Después de que nos pillaron casi follando, Carla y yo estuvimos alejados o muy vigilados durante un tiempo, y fue justamente cuando sucedió lo de la pastora. Es difícil de creer. La pastora Julia estaba más buena que las hijas (Jéssica y Antonieta) y era bien bonita de cara también. Las cinco tenían los mismos rasgos, la única morena era Mariana, las otras eran blancas y rubias (teñidas), y la única que tenía tetas pequeñas y era flaca era Carla, las otras eran una abundancia de curvas.

Entonces, voy una tarde a visitar a Carla y ellas habían salido con su abuelo e iban a tardar. Yo ya me estaba yendo, pero tuve que despertar a la pastora porque habían cerrado el portón. Ella mira por la ventana y me ve. Me dijo que suba. Entro en su cocina y la veo en camisón de dormir. No era ni un poco indecente, no transparentaba y ni mostraba nada, pero igual ella se excusó, diciendo que era un camisón de abuelita. Ella me ofreció café y se puso a preparar. Yo la veía de espaldas y empecé a notar que, pese a que era un camisón decente, el tejido era fino y sedoso y marcaba su ropa interior. Cuando ella se dió cuenta de que la veía volvió a pedir disculpas y dijo que iba a cambiarse. Yo le dije que no hacía falta porque ya me estaba yendo y, dudé un poco en decir, pero dije, usted se ve bonita. Ella no lo esperaba y sonrió. Esa sonrisa me llenó de alivio, porque fui muy atrevido. Empezó un discurso, que yo era muy galanteador, pero me alertó que eso era un problema, que por las cosas que ya habían pasado yo debía controlarme. Entonces ella iba a decirme algo, pero no lo dijo, yo solo supe mucho después que lo que ella iba a decir es que su hija Jessica, la mamá de mi corteja Carla, le había confesado hace un par de días que había soñado conmigo y Julia sospechaba que ella estaba enamorada de mí.
Era una familia loca, con muchos problemas, difícil de resumir aquí, pero uds se van haciendo la idea. Cada una de ellas, incluyendo a la pastora, tenía un escándalo en la boca de la gente. De hecho la pastora empezó a decir algo así, que las mujeres de su familia recibían muchos ataques del diablo y me dijo que yo iba a sufrir ataques también. Yo no lograba entender muy bien lo que ella me decía con todo aquel lenguaje cristiano.
Me siento muy incómoda con esa ropa.
¿Por qué? Usted está muy linda.
Es un camisón de dormir.
Lo sé, pero es decente pastora.
Hum, pero la tela es muy suave.
Sí, pero no marca mucho, además su calzón es grande, no pasa nada.
Y cómo lo sabes? Me estás mirando? 😱
Ah, es inevitable, pero sin maldad.
Hummm.
Es que… Paré lo que iba a decir, pensando en no decir más burreras, ella insistió. Bueno es que esa vez con Antonieta…
Qué, cuéntame?
Bueno, yo nunca había estado… bueno, no le voy a mentir, no fue mi primera vez, ni la segunda…
Eso ya lo sé por lo que ella dijo.
En serio? Qué dijo ella a ver.
Hum, nada, que eres muy listillo, e incansable, pero decí lo que ibas a decir.
Ah, no, nada, es que, nunca había estado con una…gordita y… mayor que yo y…
Te gustó.
Sí, me gustó.
Bueno, que bueno que te guste porque Carla va a quedarse así. Nos reímos.
Si se queda como usted voy a estar feliz.
Oye!
No, lo digo en serio, me gusta como es usted.
A lo que voy es que no podés decirme eso.
Ah, perdón, ahora ya lo dije.
Yo estaba cero timidez, me sentía muy valiente.
Galanteador como siempre. Pero no me podes decir esas cosas .
¿Por qué?
Porqué no.
¿Por qué no?
Me voy a cambiar.
No, quédese así, para mí.
Nos quedamos mirando.
Mejor si ya te vas.
¿Por qué?
Porque sí, antes de que pase algo.
Que podría pasar.
Ella me sonrió. Me dijo que toda mujer tiene sus días débiles, que era una cuestión de hormonas, y que además el pastor no se había portado bien con ella, le había dicho cosas feas aquel día, y de repente llegó yo y le digo cosas lindas, por eso era mejor que me vaya. Hay que ser como Jose, de la Bíblia, no exponerse a los riesgos.
Ah, bueno. Entonces me voy.
Sí, sí, andá.
