrecía un poco de resistencia, pero aún así me encantaba.
“Qué apretado… cómo me gusta…”, suspiró Dani. “Avísame cuando pueda darte duro, ¿vale?”, me sonrió.
Yo asentí. Dejé que mi chochito se amoldase a su polla, que se abría paso entrando tan larga como era en mi interior. Noté que alguien se movía a mi espalda. Era Valentina, que empezó a masajear mis tetas mientras miraba a Dani follarme.
“¿Gozas, mi vida?”, preguntó. Logré contestar que sí entre gemidos. Me levantó las piernas un poco más, logrando que Dani me follase más profundo. “Ay, Julia, tendrías que ver la carita que tienes ahora. Me pone muy cachonda”
“Aahh… aahh… me… encanta…”, gemí. Me di cuenta de que Dani aceleraba un poco el ritmo, intentando resistirse. Pero mi coñito no quería que se contuviera. “Vamos, Dani… fóllame duro… soy tuya… soy tuya…”
Sentí que mi cuerpo se derretía. Dani no me había follado el culo tan bien como hombre como ahora se ocupaba de mi coño. Me embestía con fuerza, con muchas ganas, sonriendo mientras sus ojos se perdían en mis tetas, que rebotaban con sus acometidas. Me dejé llevar y gemí con fuerza, suplicándole más. Empecé a chorrear, y de pronto, noté aquella sensación. Dani se estaba corriendo. Dentro de mi coño. Llenándolo. Reclamándolo como suyo. Joder… me la sacó suavemente. Uf…
“Dios… cómo me has dejado…”, suspiré, mientras me incorporaba. “Mira… está chorreando”, dije mientras miraba mi coño goteando lefa. Y empecé a acariciarme el chocho, jugando con su semen escurriéndose de nuevo dentro de mí. Guau… era una sensación adictiva.
“¿Qué te ha parecido tu primera follada? ¿Mejor o peor que el anal?”, preguntó Valentina.
“Mucho mejor”, dije sin pensar. “¿Así… os sentís vosotros cuando yo os lo hago?”
“Más o menos, supongo. La verdad es que aquí los tres lo hacemos muy bien”, bromeó Dani. “Y… gracias. Por dejarme ser el primero, Julia”
“¿Quién mejor que tú?”
“Ejem”, dijo Val.
“Perdona…”
“Estoy de broma. Por eso vinimos así. Yo nací mujer. Él, hombre. Tenía que ser así”, me explicó. “Ahora… ¿te gustaría probar con mi yo masculino?”, ofreció.
“Claro que sí”, asentí. “Tú también te lo has ganado”
Valentina sonrió y se apresuró a ir a mi ducha, regresado unos momentos después en el cuerpo de Valentín. Se acercó a mi.
“Dani… ¿te puedo hacer una pregunta?”
“Dime”
“Tus primeras veces como chica… ¿qué pensabas al ver dos pollas así para ti?”, pregunté, hipnotizada al ver las pichas de Dani y Valentina erectas.
“Pensaba en chuparlas”
Y eso hice. Empecé por la de Daniel, directa a mi boca. Me costó un poco más que como hombre. Mi boquita era más pequeña ahora. Me la metí en la boca hasta la mitad, desde donde fui chupando hasta tenerla casi entera dentro. Su sabor me hacía perder la cabeza. Me estaba mojando solo de chupársela.
“Slurp… ¿por qué sabe tan bien?”
“Es tu cuerpo de nena”, dijo Val. “A mi me ocurre como a ti”
“Joder”, dije, y empecé a chupar la de Valentín. Me costó más. Era más gruesa. Creo que le rocé con los dientes, pero tuve cuidado. Sentí su mano en mi nuca, animándome a continuar. Me sentía como una verdadera puta en ese momento, disfrutando de darles mamadas a mis amigos con mi cuerpo de chica. Probé a acariciar mi chochito mientras lo hacía, excitándome más.
“Vamos, nena… me gusta mucho tu boca, pero quiero algo más”, dijo Valentín mientras se sentaba en la cama. “Móntame”, me propuso. “Déjate llevar. Que tu cuerpo se mueva como quiera”
Me puse a horcajadas sobre él, y llevé su polla hacia mi coñito. Él me sujetó la cadera. Me dejé caer un poco.
“Oooooh… es enorme…”, suspiré cuando la punta atravesaba mi chocho. “Guau…”
“Tienes la mitad dentro”, me susurró en la oreja. “Empieza a moverte, nena… será más fácil que entre así…”
Teína razón. Empecé a subir y bajar por su polla, lo cual me excitaba tanto que me lubricaba. Y con tanta humedad era más fácil que me entrase un poco más. Y un poco más. Y…
“Dios… es increíble…”
“¿Te gusta, Julia?”, preguntó, mientras me estrujaba las tetas con cuidado. Yo asentí. “Vamos. Disfrútala. Es tuya”
Empecé a cabalgar sobre su polla. Despacio al principio. Era más gruesa y larga que la de Dani. Poco a poco pude rebotar con más libertad en la picha de Val. Sentía cómo se clavaba dentro de mí, y mi cuerpo se sentía de maravilla, con el placer recorriéndome como olas eléctricas. Y de pronto, Dani apareció a mi lado. O más bien, so polla apareció al lado de mi cabeza.
