
Un hombre hetero y una trans joven.
Después de su divorcio nuestro protagonista conoce a una chica trans que le hacer volver a sentirse joven.
Conocí a Eimy en la fiesta de unos amigos.
No llegaba al año que me había separado de mi mujer tras casi 20 años de matrimonio, toda una vida, y con mis 46 años no me apetecía salir por ahí.
Menos salir de noche a un bar o discoteca a ligar. Llevaba mucho tiempo fuera del mercado, y ya no sabía muy bien como actuar.
Esta semana un amigo me invitó a la inauguración de una exposición de arte, donde exponía su mujer.
No soy muy amigo del arte abstracto pero me convenció al decirme que la cosa sería tranquila, poca gente y podríamos tomar una copa de vino y conversar un poco.
Allí estaba yo, admirando un arte que no entendía ni me gustaba con una copa de vino en la mano.
Me quedé parado delante de un cuadro, pensando .. y esto es arte. Cuando se paro al lado una muchacha y se puso a observar el cuadro.
Yo de reojo la veía girar la cabeza y fruncir el ceño. Estábamos los dos solos delante del cuadro, cuando por fin hablo.
- Es la peor combinación de colores que he visto. Dijo sin dejar de mirar el cuadro.
- Yo creo que el vino es decente. Dije yo para quitar hierro al asunto.
- Si, pero se me ha terminado. Te apetece otra copa? Me respondió ella.
Hasta entonces solo la había visto de reojo, y me giré.
Era una muchacha de poco más de 20 años, con el pelo corto y rizado. Negro y con mechas rubias. Una estatura parecida a la mía, sobre el metro setenta. Delgada. Vestía vaqueros y una camiseta negra, llevaba un carmín rojo que destacaba su sonrisa. No era una belleza pero si mona. Por la edad perfectamente podía haber sido mi hija. Aquello también lo pensé.
- Me llamo Eimy, y quiero otra copa de vino. Dijo mirándome a los ojos.
Sin saber muy bien que decir, recurrí a lo evidente.
- Yo soy Jhon. Te acompaño.
Juntos fuimos hasta la barra para rellenar nuestras copas.
Me contó que la había invitado una amiga que también exponía. Su amiga estudiaba bellas artes, y ella cinematografía.
Enseguida nos caímos bien, quizás la culpa la tuvo el vino, porque tomamos varias copas mientras charlábamos.
Se notaba que era inteligente, porque se podía hablar de cualquier cosa con ella, sobre todo de arte, cine, literatura. Teníamos muchos gustos en común y a pesar de doblarla la edad era muy madura.
Yo no volví a hablar con mi amigo en toda la noche, aunque podía verlo por la sala. Le veía cuchichear con su mujer mientras él me veía hablar con Eimy, sorprendido de que estuviera “ligando” con una chica joven.
Cuando la exposición estaba a punto de terminar y nos teníamos que ir, Eimy me propuso tomar una copa más de vino en su casa, cerca de allí y terminar la conversación.
- Claro, porque no, respondí yo.
Nos dirigimos a su casa dando un paseo. Era una noche de verano y la temperatura era cálida.
Vivía en un apartamento pequeño en el centro, lleno de libros y películas. Con una cocina minúscula y un dormitorio al fondo.
Me acompaño al salón y me pidió que esperara en lo que iba a por un par de copas a la cocina.
Volvió con dos copas de la mano, llenas de vino tinto. Alargando la mano me tendió una.
- Pruebalo, te va a gustar. Dijo mientras me miraba.
El vino no estaba mal, aunque tampoco era extraordinario.
Se acerco despacio a mi, y pasando una mano sobre mi cuello me beso. Un beso lento, con lengua, deleitándose, despacio, donde parece que se para el tiempo. Hacia mucho que no besaba a una mujer.
- A que ahora sabe mejor. Dijo separándose un poco.
- Esto.. yo… no supe que responder. Me había dejado en shock.
- Acompañame. Y cogiéndome de la mano me llevo hasta su dormitorio.