Me bajé pensando en sus palabras. ¿Qué había pasado allí? Me había acabado de decir que me vaya porque ella podría caer conmigo? Su lenguaje cristiano complicaba el mensaje, pero yo tampoco era tonto.
Llegué al portón y estaba cerrado. Volví a la casa y toqué el timbre. Ella tardó bastante en aparecer, creí que se fue a dormir, pero yo no me podía ir con el portón cerrado y me quedé allí esperando en las escaleras hasta que ella miró por la ventana con el cabello húmedo.
El portón, le dije.
Lo sé, me dijo, ven.
Subí y ella estaba en el corredor asomando solo la cabeza.
Ahí está la llave, yo acabo de salir del baño.
Usted está desnuda? Y fui caminando en su dirección.
Ella se dejó ver un poco. Estoy solo de toalla. No me puedes ver así.
Ah sí, perdón. No sé de dónde me vino el coraje pero no dejé de caminar en su dirección. Fueron pocos pasos, pero la sensación fue eterna. Mucha adrenalina. Creo que fue su forma de actuar lo que me motivó.
No vengas, te dije que estoy solo de toalla. Me dijo seria.
Lo sé, es que. No supe qué decir y me quedé mirándola. Se parecía mucho a Carla, pero con el cuerpo de Mariana, y la altura de Antonieta. Era una mujer de casi 50 años pero eso no me desagradó. Se veía bonita. Ella hizo un gesto de molestia.
Mejor me voy, ¿no?
Mejor te vas.
Pero seguimos mirándonos.
¿Le puedo dar un abrazo antes de ir? No esperé respuesta y la abracé. Sentí su cuerpo recién bañado en agua caliente y oliendo rico. Ella también extendió los brazos. Entonces me acerqué y la besé en el cachete. Di un besito, luego dos, y continué, mojándolos poco a poco y tardando un poco, mientras pensaba si me atrevía a ir más allá. Yo estaba nervioso pero muy cachondo. Hasta que la besé en los labios y ella también me besó.
En poco tiempo nos estábamos comiendo a besos y luego de un rato la estaba chupando los pechos allí en el corredor. Ella jadeaba y decía que no con voz tierna, pero no me impedía. Su toalla se quedó en el piso y entramos al cuarto de su nieta Emily.
La pastora aún trataba de taparse, ocultando las tetas con las manos. La vi preocupada, pero volvimos a besarnos en la cama. De repente la estaba chupando el coño y hasta hoy me encanta el olor de aquel jaboncillo, nunca me voy a olvidar. Una ex me había enseñado a chupar concha y Antonieta se había sorprendido. La pastora también se sorprendió.
La cogí de frente en la posición del misionero, y cuando le pedí de cuatro ella medio que quiso parar, le parecía demasiado pero logré que cediera y la cogí un buen rato así. No sé de dónde saqué el coraje para pedirle el culo, fue en el calor del momento. Esa vez no me dió. Me confesó que nunca había hecho y me dijo que estaba mal. Yo no era experto, había hecho con una amiga que no quería perder la virginidad, fue ella quien me enseñó, había intentado pero fallado con mi ex y había hecho con Antonieta pero muy rápido porque le dolió.
Traté de convencerla y le puse en la entradita, pero no se dejó. Me vine no más en su concha y pronto la estaba cogiendo de nuevo, hasta que empezó a decirme que terminara ya. Yo no podía terminar y le pedí que me chupara. No sé de dónde me venía tanta coraje, pero siempre fui así con ella.
No me quiso chupar tampoco, me dijo que solo le había hecho al pastor y hacía mucho, además yo había acabo de sacar de dentro de ella y estaba todo pringado. Pero adentro es limpiecito pastora. Pero no quiso y yo me tuve que ir sin terminar de nuevo. Esa fue nuestra primera vez. Yo fui para casa andando en las nubes. Era increíble.

La segunda fue solo una semana después. Carla me avisó que no iba a estar, pero igual me fui. De lejos los ví salir. Iban al shopping y al supermercado a hacer compras, a veces veían películas y tardaban mucho tiempo, la pastora se quedaba sola. El peligro era el papá de Carla pero él se quedaba encerrado en su casa o salía a taxear.
Llamé a la pastora y le dije que estaba afuera. Ella quería que me fuera pero insistí que quería verla solo un ratito. Me abrió el portón usando uno de sus pantalónes negros de lycra y una blusa negra. Cerró el portón y en medio del corredor que llevaba al fondo, empezó a decirme que lo de la otra vez había sido un error y blablabla, que no podía repetirse.