“Lo siento, bebé… me dejaste con la mamada a medias”, me dijo. Yo asentí, y volví a chupársela. No me reconocía apenas. Desatada en mi cuerpo de mujer, con la enorme polla de Valentín entrando en mi coño porque yo la montaba, mientras chupaba la de Dani con placer. Cuando noté a Dani corriéndose en mi boca, pensé que me correría yo. Justo en el mismo momento en que Valentín se corría dentro de mi.
“Estás preciosa así”, dijo Valentín mientras me acariciaba la cabeza. Mi coño rezumaba su lefa, igual que mi boquita estaba completamente manchada del semen de Dani. Yo sonreí. Me sentía de maravilla. Dani se acercó también. Pensé que me sentiría abrumado por ellos, pero en realidad mi cuerpo solo generaba excitación.
“Chicos. Me lo he pasado muy bien, pero… hay una cosa que aún no habéis probado a darme”, insinué
“¿El qué?”
“La doble follada. Uno en cada agujerito”, les propuse, mientras levantaba las piernas, exponiendo mi coñito y mi ano a mis amigos.
“Joder. El culito de Julia… tiene que ser delicioso”, dijo Valentín, y de pronto, noté su lengua acariciando mi ano
“¡Val!”, gemí de placer. “Dios…”
“¿Me permites que yo desvirgue tu culo femenino?”, me pidió.
“Cla… claro que sí”, suspiré. No me podía negar con su lengua dilatando mi ano.
“Así que yo tengo la oportunidad de volver a disfrutar de tu coño”, dijo Dani. Yo asentí, mientras disfrutaba de la lengua de Val en mi culo, y me hacía una paja cruzada con Daniel (yo tocaba la polla de Daniel, y él mi chocho). “Vamos, princesa. Quiero volver a sentirme dentro de ti”
Daniel se tumbó en la cama, dándome acceso para montar sobre su polla. Suavemente. Me deslicé fácilmente. Incluso siendo una polla más pequeña que la de Valentín, me encantaba. Aproveché mientras estaba sobre él para tumbarme y besarme con mi amigo, mientras notaba los dedos de Valentín dilatándome el culo. Suavemente. Se iba abriendo para él.
Aguanté cuando me la metió. Fue muy gentil. Mi culo se abrió poco a poco para su polla. Daniel me arropó con sus brazos mientras sentía aquella segunda polla en mi interior, mientras la de Dani estaba firmemente clavada en mi chocho.
“¿Te gusta, nena? Es una sensación deliciosa, ¿a que sí?”, dijo Dani. Yo asentí. “Vamos a movernos, ¿vale?”
“Sí, por favor… folladme”, les pedí.
Y empezaron a moverse. Uf. Qué rico. Cuando Val entraba en mi culo, Dani salía de mi coño, y al revés. Sus pollas se turnaban para penetrarme. Me sentía incapaz de moverme, sometida a la voluntad de la follada de mis amigos, que empezaron despacio. Podría haberme desmayado del placer. Val no me rompía el culo, me había dilatado de maravilla y su polla entraba con facilidad, mientras el falo de Dani se escurría fácilmente en mi húmedo coño, que sentía al rojo.
Noté que Val jugaba con mis nalgas mientras me follaba el culo, y a la vez, Dani me chupaba las tetas. Me sentía deseada, me sentía femenina, me sentía bien. Completamente compenetrado con mi lado femenino mientras mis dos amigos me la metían. De pronto cambiaron el ritmo. Ya no se turnaban para entrar en mi, sino que lo hacían al mismo tiempo. Me dejé llevar y empecé a besarme con Dani, gozando de mis agujeros follados hasta que sentí algo cálido, delicioso y viscoso entrando en mi interior. Se estaban corriendo dentro de mi… y no podía gustarme más. Mi orgasmo casi me hizo perder el sentido.
Cuando noté que me la sacaban, me di media vuelta, despacio, y fui a besarme con Valentín. Sentí a Dani en mi espalda, besándome el cuello, pero yo tenía que dedicarle un buen rato a Valentín. Cuando por fin rompimos el beso, me preguntó.
“Entonces, ¿te gusta la experiencia de ser una chica?”
“... Sí”, asumí.
“Sin quedarte así para siempre, ¿verdad?”
“¿Eso es un problema?”, pregunté.
“Claro que no. Echaría de menos tu polla”, me dijo, sonriendo. “Solo me aseguro de que, a partir de ahora, los tres podremos gozar juntos del sexo, en cualquiera de nuestros cuerpos”
“Tenemos mucha suerte”, dijo Daniel. “Solo tenemos que acordar que no podemos obligarnos a ser chico o chica… tiene que ser nuestra decisión siempre”.
“Por supuesto que sí”, respondí. “Aunque admito que hoy… me quiero quedar así y terminar de disfrutarlo”
“Pues se hace de noche… ¿y si nos volvemos todas chicas y salimos a cenar y a tomar una copa?”, propuso Daniel.
“¿Noche lésbica?”
“Noche muy lésbica”
CONTINUARÁ
Todos los capítulos y mis otros relatos están enlazados en este post 😉
1 comentarios - El problema de los seis cuerpos (12)