Allí nos volvimos a besar. Esta vez como dos adolescentes, recorriendo con las manos nuestros cuerpos. Yo apretaba su culo y ella se colgaba de mi cuello.
Despacio me quitó la camisa y acarició mi pecho, a pesar de mi edad no estaba en mala forma porque hago deporte regularmente.
De un empujón me tiró sobre la cama donde quedé sentado.
Ella se quitó la camiseta dejando al aire dos pechos pequeños, con unos pezones oscuros que me miraban.
Después se bajó los vaqueros y quedó con una braguita blanca de encaje.
Poniéndose de rodillas me desabrocho el cinturón y me quito los pantalones.
Para entonces yo ya estaba a mil. Llevaba tiempo sin sexo, desde el divorcio, y mi polla empujaba el boxer queriéndose salir.
- Te has puesto contento. Dijo mirando el bulto, y rozándolo con la palma de su mano. Se rió al decirlo.
El boxer siguió el mismo camino del pantalón y desapareció al momento. No soy un semental, y mi polla no es grande, unos 16 cm, pero mi mujer nunca se quejo porque siempre funcionó bien.
De rodillas en el suelo empezó a hacerme una mamada despacio, mirándome a la cara.
Esto fue lo que mas me excito, como me miraba.
Yo acompasaba sus movimientos con las manos entre su pelo, rizado y precioso.
Cuando percibió que me iba a correr, paró.
- Tan pronto no, tenemos que divertirnos mas. Dijo riéndose.
Ella seguía con la braga de encaje, de rodillas delante de mi.
Se levantó y la bajo.
Lo que sucedió a continuación no me lo esperaba.
Apareció una polla mas grande que la mía. No en tamaño, apenas unos centímetros, pero si mas gorda. Depilada, con unos huevos redondos. La polla dura miraba al techo. En este aspecto era mas hombre que yo.
- Eres un chico, dije sorprendido.
- Soy Eimy, no te acuerdas. Dijo ella.
- Yo te gusto, tu polla dice que sí. Me dijo mientras se tocaba la suya despacio.
- No vamos a hacer nada que no quieras, dijo después.
Se sentó sobre mi y me volvió a besar.
Esta vez su beso sabia a mi, me había estado mamando hace unos momentos.
Con la mano las sujeto, aprentandolas entre si y empezó a hacer una paja, frotándolas.
- Ves como te gusta. Dijo mientras lo hacia.
Yo sujeté sus caderas con las manos, acariciando su culo.
Si, me estaba gustando, no lo podía negar.
Se incorporo un poco, y sujetando mi polla con la mano, la dirigió hacia su culo
Fue poco a poco penetrándose mientras bajaba.
Su culo estaba caliente y cerrado, notaba como se abría mientras entraba dentro de ella.
Yo estaba tumbado en la cama y ella sobre mi.
Empezó a cabalgarme despacio para poco a poco ir subiendo el ritmo.
Todavía tenia la polla dura. Con su mano derecha cogió mi mano y la llevo hacia ella para que la masturbara mientras me montaba.
Estaba excitada porque de la cabeza salían gotas de líquido preseminal.
Mientras me cabalgaba no dejábamos de besarnos, con mis manos en sus caderas subiendo y bajando, acariciando su trasero.
Cuando note que estaba apunto de correrme acelere el ritmo de la paja que le hacia.
Nos corrimos prácticamente al tiempo, Yo dentro de ella y ella sobre mi barriga y pecho.
Llevaba tanto tiempo sin sexo que la debí inundar por dentro.
Su leche también era abundante. Sin bajarse de encima recogió una gota y la llevo a mis labios.
- Prueba, me dijo.
Lamí aquel dedo probandola. No sabia como la mía, pero no me desagradó.
Se dejó caer y se acostó a mi lado descansando la cabeza sobre mi pecho.
Aquella noche hicimos el amor dos veces más, con el mismo ímpetu que cuando era adolescente.
Aquella noche supe que sería el primer polvo de muchos, de mas aventuras y mas días de pasión.
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