Ah, pero yo quiero repetir. Vine aquí para eso.
¿Qué? No podés decirme eso. Tenés que olvidarlo.
Yo trataba de convencerla, que teníamos tiempo y no iba a venir nadie.
Le estuve insistiendo un buen rato allí abajo en la penumbra del corredor de la entrada a la iglesia, hasta que ella cedió, pero solo un par de besos. Nos fuimos a una de las salitas oscuras que estaban en construcción. A pesar de su resistencia yo sabía que ella quería, no sé cómo, pero lo sabía. Empezamos a besarnos y yo no paraba de insistir que quería cogerla. Le decía así explícitamente. Le dije que eso iba a calmarme con su nieta y eso también influenció.
En la salita nos comimos a besos y pronto empecé a mamarla. Le tuve que sacar la blusa porque era complicada. Empecé a pedirle que me la chupe y fue otra tanda de insistencia hasta que se animó. Lo incómodo es que la sala estaba con un piso de cimiento y todo lleno de polvo, pero la ayudé a arrodillarse y ella empezó. Casi me vine cuando sentí su boca húmeda y caliente en mi verga. Me dijo que no termine en su boca, que le avise antes. Estuve disfrutando un rato, agarrando sus cabellos cortos y acariciando su rostro. La pastora no era una experta, pero mierda que disfruté.
Le dije que quería chuparla como en la primera vez. Le ayudé a quitarse el pantalón, pese a sus quejas, pero entendí que era solo por hacer un poco de resistencia, en realidad ella quería tanto como yo y le quité el calzón también. Y ahora como hacemos? Lo único que se me ocurrió fue ir a la sala de al lado y traer una silla para que ella se suba el pie.
Verla desnuda en la penumbra, caliente y asustada es un recuerdo que no olvidaré. La única luz venía de la calle por medio de los espacios del garaje, pero era imposible vernos, en cambio nosotros podíamos vigilar muy bien e incluso ocultarnos si alguien llegaba.
La chupé un buen rato, y lo primero que noté es que se había rasurado un poco, tenía el mismo olor rico de la otra vez. Para mí sorpresa en poco tiempo ella se vino en mi boca y no fue una cosa débil, agarró mi cabeza con una fuerza que no pensé que ella tenía, hizo ruido y casi se cayó, yo la tuve que agarrar y después nos besamos y ella me mordió y me dejó algunos rasguños. Cuando se calmó un poco yo le dije que la iba a coger.
Pero como?
De cuatro en el piso.
Pero está sucio.
Después nos limpiamos.
Medio contra voluntad ella se arrodilló, poniendo nuestras ropas en las rodillas y brazos para no lastimarse. Una locura, porque podíamos haber ido a su casa como la primera vez, pero bueno. Le clavé de una y empecé a darle duro. Estaba bien lubricada, como en la primera vez, se calentaba conmigo. Yo la monté, besándole la espalda y el cuello mientras la reventaba. La pastora chillaba y no ahorraba ruidos, mientras veíamos las sombras de las personas que pasaban afuera, en una de las avenidas más movimentadas de la ciudad.
Yo no aguanté mucho y me vine adentro de ella, no la saqué y en un ratito ya estaba erecto de nuevo. Ella ya estaba cansada de la posición y pidió terminar.
Vamos a su casa.
No, allá no. Alderney está. (Era su yerno, el papá de mi novia)
En serio? No ví su auto.
Está en el mecánico.
A la cachucha.
Por eso, termina de una vez.
Es que quiero su culo hoy.
No, ni lo pienses.
Usted me lo prometió.
Yo jamás te prometí eso.
Lo sé, pero lo quiero, no me aguanto.
Ella no quería pero la convencí diciendo que no iba a doler y que solo iba a durar un ratito. No sé si en realidad la convencí, pero tampoco me frenó. Saqué de su coño y empujé en el culo. Le dolió pa mierda y no entró fácil. Escupí varias veces. Ella decía que ya no, pero yo seguí y seguí hasta que logré. Empecé a taladrarle en la entradita y poco a poco iba cada vez más hondo, hasta el punto en que mi verga entraba toda. Pero lo más loco fue escucharla decir unas palabrotas. Me dijo hijo de puta, me dijo carajo, cada vez que le dolía mucho me decía algo así y casi me reí. Era muy raro ver aquella pastora siempre tierna y elegante decir aquellas cosas. Pero lo peor es que me calentaba y le daba más duro. Me pasé de la raya. Pero aunque no lo crean le gustó. Me confesó en una de nuestras charlas. Pero esa tarde se fue hecho mierda a la casa, apenas se pudo vestir y caminar. Yo me tuve que ir a casa sin lavarme, en un bus lotado, después de haber partido el culo a mi pastora.

