Post anterior
Post siguiente
Compendio III
LA JUNTA 13: SEGUNDA CITA
Esperé junto a las torres de memoria en la planta 14, un poco nervioso. Cassidy llevaba semanas insistiéndome para que fuéramos a cenar y, tras la última reunión de la junta directiva, accedí. Sin embargo, la idea de encontrarme con Cristina antes de eso... bueno, todavía me ponía inquieto.
Entonces se oyó el taconeo de unos zapatos.
< Cassidy, no puedes irte, así como así. El sistema es inestable. ¡Te necesito aquí! - La voz de Cristina, aguda y autoritaria.

Y entonces apareció Cassidy, vestida de punta en blanco, con el pelo rebotando a cada paso y el bolso balanceándose como un arma.
• ¡Diablos, Crissy, no! - espetó, girando sobre sus talones. - Ya te lo he dicho: no me voy a quedar hasta tarde esta noche. El sistema está averiado, y ¿Sabes qué? Mañana seguirá averiado. Pero mi “bombón” me está esperando ahora mismo.

(Hell no, Crissy! I done told ya already. I ain’t stayin’ late tonight. That system’s busted, an’ guess what? It’ll still be busted come mornin’. But my sugar muffin’s waitin’ on me right now, an’ I ain’t about to keep him waitin’.)
Casi me atraganto. ¿Bombón? ¡Dios mío, ayúdame! Realmente no recuerda mi nombre, ¿Cierto?
< ¿Tienes idea de lo grave que es esto? La junta directiva me está presionando mucho. Y está este tipo que realmente... - La expresión de Cristina se ensombreció.
• ¡Crissy, escúchame! - Cassidy cruzó los brazos interrumpiéndole, pero su voz se suavizó. - Sabes que te quiero. Eres mi mejor amiga. Pero el Señor me perdone, a veces puedes ser una jefa terrible.
(Crissy, now you listen here. You know I love ya, you’re my best gal… but Lord have mercy, you sure can be a mighty sorry boss sometimes.)
< ¿Perdón? - Cristina se quedó boquiabierta, sorprendida por su franqueza.

Cassidy suspiró, frustrada, pero sin dejar de sonreír.
• Mira, linda, este problema no es tu culpa. Lo has hecho todo bien, lo sé. Yo misma he visto y revisado la mitad de tus informes. Pero encadenarme al escritorio toda la noche no va a arreglar nada. Esta noche no va a ocurrir ningún milagro. ¿Mañana? Claro, volveré a revisar los cables. ¿Pero ahora mismo? Tengo una cita esperándome. – le respondió en un tono más cordial y condescendiente.
(Look, sugar, this mess ain’t on you. You done everythin’ right, I know it. I even went and double-checked half them reports myself. But keepin’ me chained to this desk all night ain’t gonna fix a thing. Ain’t no miracle comin’ tonight. Tomorrow? Sure, I’ll run them wires again. But right now? I got me a date waitin’.)
Cristina vaciló, y su enfado dio paso a la confusión.
• Y, además, - continuó Cassidy con los ojos brillantes. - ¿Sabes por qué soy la mejor, Crissy? Por él. El chico con el que voy a salir. Mi “Llanero solitario con un portátil”. Así que no, Crissy. No puedo ayudarte esta noche, princesa.
(N’ besides, y’know why I’m the best, Crissy? ’Cause of him. That fella I’m fixin’ to meet. My “lone ranger with a laptop”. So no, Crissy — can’t help ya tonight, princess.)
Me quedé tan paralizado como Cristina con sus palabras. ¿Un “Llanero solitario con un portátil”?
• Hace dos años, ¿Cuando nos pegó ese gran ciberataque? Dios, ninguno de nosotros novatos tenía ni una pista de qué hacer. Nora estaba acostada en el hospital con dolores de parto, todo el sistema se estaba derritiendo y tú estabas en Europa. Estábamos completamente perdidos. Y entonces apareció él… – comentó con sus ojos brillando con nostalgia.
(Two years back, when that big ol’ cyberattack hit? Lord, none of us newbies had a clue what the hell t’ do. Nora was laid up at the hospital with baby cramps, the whole damn system was meltin’ down, an’ you were off in Europe. We were flat-out lost. …Then he showed up.)
< ¿Quién? - Cristina parpadeó.
• Mi “Llanero solitario” - confesó Cassidy con ojos vidriosos, como si soñara despierta. - El portátil en una mano, el teléfono en la otra. No nos gritó, no se asustó. Solo dijo: “Tú has esto. Tú has aquello. Yo mismo hablaré con los jefes de operaciones”. Y, de repente, todo cobró sentido. Todos nos pusimos manos a la obra, como si nos hubiera prendido con fuego. El sistema se arregló, la crisis se parchó… y ni siquiera se quedó para llevarse el crédito. Simplemente lo arregló y se marchó… como un vaquero cabalgando hacia el atardecer.
(My ‘lone ranger’... Laptop in one hand, phone in the other. He didn’t holler, didn’t lose his cool. Just ‘You do this, you do that. I’ll talk t’ the site managers myself.’ And all of a sudden, it made sense. We pulled it together, like he’d lit a fire under us. System got fixed, crisis patched up… an’ he didn’t even stick ‘round for the credit. Just fixed it, walked off… like some cowboy ridin’ out into the sunset.)
Entonces, Cassidy sonrió y soltó un suspiro haciendo una pausa, como si estuviera viendo la imagen frente a sus ojos.
• Por eso quería ser la mejor, Crissy. Él me hizo querer ser mejor. Igual que él. – remató perdida en los recuerdos.
(That’s why I wanted t’ be better, Crissy. He made me wanna be better. Just like him.)
Cristina la miró como si estuviera hablando en otro idioma.
• ¿Y adivina qué? - Cassidy sonrió aún más. - Sigue trabajando aquí. Y esta noche me va a llevar a cenar.
(An’ guess what? He still works here. An’ tonight… he’s takin’ me out t’ dinner.)
En esos momentos, se me encogió el corazón, temiendo que le fuera a decir mi nombre...
< Cassidy... no puedes estar hablando en serio de... - Cristina se pellizcó el tabique de la nariz.

