Esa tarde estaba con Alexis tirados en la cama, sin ningún plan más que dejar que pasaran los minutos antes de que tuviera que salir para el gym. Yo tenía puestas unas calzas negras ajustadas, de esas que sé que le encienden todavía más que cualquier lencería. Lo noté cuando empezó a acariciarme con ganas, rozándome las piernas y subiendo despacito. Yo, por dentro, ya estaba tramando lo mío: recordé el pedido de un seguidor.
Era alguien con quien se había dado una onda especial… más allá de lo sexual, había respeto, coincidíamos en muchas cosas y me encantaba cómo me hablaba. Ya me había pedido fotos y videos, pero esta vez fue distinto: quería un audio, uno en el que se escuchara cómo Alexis me cogía, con un detalle muy claro… le fascinaba escuchar cuando me chupaban. La idea me sacudió, porque era mucho más íntimo que mostrarme desnuda en cámara. No solo me exponía yo: lo estaba exponiendo a Alexis. Y, sin embargo, el morbo me ganó.
El problema fue cómo grabar sin que Alexis sospechara. Imposible.
Las veces que intenté grabar audio sola, se me complicó. Siempre había algo que no salía bien: ruido, poca claridad, o simplemente me ponía demasiado nerviosa sabiendo que lo estaba escondiendo. Así fue que se me ocurrió la idea de pedirle a Alexis que nos grabara en video. No iba a sospechar nada, lo hacíamos seguido… pero esta vez, el plan era otro: después separaría el audio, y así cumpliría el pedido de mi seguidor.
Lo único distinto fue que insistí en que no cortara en ningún momento, que lo quería entero. Obvio, jugué con que moría por ver después cómo me chupaba largo rato. Y él, encantado, aceptó.
Así que cuando me bajó las calzas le recordé la cámara. Me miró con esa sonrisa cómplice y empezó a grabar. Todo fluyó tan natural que a los pocos segundos me olvidé del celular, y solo estaba pendiente de sus labios, de su lengua, de lo que me hacía. Hubo comentarios entre risas y gemidos: yo lo jodía con que más le valía terminar lo que empezaba, porque si no iba a mandarme al gimnasio ardida, rodeada de pendejos hermosos. Eso a Alexis lo vuelve loco, y lo noté en cómo se entregaba, chupándome con una intensidad deliciosa.
Me acomodó boca abajo, con la cola bien levantada, y se perdió ahí. Yo gemía, me reía, me retorcía entre el placer y el juego. Lo escuchaba decir que estaba loca, que después no iba a poder moverme en el gimnasio, y eso me excitaba más. No teníamos mucho tiempo, y tal vez por eso se sintió tan perfecto: no era para horas, era para diez minutos de locura.
Cuándo vió que ya era casi la hora para irme al gym, me levantó más la cola hasta ponerme en cuatro y me cogió con fuerza, haciéndome acabar casi al instante. Yo no sabía si reírme, gemir más fuerte o decirle que no parara. Terminamos riéndonos los dos, con esa complicidad que me mata. Y Alexis, mirándome transpirada, me dijo entre risas: “¿Querías que te filme? Te filmé toda”.
Después, sola, me encargué de separar el audio. El resultado fue tal cual lo había pedido mi seguidor: íntimo, explícito, real. Todavía no me dijo que le pareció ni me pagó, pero sé que me valora, y esa espera me excita casi tanto como el juego mismo. Porque con él se generó algo especial, y estoy segura de que este no va a ser el último juego.
De hecho, mientras lo escuchaba, no podía dejar de imaginarme cuál será su próximo pedido… y la sola idea me tiene ya con cosquillas en la piel.









Era alguien con quien se había dado una onda especial… más allá de lo sexual, había respeto, coincidíamos en muchas cosas y me encantaba cómo me hablaba. Ya me había pedido fotos y videos, pero esta vez fue distinto: quería un audio, uno en el que se escuchara cómo Alexis me cogía, con un detalle muy claro… le fascinaba escuchar cuando me chupaban. La idea me sacudió, porque era mucho más íntimo que mostrarme desnuda en cámara. No solo me exponía yo: lo estaba exponiendo a Alexis. Y, sin embargo, el morbo me ganó.
El problema fue cómo grabar sin que Alexis sospechara. Imposible.
Las veces que intenté grabar audio sola, se me complicó. Siempre había algo que no salía bien: ruido, poca claridad, o simplemente me ponía demasiado nerviosa sabiendo que lo estaba escondiendo. Así fue que se me ocurrió la idea de pedirle a Alexis que nos grabara en video. No iba a sospechar nada, lo hacíamos seguido… pero esta vez, el plan era otro: después separaría el audio, y así cumpliría el pedido de mi seguidor.
Lo único distinto fue que insistí en que no cortara en ningún momento, que lo quería entero. Obvio, jugué con que moría por ver después cómo me chupaba largo rato. Y él, encantado, aceptó.
Así que cuando me bajó las calzas le recordé la cámara. Me miró con esa sonrisa cómplice y empezó a grabar. Todo fluyó tan natural que a los pocos segundos me olvidé del celular, y solo estaba pendiente de sus labios, de su lengua, de lo que me hacía. Hubo comentarios entre risas y gemidos: yo lo jodía con que más le valía terminar lo que empezaba, porque si no iba a mandarme al gimnasio ardida, rodeada de pendejos hermosos. Eso a Alexis lo vuelve loco, y lo noté en cómo se entregaba, chupándome con una intensidad deliciosa.
Me acomodó boca abajo, con la cola bien levantada, y se perdió ahí. Yo gemía, me reía, me retorcía entre el placer y el juego. Lo escuchaba decir que estaba loca, que después no iba a poder moverme en el gimnasio, y eso me excitaba más. No teníamos mucho tiempo, y tal vez por eso se sintió tan perfecto: no era para horas, era para diez minutos de locura.
Cuándo vió que ya era casi la hora para irme al gym, me levantó más la cola hasta ponerme en cuatro y me cogió con fuerza, haciéndome acabar casi al instante. Yo no sabía si reírme, gemir más fuerte o decirle que no parara. Terminamos riéndonos los dos, con esa complicidad que me mata. Y Alexis, mirándome transpirada, me dijo entre risas: “¿Querías que te filme? Te filmé toda”.
Después, sola, me encargué de separar el audio. El resultado fue tal cual lo había pedido mi seguidor: íntimo, explícito, real. Todavía no me dijo que le pareció ni me pagó, pero sé que me valora, y esa espera me excita casi tanto como el juego mismo. Porque con él se generó algo especial, y estoy segura de que este no va a ser el último juego.
De hecho, mientras lo escuchaba, no podía dejar de imaginarme cuál será su próximo pedido… y la sola idea me tiene ya con cosquillas en la piel.










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