Entonces, voy una tarde a visitar a Carla y ellas habían salido con su abuelo e iban a tardar. Yo ya me estaba yendo, pero tuve que despertar a la pastora porque habían cerrado el portón. Ella mira por la ventana y me ve. Me dijo que suba. Entro en su cocina y la veo en camisón de dormir. No era ni un poco indecente, no transparentaba y ni mostraba nada, pero igual ella se excusó, diciendo que era un camisón de abuelita. Ella me ofreció café y se puso a preparar. Yo la veía de espaldas y empecé a notar que, pese a que era un camisón decente, el tejido era fino y sedoso y marcaba su ropa interior. Cuando ella se dió cuenta de que la veía volvió a pedir disculpas y dijo que iba a cambiarse. Yo le dije que no hacía falta porque ya me estaba yendo y, dudé un poco en decir, pero dije, usted se ve bonita. Ella no lo esperaba y sonrió. Esa sonrisa me llenó de alivio, porque fui muy atrevido. Empezó un discurso, que yo era muy galanteador, pero me alertó que eso era un problema, que por las cosas que ya habían pasado yo debía controlarme. Entonces ella iba a decirme algo, pero no lo dijo, yo solo supe mucho después que lo que ella iba a decir es que su hija Jessica, la mamá de mi corteja Carla, le había confesado hace un par de días que había soñado conmigo y Julia sospechaba que ella estaba enamorada de mí.
Era una familia loca, con muchos problemas, difícil de resumir aquí, pero uds se van haciendo la idea. Cada una de ellas, incluyendo a la pastora, tenía un escándalo en la boca de la gente. De hecho la pastora empezó a decir algo así, que las mujeres de su familia recibían muchos ataques del diablo y me dijo que yo iba a sufrir ataques también. Yo no lograba entender muy bien lo que ella me decía con todo aquel lenguaje cristiano.
Me siento muy incómoda con esa ropa.
¿Por qué? Usted está muy linda.
Es un camisón de dormir.
Lo sé, pero es decente pastora.
Hum, pero la tela es muy suave.
Sí, pero no marca mucho, además su calzón es grande, no pasa nada.
Y cómo lo sabes? Me estás mirando? 😱
Ah, es inevitable, pero sin maldad.
Hummm.
Es que… Paré lo que iba a decir, pensando en no decir más burreras, ella insistió. Bueno es que esa vez con Antonieta…
Qué, cuéntame?
Bueno, yo nunca había estado… bueno, no le voy a mentir, no fue mi primera vez, ni la segunda…
Eso ya lo sé por lo que ella dijo.
En serio? Qué dijo ella a ver.
Hum, nada, que eres muy listillo, e incansable, pero decí lo que ibas a decir.
Ah, no, nada, es que, nunca había estado con una…gordita y… mayor que yo y…
Te gustó.
Sí, me gustó.
Bueno, que bueno que te guste porque Carla va a quedarse así. Nos reímos.
Si se queda como usted voy a estar feliz.
Oye!
No, lo digo en serio, me gusta como es usted.
A lo que voy es que no podés decirme eso.
Ah, perdón, ahora ya lo dije.
Yo estaba cero timidez, me sentía muy valiente.
Galanteador como siempre. Pero no me podes decir esas cosas .
¿Por qué?
Porqué no.
¿Por qué no?
Me voy a cambiar.
No, quédese así, para mí.
Nos quedamos mirando.
Mejor si ya te vas.
¿Por qué?
Porque sí, antes de que pase algo.
Que podría pasar.
Ella me sonrió. Me dijo que toda mujer tiene sus días débiles, que era una cuestión de hormonas, y que además el pastor no se había portado bien con ella, le había dicho cosas feas aquel día, y de repente llegó yo y le digo cosas lindas, por eso era mejor que me vaya. Hay que ser como Jose, de la Bíblia, no exponerse a los riesgos.
Ah, bueno. Entonces me voy.
Sí, sí, andá.
Me bajé pensando en sus palabras. ¿Qué había pasado allí? Me había acabado de decir que me vaya porque ella podría caer conmigo? Su lenguaje cristiano complicaba el mensaje, pero yo tampoco era tonto.