• ¡Oh, no me mires así! - dijo Cassidy, moviendo un dedo. - Sí, está casado, sí, tiene hijos. Pero es delicioso, Crissy. Y más que eso, es bueno. Me hizo sentir segura. Me hizo sentir linda. ¿Y la mejor parte de todo? No intentó nada conmigo. ¡No se olvida a un hombre así, cariño!
(Aw, don’t gimme that look, Crissy! Yeah, he’s married, yeah, he’s got kids… but lordy, he’s yummy. An’ more’n that, he’s good. Made me feel safe. Made me feel pretty. An’ the best part? He didn’t even try nothin’. You don’t forget a man like that, sugar.)
Cristina bajó los hombros y, por primera vez, vi algo crudo en ella, no ira, ni arrogancia, sino duda.
Cassidy también lo notó. Su tono se suavizó.
• Crissy, esto no es culpa tuya —dijo en voz baja—. Si el sistema se está quedando atrás, es culpa del sistema, querida. No tuya. La junta no puede echarte la culpa. ¿Y si alguna vez intentaran darme tu trabajo? Olvídalo. No lo aceptaría. Demasiado aburrido, demasiado político. No es lo mío. Soy la chica a la que llamas cuando las cosas se ponen feas, no la chica que se sienta en las reuniones... y apuesto a que mi “gran bronco” tampoco lo es.
(Crissy, this ain’t on you. If the system’s draggin’, that’s on the system, darlin’, not you. Board cain’t pin that mess your way. An’ if they ever tried handin’ me your chair? Shoot, I’d laugh ’em right out the room. Too dull, too political. Not my style. I’m the gal folks call when somethin’ blows sky-high, not the one sittin’ through all them meetings… an’ I reckon my big bronco ain’t one, neither.)
Cristina la miró, casi incrédula.
• Eres buena en esto, Crissy. —concluyó Cassidy en una voz más suave— Has hecho todo lo posible. Y es por eso que yo sigo aquí, aunque me vuelvas loca. ¿Pero esta noche? Esta noche voy a ver a mi “frijolito”.
(You’re good at this, Crissy. You done your best. an’ that’s why I’m still stickin’ ‘round, even when you drive me plumb crazy. But tonight? Tonight, I’m goin’ to see my sweet pea.)
Y con eso, besó a Cristina en la mejilla, le guiñó un ojo y se alejó, dejando a la jefe de TI paralizada en el pasillo, dividida entre la frustración y algo que se parecía mucho al miedo.
Me di cuenta de que Cassidy se dirigía saltando hacia el vestíbulo del ascensor. Si llegaba antes que yo, estaba perdido. Así que, rápido como un ninja, con movimientos que Marisol habría encontrado ridículos y tal vez incluso habría aprobado, me adelanté y pulsé el botón. Por algún milagro, ya estaba llegando una cabina.
Dentro, apreté frenéticamente el botón de “cerrar puertas” justo cuando oí su dulce voz resonar en el pasillo:
• ¡Maldita sea!
(Darn it!)
Las puertas se cerraron y exhalé aliviado, bajando al vestíbulo. Pero el alivio no duró mucho.
Cuando se abrieron las otras puertas del ascensor, Cassidy salió y, por un momento, pensé sinceramente que la había imaginado.
Ella estaba radiante.

