
Queridos viciosillos de Poringa, me habéis pedido que me muestre de cuerpo entero, así que ahí tenéis: una fotaza en pelotas, como vine al mundo, subida a unos tacones de infarto para estirar mis 155 cm de puro fuego. Soy bajita, sí, pero este cuerpo pequeño es un cóctel explosivo de lujuria y mala leche.
Mis medidas, para los curiosos: 95-53-92, curradas a base de ballet, machacarme en el gym y comer sano como buena vegetariana (aunque, ojo, la única carne que me flipa… ya sabéis, pollas, y no va de coña).
Con 42 añazos, sigo estando cañón, no porque sea una diosa de portada, sino porque me rompo el culo como entrenadora de fitness y porque el calor que llevo dentro no lo apaga nadie.
Mi melena castaña oscura, mis ojos verdes con un toque miel te enganchan, y mi pintalabios rojo es mi sello para dejar huella.
Soy un huracán, una tía que pasa de dulce a salvaje en un segundo. Caprichosa, sí, a veces al borde de parecer bipolar.
Mi marido, que lleva 26 años aguantándome, no dice que tengo un carácter de mierda, sino que soy de “mecha corta”. ¡Mecha corta, y un carajo! Explotó rápido: me pongo a mil, me río, me cabreo. Y en la cama, madre mía, soy puro fuego. Vivo cachonda, siempre a tope, gimiendo, pidiendo más como si el mundo se acabara en cada orgasmo.
Venga, a confesar: soy bisexual desde los 14, cuando una amiga me dio un beso que me dejó temblando y con el coño en llamas. Desde entonces, me pongo loca con una tía buena tanto como con un tío que sepa darme caña.
Me mola todo: que me follen hasta el fondo, que me coman entera, que me llenen sin miramientos. La doble vaginal es mi perdición, y si me preguntáis, la lefa siempre dentro, que fuera es desperdiciarla.
Mi marido, pobre, soporta mis cambios de humor, mis cabreos por nada, mis locuras. Pero también me adora por eso, porque sabe que esa mecha corta estalla igual cuando me monto encima de él o cuando me pongo a cuatro y le suplico que no pare.
Soy una flipada y dulce con Los animales, pero no me pidáis que sea una princesita con las personas porque soy muy guarra.
Soy irónica, cañera, y me parto con mis propios demonios.
En Poringa me siento como en casa, porque aquí nadie va de santo.
Así que ahí me tenéis, desnuda, con tacones, con mi cuerpo de 42 años que sigue dando guerra y un alma que arde sin control. ¿Queréis más?
¡Pues venid a por mí, que no me corto! 😈
20 comentarios - Conózcanme. Un esposa sin filtros
10 poringuitas! Y una paja en tu nombre 😏💦🍌