Llegué al portón y estaba cerrado. Volví a la casa y toqué el timbre. Ella tardó bastante en aparecer, creí que se fue a dormir, pero yo no me podía ir con el portón cerrado y me quedé allí esperando en las escaleras hasta que ella miró por la ventana con el cabello húmedo.
El portón, le dije.
Lo sé, me dijo, ven.
Subí y ella estaba en el corredor asomando solo la cabeza.
Ahí está la llave, yo acabo de salir del baño.
Usted está desnuda? Y fui caminando en su dirección.
Ella se dejó ver un poco. Estoy solo de toalla. No me puedes ver así.
Ah sí, perdón. No sé de dónde me vino el coraje pero no dejé de caminar en su dirección. Fueron pocos pasos, pero la sensación fue eterna. Mucha adrenalina. Creo que fue su forma de actuar lo que me motivó.
No vengas, te dije que estoy solo de toalla. Me dijo seria.
Lo sé, es que. No supe qué decir y me quedé mirándola. Se parecía mucho a Carla, pero con el cuerpo de Mariana, y la altura de Antonieta. Era una mujer de casi 50 años pero eso no me desagradó. Se veía bonita. Ella hizo un gesto de molestia.
Mejor me voy, ¿no?
Mejor te vas.
Pero seguimos mirándonos.
¿Le puedo dar un abrazo antes de ir? No esperé respuesta y la abracé. Sentí su cuerpo recién bañado en agua caliente y oliendo rico. Ella también extendió los brazos. Entonces me acerqué y la besé en el cachete. Di un besito, luego dos, y continué, mojándolos poco a poco y tardando un poco, mientras pensaba si me atrevía a ir más allá. Yo estaba nervioso pero muy cachondo. Hasta que la besé en los labios y ella también me besó.
En poco tiempo nos estábamos comiendo a besos y luego de un rato la estaba chupando los pechos allí en el corredor. Ella jadeaba y decía que no con voz tierna, pero no me impedía. Su toalla se quedó en el piso y entramos al cuarto de su nieta Emily.
La pastora aún trataba de taparse, ocultando las tetas con las manos. La vi preocupada, pero volvimos a besarnos en la cama. De repente la estaba chupando el coño y hasta hoy me encanta el olor de aquel jaboncillo, nunca me voy a olvidar. Una ex me había enseñado a chupar concha y Antonieta se había sorprendido. La pastora también se sorprendió.
La cogí de frente en la posición del misionero, y cuando le pedí de cuatro ella medio que quiso parar, le parecía demasiado pero logré que cediera y la cogí un buen rato así. No sé de dónde saqué el coraje para pedirle el culo, fue en el calor del momento. Esa vez no me dió. Me confesó que nunca había hecho y me dijo que estaba mal. Yo no era experto, había hecho con una amiga que no quería perder la virginidad, fue ella quien me enseñó, había intentado pero fallado con mi ex y había hecho con Antonieta pero muy rápido porque le dolió.
Traté de convencerla y le puse en la entradita, pero no se dejó. Me vine no más en su concha y pronto la estaba cogiendo de nuevo, hasta que empezó a decirme que terminara ya. Yo no podía terminar y le pedí que me chupara. No sé de dónde me venía tanta coraje, pero siempre fui así con ella.
No me quiso chupar tampoco, me dijo que solo le había hecho al pastor y hacía mucho, además yo había acabo de sacar de dentro de ella y estaba todo pringado. Pero adentro es limpiecito pastora. Pero no quiso y yo me tuve que ir sin terminar de nuevo. Esa fue nuestra primera vez. Yo fui para casa andando en las nubes. Era increíble.

La segunda fue solo una semana después. Carla me avisó que no iba a estar, pero igual me fui. De lejos los ví salir. Iban al shopping y al supermercado a hacer compras, a veces veían películas y tardaban mucho tiempo, la pastora se quedaba sola. El peligro era el papá de Carla pero él se quedaba encerrado en su casa o salía a taxear.
Llamé a la pastora y le dije que estaba afuera. Ella quería que me fuera pero insistí que quería verla solo un ratito. Me abrió el portón usando uno de sus pantalónes negros de lycra y una blusa negra. Cerró el portón y en medio del corredor que llevaba al fondo, empezó a decirme que lo de la otra vez había sido un error y blablabla, que no podía repetirse.
Ah, pero yo quiero repetir. Vine aquí para eso.
¿Qué? No podés decirme eso. Tenés que olvidarlo.
Yo trataba de convencerla, que teníamos tiempo y no iba a venir nadie.