Nunca había conocido a una “belleza sureña” en mi vida, y quizá Cassidy no lo fuera exactamente, pero se movía como un torbellino de encanto envuelto en luz. Mide alrededor de 1,68 m y llevaba su larga melena rubia recogida en una coleta suelta, con algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro con una dulzura juguetona. Sus ojos verde uva brillaban con picardía, cálidos y vivos, como si estuviera constantemente al tanto de una broma que nadie más había captado.
Su atuendo era sencillo, pero devastadoramente eficaz: una blusa color crema atada holgadamente a la cintura, con las mangas enrolladas justo por encima de los codos, combinada con una falda floral fluida que se movía con el aire del vestíbulo mientras caminaba. No era revelador, pero no hacía falta que lo fuera: el corte rozaba su figura de una manera que insinuaba más de lo que mostraba, acentuando su esbelta cintura y la curva natural de sus caderas y su busto. Las sandalias de tacón alto le daban un paso seguro, haciéndola parecer elegante y despreocupada a la vez.
Me vio y esbozó una sonrisa que podría derretir una piedra.
• Hola, pastelito de manzana. ¿Me echabas de menos? - bromeó.
(Hey there, apple pie. Miss me?)
- Sí. Eh... ¿Estás lista? – respondí, complicado al buscar las palabras adecuadas.
• ¡Por supuesto que sí, pastelito de cereza! - Me tendió la mano, juguetona como siempre.
(‘Course I am, cherry pie!)
Mientras la acompañaba hacia mi camioneta, no pude negarlo: estaba impresionante. Por un instante, me sentí afortunado.
Pero entonces recordé a Marisol esa misma tarde, sonriéndome mientras me daba un beso de despedida: “¡Haz que lo pase bien! Yo me ocuparé de los niños.”

Ella confiaba en mí porque lo sabía. Siempre volvería con ella. Ella es mi hogar, el amor de mi vida.
Dicho esto, quizá no me habría despedido con tanta alegría si hubiera visto lo guapa que estaba Cassidy esa noche.
Para mi sorpresa, quería ir a una parrillada.
• Mhm, quiero comer algo jugoso y sabroso... - me dijo con un guiño que me dio a entender que quería probar algo más que solo comida…
(Mmm, I want me somethin’ juicy ‘n tasty…)
Sonreí y conduje hasta allí. Se lo había ganado.
El restaurante estaba lleno de gente, una mezcla de risas, carne chisporroteando y el aroma del whiskey. Nos llevaron a nuestra mesa, una acogedora mesa en la esquina que parecía un refugio secreto del mundo.
Le sorprendió que quisiera pedir un vaso de jugo de durazno.
• ¿No bebes? - preguntó con un poco de decepción en los ojos.
(Ya don’t drink?)

