You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Nosotros y el instalador del cable

Nosotros y el instalador del cable
Era una tarde de esas en las que el sol de Buenos Aires pegaba fuerte y estaba solo en el departamento esperando al técnico del cable. Habíamos comprado una tele gigante 4K nueva, y queríamos instalar todo el paquete completo, con todos los packs: películas, deportes, y sí, los canales condicionados que Norma y yo usábamos para ponernos calientes. El timbre sonó, y abrí la puerta. Era el instalador, un tipo de unos 30 años, moreno, con músculos marcados bajo la camisa de trabajo, se llamaba Diego. “Buenas, soy Diego, vengo a instalar el servicio”, dijo, cargando su caja de herramientas. “Pasá, Diego, el living es por acá”, le respondí, guiándolo.
Diego se puso a trabajar rápido, conectando cables, configurando la caja, y en una hora ya tenía todo listo. “Listo, señor. Probemos la tele”, dijo, prendiendo la pantalla enorme que ocupaba media pared. Nos sentamos en el sillón frente a ella, yo a un lado, él al otro. Pasamos canales: noticias, series, y le pregunté: “¿Tiene todos los packs que pedí?”. Él asintió: “Sí, todo: películas, fútbol, y los condicionados también”. Para probar, pasamos por el pack de películas, y en uno de los canales condicionados apareció una película de tríos, hombre-mujer-hombre, con una actriz gimiendo mientras dos tipos la tocaban. Cambiamos rápido al pack de fútbol, donde justo empezaba un partido. “Perfecto”, dije, y para relajar, le ofrecí una cerveza. “Dale, Diego, quedate un rato, miramos el partido. Es tu último turno, ¿no?”. Él aceptó, abriendo la lata: “Sí, termino y me voy a casa. Gracias”.
Estábamos charlando de fútbol, el partido rodando de fondo, cuando oí la puerta. Era Norma, volviendo del gimnasio. Entró como una diosa: top ajustado que realzaba sus tetas enormes, sudoroso y pegado a la piel, marcando los pezones endurecidos por el ejercicio; y una calza negra que se adhería a cada curva, revelando los pliegues de su concha depilada, el culo redondo y firme moviéndose con cada paso. Olía a sudor fresco mezclado con su perfume, esa mezcla que me ponía la verga dura al instante. “¡Hola, amor! ¿Ya instalaron todo?”, dijo con una sonrisa radiante, de muy buen humor, besándome en la boca con lengua rápida. “Sí, Norma, mirá la tele nueva. Él es Diego, el instalador”. Ella lo miró de arriba abajo, ojos pícaros: “Hola, Diego. Qué bueno que estés acá. Me alegro de tener todo instalado”. Se sentó en el sillón, justo en medio de nosotros, sus muslos rozando los míos y los de él, el calor de su cuerpo irradiando. En el partido hubo un gol y ella saltó del sillón gritándolo, y al hacerlo sus tetas casi se le salen por encima del top. El instalador no podía sacar sus ojos de encima del cuerpo de mi mujer.
Era el entretiempo del partido, y Norma tomó el control remoto. “Dejame probar otros canales, amor”, dijo, zapeando y apretó el botón del canal anterior… el condicionado. Apareció la película: Natasha Nice, una actriz con tetas grandes como las de Norma, seduciendo a dos hombres poco a poco. En la escena, ella entraba a una habitación, vestida sexy, y empezaba a besarlos, tocándoles las vergas por sobre los pantalones. Norma rió: “Uy, mirá esto. ¿Y si en vez del partido dejamos la película? Parece más interesante…”. Diego se removió, incómodo pero excitado, su pantalón abultándose. Yo sentí mi verga endurecerse: “Dale, amor, dejémosla. A ver qué pasa”. Norma sonrió, mirándome se acercó, apoyó su mano en mi bulto y al oído me dijo: “¿Te gusta que sea así de caliente? ¿Podemos jugar con él? Vengo caliente del gimnasio…y por lo que siento en la mano vos también estás caliente.”
Mi corazón dio un vuelco, habíamos fantaseado muchas veces con hacer un trío, pero de la fantasía a la acción hay un paso que a veces es enorme. El estómago se me revolió de los celos pero mi pija me explotaba en el pantalón de la calentura. Hubo veces que jugamos a que ella se exhiba un poco, pero esto iba a ir más allá.
En la tele, Natasha se quitaba el top, dejando sus tetas al aire, y los tipos las chupaban. Norma, sin dudar, se sacó el top del gimnasio, sus tetas enormes rebotando libres, pezones duros y rosados, sudor brillando en la piel. “Miren, chicos, igual que ella. Tocame las tetas, Diego, mientras mi marido me besa”. Diego dudó, pero extendió la mano, masajeando una teta, pellizcando el pezón: “Señora… son perfectas, grandes y firmes”. Yo, perdiendo todas las dudas que había tenido, besé su cuello, lamiendo el sudor salado: “Sí, amor, me encanta que seas así de puta. Tocála más, Diego”. Norma gemía: “¿Te gusta esto, Marcelo? ¿Así querías verme, con otro hombre manoseándome las tetas?”. “Sí, Norma, me pone la verga como piedra”, respondí, bajando la mano a su calza, rozando su concha húmeda a través de la tela.
trios