Le estuve insistiendo un buen rato allí abajo en la penumbra del corredor de la entrada a la iglesia, hasta que ella cedió, pero solo un par de besos. Nos fuimos a una de las salitas oscuras que estaban en construcción. A pesar de su resistencia yo sabía que ella quería, no sé cómo, pero lo sabía. Empezamos a besarnos y yo no paraba de insistir que quería cogerla. Le decía así explícitamente. Le dije que eso iba a calmarme con su nieta y eso también influenció.
En la salita nos comimos a besos y pronto empecé a mamarla. Le tuve que sacar la blusa porque era complicada. Empecé a pedirle que me la chupe y fue otra tanda de insistencia hasta que se animó. Lo incómodo es que la sala estaba con un piso de cimiento y todo lleno de polvo, pero la ayudé a arrodillarse y ella empezó. Casi me vine cuando sentí su boca húmeda y caliente en mi verga. Me dijo que no termine en su boca, que le avise antes. Estuve disfrutando un rato, agarrando sus cabellos cortos y acariciando su rostro. La pastora no era una experta, pero mierda que disfruté.
Le dije que quería chuparla como en la primera vez. Le ayudé a quitarse el pantalón, pese a sus quejas, pero entendí que era solo por hacer un poco de resistencia, en realidad ella quería tanto como yo y le quité el calzón también. Y ahora como hacemos? Lo único que se me ocurrió fue ir a la sala de al lado y traer una silla para que ella se suba el pie.
Verla desnuda en la penumbra, caliente y asustada es un recuerdo que no olvidaré. La única luz venía de la calle por medio de los espacios del garaje, pero era imposible vernos, en cambio nosotros podíamos vigilar muy bien e incluso ocultarnos si alguien llegaba.
La chupé un buen rato, y lo primero que noté es que se había rasurado un poco, tenía el mismo olor rico de la otra vez. Para mí sorpresa en poco tiempo ella se vino en mi boca y no fue una cosa débil, agarró mi cabeza con una fuerza que no pensé que ella tenía, hizo ruido y casi se cayó, yo la tuve que agarrar y después nos besamos y ella me mordió y me dejó algunos rasguños. Cuando se calmó un poco yo le dije que la iba a coger.
Pero como?
De cuatro en el piso.
Pero está sucio.
Después nos limpiamos.
Medio contra voluntad ella se arrodilló, poniendo nuestras ropas en las rodillas y brazos para no lastimarse. Una locura, porque podíamos haber ido a su casa como la primera vez, pero bueno. Le clavé de una y empecé a darle duro. Estaba bien lubricada, como en la primera vez, se calentaba conmigo. Yo la monté, besándole la espalda y el cuello mientras la reventaba. La pastora chillaba y no ahorraba ruidos, mientras veíamos las sombras de las personas que pasaban afuera, en una de las avenidas más movimentadas de la ciudad.
Yo no aguanté mucho y me vine adentro de ella, no la saqué y en un ratito ya estaba erecto de nuevo. Ella ya estaba cansada de la posición y pidió terminar.
Vamos a su casa.
No, allá no. Alderney está. (Era su yerno, el papá de mi novia)
En serio? No ví su auto.
Está en el mecánico.
A la cachucha.
Por eso, termina de una vez.
Es que quiero su culo hoy.
No, ni lo pienses.
Usted me lo prometió.
Yo jamás te prometí eso.
Lo sé, pero lo quiero, no me aguanto.
Ella no quería pero la convencí diciendo que no iba a doler y que solo iba a durar un ratito. No sé si en realidad la convencí, pero tampoco me frenó. Saqué de su coño y empujé en el culo. Le dolió pa mierda y no entró fácil. Escupí varias veces. Ella decía que ya no, pero yo seguí y seguí hasta que logré. Empecé a taladrarle en la entradita y poco a poco iba cada vez más hondo, hasta el punto en que mi verga entraba toda. Pero lo más loco fue escucharla decir unas palabrotas. Me dijo hijo de puta, me dijo carajo, cada vez que le dolía mucho me decía algo así y casi me reí. Era muy raro ver aquella pastora siempre tierna y elegante decir aquellas cosas. Pero lo peor es que me calentaba y le daba más duro. Me pasé de la raya. Pero aunque no lo crean le gustó. Me confesó en una de nuestras charlas. Pero esa tarde se fue hecho mierda a la casa, apenas se pudo vestir y caminar. Yo me tuve que ir a casa sin lavarme, en un bus lotado, después de haber partido el culo a mi pastora.
1 comentarios - Pastora Julia (la abuela de mi novia)