- Cuando era niño, mi hermano tenía un problema con la bebida. Me asustó mucho. Más tarde, descubrí que el alcohol mata las células cerebrales. Y yo necesito todas mis células cerebrales... especialmente cuando estoy contigo, bombón. - Se lo expliqué con delicadeza, aunque devolviéndole con un “cutie pie” (bombón), en vista que me había halagado todo el tiempo.
Sus ojos se iluminaron. No tocó su cerveza, centrándose en el jugo.
• Me pregunto si tus labios saben tan dulces como esto... - me respondió, haciéndome casi atragantarme con el jugo.
(Reckon I gotta wonder if them lips o’ yours taste as sweet as this…)
Llegaron nuestros filetes, del tamaño de mi cabeza, y ella se los comió con pasión. Hablamos de trabajo, de informática, de ideas. Era inteligente, entusiasta, atrevida. Y comía como Marisol, sin vergüenza ni preocuparse por las calorías o grasas, disfrutando de cada bocado.
Entonces empezó la música y, antes de que me diera cuenta, Cassidy me había arrastrado a la pequeña pista de baile. Lenta, rápida, girando... ella llevaba la iniciativa y yo la seguía. Se reía de mis tropiezos, me acercaba a ella y me guiaba como si fuera su muñeca favorita.
Por un momento, atrapado por su energía, sentí que algo se removía en mi interior. Ella estaba viva, llena de vida, y me hacía sentir visto de una manera que pocas personas fuera de Marisol habían logrado.
Entonces, la música aceleró el ritmo y yo... bueno... no.

• No vas a dejar que un poco de ritmo rápido te asuste, ¿Verdad, pancito de miel? - Cassidy me miró con una sonrisa burlona.
(Don’t tell me a li’l quick two-step’s gonna spook ya, honey bun?)
-Sinceramente, nunca he bailado así. - le confesé.
• Bueno, cariño, es como escribir códigos. – Me explicó en voz baja y tranquilizadora. – Una vez que le agarras el ritmo, querido, el resto cae justo en su lugar.
(Shoot, sugar, it’s just like writin’ code. Once ya catch the rhythm, darlin’, the rest falls right in line.)
Y me agarró por la cintura y me guió. No era nada lascivo ni nada por el estilo. Yo era su “muñeco de carne” en cierto sentido y ella se divertía. Sus movimientos eran rápidos y me hacía girar con una gracia sorprendente.
Es una buena bailarina, sus caderas se movían al compás como si tuvieran vida propia. Seguí sus pasos, tropezando un poco, pero manteniéndome al ritmo. Su risa era contagiosa y, pronto, la tensión entre nosotros se desvaneció. Bailamos varias canciones, la música cambiaba de lenta a rápida y luego a lenta de nuevo.
Cada vez que cambiaba el ritmo, ella me daba una rápida instrucción y yo intentaba seguirle el ritmo. Mientras bailábamos, no pude evitar sentir una punzada de atracción.
Es tan viva, tan vibrante. Y aunque sabía que estaba mal, disfrutaba de la forma en que me hacía sentir: apreciado, deseado, visto. Hacía tiempo que nadie más me miraba abiertamente así. Aparte de Marisol, claro.
Pero entonces se inclinó hacia mí, y sentí su cálido aliento en mi oído.
• ¿Sabes, cariño? Llevo mucho tiempo esperando este momento. – susurró despacio
(You know, Snuggles? I been waitin’ on this a long while.)
Deslizó la mano por mi espalda y se apretó contra mí, con sus curvas encajando en mi pecho como las piezas de un rompecabezas. El calor de su cuerpo era palpable y sentí que mi corazón se aceleraba.
- Cassidy... - respondí, tratando de mantener la voz firme. - ¿Qué tal si lo dejamos para la tercera cita?
Sus ojos brillaron con picardía.
• ¡Ay, conejito amoroso! ¡Eres tan adorable cuando te pones nervioso! – Entonces, dio un paso atrás, dejando de nuevo un poco de espacio entre nosotros. - ¡Está bien! ¡Seré buena! - accedió, para luego darme una sonrisa coqueta y prometedora. – Pero cariño… no voy a esperar para siempre, palomito...
(Oh, Loveyhunny, you’re downright precious when you get all flustered. Fine! I’ll play nice! But sugar…I ain’t waitin’ forever, darlin’ dove…)
La pista de baile se despejó cuando la banda se tomó un descanso y nos dirigimos de vuelta a nuestra mesa, con los platos casi vacíos. Tenía un brillo en los ojos y no pude evitar preguntarme si llevaría demasiado lejos esta coqueta charla.
• ¿Y ahora adónde vamos, botón de oro? - preguntó, bebiendo un sorbo de su jugo.
(So, where we ridin’ off to next, buttercup?)
Me quedé... sin palabras. Aunque Cassidy me veía como un “vaquero” legendario o algo así, lo cierto es que rara vez salía con mujeres cuando era joven. De hecho, era un ñoño. Y mi plan era llevarla a su casa después de esto.
Pero ella tenía otras ideas.
• ¿Por qué no me llevas al puerto, osito de azúcar? Me encantaría acurrucarme junto a ti mientras paseamos. - Su voz era tan dulce como la miel, y era difícil decir que no.
(How ’bout you take me down to the harbor, sugar bear? I’d sure love to snuggle up next to ya while we walk.)
Asentí y pagué la cuenta, sintiéndome un poco abrumado por el giro que habían tomado los acontecimientos. Cuando salimos al aire fresco de la noche, con el olor del océano mezclándose con los aromas de la ciudad, ella deslizó su mano en la mía.
El puerto estaba lleno de vida, con el sonido de las olas rompiendo contra el muelle y las risas lejanas de los turistas que disfrutaban de la vida nocturna. La luna lo iluminaba todo con un suave resplandor plateado y las estrellas titilaban en lo alto como tímidos confetis. Caminamos por las tablas de madera, con el sonido de nuestros pasos resonando en la noche.