Siguiendo la película, Natasha se arrodillaba y sacaba las vergas. Norma nos miró: “Ahora, saquen sus pijas duras”. Nos bajamos los pantalones: mi verga gruesa y venosa latiendo, la de Diego más larga, cabezona, con venas marcadas. Norma se arrodilló entre nosotros en el sillón, oliendo el aroma de nuestras pijas. “Mmm, qué ricas pijas… voy a chuparlas como Natasha”. Empezó conmigo, lamiendo la cabeza, succionando el glande con la boca caliente y húmeda, saliva chorreando por el tronco. “Sí, amor, chupame así… metela profunda en tu garganta”. Cambió a Diego: “Ahora vos… qué pija larga, Diego, voy a tragarla toda”. Él gemía: “Señora… su boca es un horno… chupela más fuerte”. Norma alternaba, pajeándonos con las manos mientras mamaba, los sonidos de succión llenando el living, mezclado con los gemidos de la tele.
En la pantalla, Natasha se quitaba la ropa y se montaba a uno mientras chupaba al otro. Norma se sacó la calza, mostrando su concha depilada, labios hinchados y brillantes de jugo. “Siéntate amor, quiero montarte mientras mamo la verga de Diego”. Me senté, y ella se subió, metiendo mi verga en su concha apretada y mojada, bajando despacio hasta que entró toda, el calor envolviéndome. “¡Ahhh, sí, amor! Tu pija me llena…Glug…Glug…cogeme duro, te gusta que te cabalgue así?”. Subía y bajaba, sus hermosas tetas rebotando, mientras chupaba la pija de Diego, haciéndole garganta profunda y con saliva goteando por su barbilla. “¿Te gusta esto, Diego? ¿Ver cómo mi marido me rompe la concha mientras te mamo?”. Él empujaba: “Sí, señora… es una puta experta… metela más adentro”.
trio hmh

Cambiamos: Norma se puso en cuatro, culo en alto. “Ahora, Diego, cogeme por la concha… Marcelo, dame tu pija en la boca”. Diego entró, embistiendo fuerte, sus bolas golpeando sus nalgas, el sonido chapoteante de su concha chorreando jugo llenaba la habitación. “¡Sí, Diego, dame duro! Tu pija me parte… me estás haciendo venir ya”. Ella se corrió, su cuerpo temblando era la evidencia, mientras gritaba: “¡Ya llegué! Denme más, hijos de puta”. Yo le cogía la boca: “Tragala toda, amor… mirá cómo Diego te rompe”.
esposa puta

La película avanzaba a doble penetración. Norma jadeaba: “Quiero a los dos adentro… como en la tele. Uno en la concha, otro en el culo”. Nos acomodamos: yo acostado, Norma montándome, mi verga en su concha. “Sí, amor, metela profunda… ahora Diego, rompeme el culo”. Él lubricó con saliva, escupiendo en su ano rosado, y empujó despacio, dilatándolo, centímetro a centímetro, hasta entrar todo. “¡Ahhh! Me están partiendo… dos pijas gruesas llenándome los agujeros… cójanme fuerte”. Embestíamos alternados, sintiendo las vergas rozarse adentro, su concha apretando la mía, el culo tragando la de él. El olor a sexo llenaba el aire: sudor, jugo de concha, saliva. Norma gritaba: “¡Me están matando! Ya llegué dos veces más… denme duro… quiero sentir sus bolas chocando”. Diego: “¿Te gusta, señora? ¿Ser nuestra puta?”. Ella: “Sí, me encanta… Marcelo, ¿te gusta verme así, con otra pija en el culo mientras te cabalgo?”. “Sí, amor, me pone loco… seguí acabando para mí”.
hotwife

Rotamos: Diego en la concha, yo en el culo. Norma en reversa, su culo hacia mí, sus tetas rebotando. “¡Más profundo! Me parten en dos… ya llegué no se cuantas veces, mi concha chorrea… cójanme como a una perra”. Sus gemidos eran roncos, el cuerpo sudado pegándose al nuestro, el sabor salado de su piel cuando la besaba. Cambiamos de nuevo: doble en la concha y culo, embestidas sincronizadas, sus paredes internas masajeando nuestras vergas. “¡Ahhh! Cuantos orgasmos puedo tener… no paren, hijos de puta… quiero otro”. Diego y yo empujábamos, sudando, oliendo su excitación, tocando sus tetas, pellizcando pezones hasta hacerla gritar.
Después de lo que pareció una eternidad, Norma se bajó, jadeando: “Ya llegué muchas veces… ahora terminen sobre mis tetas… cubranme de leche caliente”. Nos arrodillamos frente a ella, pajeándonos furiosos, nuestras vergas hinchadas apuntando a sus tetas enormes. Diego explotó primero: tres o cuatro chorros espesos y blancos salpicando sus pezones, chorreando por las curvas, goteando hasta su vientre. “¡Tomá, señora! Toda mi leche en tus tetas perfectas”. Yo seguí: un par de chorros potentes cubriéndolas más, mezclándose en un charco pegajoso y brillante. “Sí, amor… mirá cómo te baño… sos mi puta favorita”.
esposa compartida
Nosotros y el instalador del cable

Norma masajeó el semen en su piel, gimiendo: “Qué rica leche… caliente y espesa”. Miró a Diego: “Ahora, limpiame con tu boca… chupá todo, tragalo”. Él se acercó, lamiendo sus tetas, succionando los pezones cubiertos de semen, tragando la mezcla de nuestras cargas, su lengua dejando rastros limpios en la piel sudorosa. “Mmm, sí, Diego… lame bien… probá nuestra leche”. Norma me miró: “¿Te gusta esto, Marcelo? ¿Ver cómo me limpia con la boca?”. “Sí, amor… es perfecto”. Terminamos exhaustos, Norma sonriendo: “Qué instalación… repetimos cuando quieras, Diego”. Él se fue prometiendo volver, y Norma me besó: “Amor, me encanta ser así de caliente para vos”. Y luego de eso las últimas dudas que tenía se disiparon…

3 comentarios - Nosotros y el instalador del cable

manoglo1 +1
Siempre tan calientes. Gran calidad del relato. Me encanta
homoeroticus99
Gracias amigo