• ¿Sabes, rayito de sol? - comenzó, con una voz que era una suave caricia en el aire fresco. - He tenido mi cuota de citas malas. Pero tú eres diferente. Eres... real.
(You know, sunshine, I’ve had my share of bad dates. But you? You’re different. You’re… real.)
- Para ser sincero contigo, Cassidy, no he tenido muchas citas. - Me abrí a ella. - Cuando mi esposa y yo empezamos a salir, no teníamos mucho dinero. Pasábamos tiempo juntos, veíamos películas. Pero sobre todo hablábamos.
• ¿De qué hablas con tu mujer? - Sus ojos preguntaron curiosos.
(What'cha talk about with your baby momma?)
-De las cosas más locas: helados, las nuevas películas de superhéroes, qué tipo de mascotas les gustaría ser a nuestras hijas ...- Me reí suavemente.
• ¡Ay, qué dulce eres! Me encantaría ser un delfín, nadando en el océano, libre y feliz. - La sonrisa de Cassidy se hizo más amplia, honesta y pura.
(Awww, that’s sweet. I’d sure be a dolphin swimmin’ out in the ocean, free and happy as can be.)
Casi podía imaginarla...
- ¿Eres feliz, Cassidy? - La pregunta se me escapó antes de que pudiera evitarlo.
Ella apretó mi mano con fuerza, se detuvo y se volvió para mirarme. Las luces del puerto se reflejaban en sus ojos y, por un momento, creí ver algo vulnerable en ellos.
• ¿Feliz? - repitió. - Sí, supongo que lo soy. Pero ¿Sabes lo que me falta, pastelito de calabaza?
(Happy? Yeah, I reckon I am. But y’know what’s missin’, Pumpkin Pie?)
No dejó pasar ni dos segundos antes de darme un rápido beso en los labios.

• ¡Eso mismo! ¡Eso es lo que me falta! - respondió, sonriendo con orgullo.
(That right there! That’s what I been missin’!)
Su beso repentino me tomó por sorpresa, pero no pude ignorar la emoción que me provocó. Sus labios eran tan suaves como los susurros de nuestra conversación, y se apartó demasiado pronto, dejándome ligeramente mareado. Parecía feliz al ver que yo estaba contento, así que tal vez tenía razón en eso. Pero entonces se inclinó más cerca, bajando la voz hasta convertirla en un susurro que me hizo cosquillas en el cuello.
• Rayito de sol, ¿Puedo contarte un secreto?
(Sunshine, kin I tell ya a secret?)
- ¡Claro, Cassidy! - Tragué saliva.
• Eres la primera persona que me llama “cariño” - confesó riendo, mientras me miraba a los ojos. - Es como si ya me conocieras, ¿Verdad?
(You’re the first fella who’s ever called me ‘cutie pie’. It’s like you actually see me, y’know?)
- Bueno, tú me has llamado de todo excepto mi nombre, así que tenía que devolverte el favor. - respondí riendo.
Sus ojos me miraron más a fondo y me di cuenta de que estaba buscando algo. Quizás esperaba que dijera algo que la hiciera sentir menos... sola. Las palabras quedaron en nuestras bocas, sin pronunciarse.
- Cassidy, yo... - empecé a decirle, pero ella me silenció con un dedo en los labios.
• ¡No! - susurró. - Disfrutemos esto. Sé que estás casado, sé que amas a tu querida esposa, pero... esta noche, ¿Puedes ser solo mío?
(Now, don’t. Let’s jus’ be here. I know you’re married, I know you love your darlin' wife, but… tonight? Can you be mine, jus’ for this little while?)
Sus ojos me volvieron a mirar y, por un momento, vi en ellos algo crudo y vulnerable. Una parte de mí quería tomarla en mis brazos y decirle que todo estaría bien, pero sabía que era mentira. Sabía que no podía darle lo que realmente ella quería.
Pero, por otra parte, Marisol me había pedido que le hiciera pasar un buen rato. Así que seguirle el juego durante unas horas no me parecía tan malo.
- ¡De acuerdo! – acepté con una sonrisa. - Solo por esta noche.
Su sonrisa era radiante mientras se inclinaba para darme un beso, y no pude evitar perderme en ese momento. Sus labios eran suaves y sabían ligeramente a menta y a la dulzura de su postre. Fue un beso sencillo y sincero que despertó algo en mi interior, algo que me hizo preguntarme por qué estaba allí. Pero tan rápido como había comenzado, ella se apartó, con los ojos brillantes.
• ¡Vamos, mi caballero de brillante armadura! – Me invitó con una mirada amorosa.
(Let's go, my knight in shining armor!)
Paseamos por el puerto, con la brisa salada jugando con su cabello. Su mano permaneció en la mía y sentí una extraña comodidad en la calidez de su tacto.
Hablamos del trabajo, de nuestras familias, de nuestras esperanzas y miedos, y me encontré compartiendo más de lo que jamás había compartido en una primera cita. Había algo en ella que me hacía sentir... visto. Comprendido.
No me malinterpreten. Cassidy es joven, guapa y maravillosa. Sin duda. Pero sigo teniendo a mi mujer y a mis hijos, así que no pensaba en montar un caballo hacia la puesta de sol junto con Cassidy.
Mientras paseábamos, ella señaló los barcos que se balanceaban en el agua, con sus luces bailando como estrellas reflejadas en la superficie del puerto.
• Galletita... - susurró, deteniéndose en la barandilla. - ¿Sabes lo que se siente al ser finalmente vista? No por el ruido que haces o el desorden que causas, sino simplemente por ser tú mismo.
(Pookie… Y’ever know what it feels like, bein’ seen? Not for the ruckus you make, not for all the mess you stir up… but jus’ for bein’ you?)
Sus ojos se encontraron con los míos, vulnerables por una vez. Entonces se inclinó y me besó. Lento. Intencionado. Peligroso.

Dejé que se prolongara un momento demasiado largo antes de apartarme, estabilizando mi respiración.
- Cassidy... si no paramos, ninguno de los dos querrá hacerlo. -Le advertí, afirmando su rostro con mis manos.
La decepción brilló en su mirada, pero luego la picardía volvió con fuerza.
• ¡Me lo imaginaba! - sonrió con aire burlón. - Incluso mi vaquero tiene reglas. Aunque tu beso me dejó viendo estrellas.
(Figures! Even my cowboy’s got his rules. Though I gotta say, that kiss o’ yours? Left me seein’ stars, sugar.)
- Te lo dije... Siempre vuelvo a casa. Ahí es donde pertenezco. - Me reí suavemente.
Se apoyó en la barandilla, con el pelo iluminado por la luz de la luna y los ojos brillantes de nuevo.
• ¡Sí, sí, lo sé! El llanero solitario vuelve con su damita y sus pequeños. Lo entiendo. – me respondió, aunque no del todo convencida.
(Yeah, yeah, I hear ya. Lone ranger always rides on back to his lil’ lady and the young’uns. I get it.)
Volvimos a la camioneta y pensé que la cita había terminado. Pero entonces Cassidy se inclinó hacia mí.
• ¿Sabes, osito de azúcar? - preguntó con voz suave y una mirada lujuriosa. - No me gusta la comida rápida en las citas. Pero haré una excepción... porque todavía tengo hambre de carne.
(Y’ know, sugar bear? I don't do fast food on dates. But I’ll make an exception... cuz I'm still hankerin’ for some meat.)

Pensé que quería comer algo más, hasta que sentí que me bajaba la cremallera de los pantalones.
- ¡Eh, Cassidy!- grité, apartándole la mano.
• ¡Caramba, qué pedazo de carne! - dijo, mirando fijamente mi erección. - Sabía que tenías una grandota, vaquero... pero nunca imaginé que fuera esta tremenda pistola.
(By golly, that's sum prime meat there! I knew you were packing, cowboy... but never pictured this big peashooter!)

El pánico y la excitación se arremolinaban dentro de mí. Nunca había estado en una situación así. Al menos, no con una vaquera.
Empezó a probarme y sentí que casi me desmayaba.
Cuando me dio un respiro, habló.
• Soy una dama y no me acuesto con nadie hasta la tercera cita. Pero tenía que asegurarme de que tenías lo que yo quería y, hasta ahora, no estoy muy decepcionada con este enorme palote saltarín, así que hazme un favor, querido, y acaricia mi coño mientras te saboreo. – Me pidió con sus labios brillantes con liquido preseminal.
(Now, I'm a lady and I don't put out until the third date. But I had to make sure you had the meat for me and so far, I ain't too disappointed about riding this huge pogo stick, so do me a favor, dear, and finger my pussy while I taste you.)

No podía creer lo que estaba pasando. Pero obedecí. No quería hacerlo, pero no podía negar el calor que había empezado a acumularse en mi interior.
Encontré el camino bajo su cintura y, poco después, encontré mi premio. Estaba húmeda y pegajosa.
Su respiración se entrecortó cuando deslice mi dedo dentro de ella, sin apartar los ojos de los míos.
• ¡Maldita sea! ¡Hasta tus dedos son más grandes! - dijo tensándose.
(Doggone it! Even yer fingers are larger!)
Le sujeté la cabeza y la guie para que me chupara.
Su boca era caliente, húmeda, y la forma en que me lo hacía era diferente a todo lo que había sentido antes. Sabía que iba a correrme en cuestión de segundos.

Ella, por su parte, se atragantaba de vez en cuando. Al parecer, era demasiado para ella, pero creo que su orgullo tejano la animaba a seguir.
• ¡Oh, cariño! - murmuró, tomándose un momento para respirar. - ¡Vas a hacer que me corra sobre mi falda!
(Oh, honey! You gonna make me cum all over my skirt.)
- Cassidy... - le pregunté, casi jadeando. - ¿Hay alguna posibilidad de que pueda ver tus pechos?
Sus ojos brillaron y se echó hacia atrás, desabrochándose la blusa. Su sujetador era de encaje y rosa, y mi corazón dio un vuelco cuando se lo desabrochó, revelando sus pechos llenos y firmes. La luz de la luna pintaba su piel de plata y, por un momento, quedé completamente hipnotizado por su belleza.
• ¿Te gustan mis pasteles de cereza, bombón? - preguntó, sonriendo orgullosa.

(Like’em cherry cakes, sugar bum?)
Asentí con la cabeza, incapaz de articular palabra, y ella me tomó la mano y la colocó sobre su piel desnuda.
Sus pezones ya estaban erectos y ella jadeó cuando los toqué.
• ¡Oh, querido!... sabes qué hacer con ellos, ¿Verdad? – preguntó desafiante.
(Oh, darlin'... ya know what to do with those, don't you?)
Lo sabía. Los pellizqué ligeramente, haciéndolos rodar entre mis dedos mientras ella me volvía a meter en su boca. La sensación era exquisita, una mezcla de placer y culpa que hacía que la experiencia fuera aún más intensa.
Su mano encontró mis testículos y jugó con ellos suavemente. Gemí, tratando de no dejar escapar el sonido.
• ¡Oh, cariño! - exclamó ella, con la voz cargada de lujuria. - Vas a llenarme tan bien.
(Oh, honey! You gonna fill me up so good.)

Si soy sincero, la habría llenado allí mismo. Pero, sorprendentemente, ella era estricta: no me permitiría tirármela hasta la tercera cita. Sin embargo, eso no significaba que no pudiéramos hacer otras cosas...
• ¡Mi gran bronco tiene unas pelotas enormes! - señaló en un susurro, besándome y acariciándome. - Cuando me vuelvas en tu yegua, te dejaré montarme hasta que te quedes seco.
(My big bronco has huge balls. When ya make me yer mare, I'll let ya ride me until you're dry.)
Tragué saliva, deslizando mi mano bajo su falda, donde sus bragas ya estaban mojadas. Sentí su calor y ella gimió alrededor de mi polla.
• ¡Carajos! – susurró caliente. - ¡Estás muy grande! Pero me las arreglaré, no te preocupes. Vas a ser mi bronco más grande hasta ahora.
(Fuck! You're so big! But I'll manage, dontcha worry. Yer going to be my biggest bronco ever.)

Su mano sobre mi polla era algo que nunca había sentido antes. Hábil, claro, pero también... posesiva. Como si fuera suya. Y me gustaba. Demasiado.
- ¡Vas a hacerme acabar, Cassidy! - murmuré, tratando de mantener la voz firme.
• ¡Sí, aliméntame, abejita! - demandó, chupándome con entusiasmo la punta. - ¡La niña tiene sed y hambre!

(Yes, feed me, honeybee! Baby girl's thirsty and hungry!)
Sus palabras me llevaron al límite. Sabía que tenía que detener esto antes de que las cosas fueran demasiado lejos. Pero la sensación de su mano en mi miembro era demasiado irresistible. Apreté el volante con fuerza, tratando de concentrarme en cualquier otra cosa.
- Cassidy…- Logré decir. - deberíamos...
Pero ella no estaba dispuesta a escuchar. Su mano me acariciaba con más fuerza, su boca se movía más rápido y sentí cómo aumentaba la presión. No podía detenerla.
- Voy a... voy a... – gemí, perdiendo el control.
• ¡Sí! - me animó, con una voz seductora y ronroneante. - ¡Dámelo, cariño! He estado esperando esto.
(Yes! Gimme it, munchkin! I've been waiting for this!)
Con un último gemido, me corrí en su boca, sintiendo cómo la liberación me inundaba. Ella tragó con un chasquido de labios, sin apartar los ojos de los míos.
Se pegó a mi polla como un ternero a la teta de su madre. Lo que era aún más excitante es que se tragaba una corrida tras otra y no parecía cansarse.
Pero el problema era que no sabía si podría soportar otra cita con este tipo de provocaciones. Tenía una forma de hacerme sentir como si fuera su cascada personal y ella, el desierto ansioso de una tormenta.
• ¡Cariño, ha sido increíble! - dijo, soltando un pequeño eructo. - Me has llenado el estómago con tu delicioso semen. Podría chupártela todo el día si supiera que tienes ese sabor.
(Man, that was amazin’! Ya filled my belly with yer tasty cum. I could suck ya off all day long if I knew ya tasted like that.)

- ¡Cassidy, eres... increíble! - Me quedé allí sentado, jadeando y tratando de recuperar el aliento.
Entonces, inclinando la cabeza, me susurró con ese tono juguetón y travieso:
• Pero ¿Sabes, cariño? Que en nuestra próxima cita no voy a contenerme, ¿Verdad, vaquero? - me prometió mientras se arreglaba.
(But y’know, sugar? Next time we head out, I ain’t pullin’ back my punches. Right, cowboy?)
Mi corazón se hundió y se aceleró al mismo tiempo. Con Cassidy no había finales perfectos. Solo la promesa del caos envuelta en una sonrisa.
- ¡Sí! - logré decir, tratando de que mi voz no temblara. - Estaré... estaré listo.
Post siguiente
0 comentarios - 13: Segunda cita