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1. Me acuesto con un mexicano (Marcela)

Saludos compañeros y lectores deesta bonita página web de perversiones e historias sexuales fascinantes, soy suanónimo favorito y estoy de regreso otra semana con un nuevo relato de mi paraustedes jeje.

Este relato compartido nos locuenta una mujer llamada Marcela, quien aburrida del sexo rutinario por suestilo de vida ahora busca una nueva aventura se termina topando con unextranjero, con el cual desatara toda su depravación y sus fantasías másoscuras. Veamos que tiene esta mujer para contarnos pues de ella saldrán variosrelatos si así lo quieren ustedes.

Capítulo 1: El inicio de una aventura.

Hola, me llamo Marcela (este noes mi nombre real), por obvias razones, no se los diré así que en estashistorias me llamaré Marcela, pueden llamarme Marcelita si gustan. También lespido me disculpen si mi historia no está bien redactada, pero no soy mucho de contarcosas de mi vida privada, pero agradezco a Anonymous616 por corregir miserrores ortográficos y de narrativa para que disfruten de la lectura.

Creo que es conveniente decirlescomo soy físicamente y uno que otro dato mío, digo, para que se hagan una idea decómo soy y esas cosas. No me gusta ser presumida, pero la verdad tengo uncuerpazo, a mis 37 años parezco una chica de 21. Para ser mujer soy algo alta;mido 1.75, tengo el cabello largo negro, soy de piel muy blanca y me dedico ala administración de empresas en Medellín. Siempre he sido vanidosa, me gustamucho cuidar mi apariencia y lucir lo más perfecta posible, por eso acudo muchoa salones de belleza y también… soy una adicta al sexo.


1. Me acuesto con un mexicano (Marcela)


Disculpen mi pretensión, perotambién quiero que sepan que tengo unos pechos de un tamaño mediano, pero muyfirmes y redondos, con pezones de un color un poco más oscuro al resto de mipiel. Tengo unas buenas curvas que volverían loco a cualquier hombre y untrasero grande, mis nalgas están firmes y redondas, presumo de unas largaspiernas y para los amantes del fetichismo si, también tengo unos pies hermosos.Como dije, tengo un cuerpazo, ningún hombre se ha podido resistir a tremenda deliciade hembra.


Antes solía tener sexo a diariocon cualquier hombre que me topara, me acostaba incluso con algunos de misempleados, casi era una prostituta, aunque ahora ya le he bajado a eso. Mesigue encantando follar, sentir una verga bien dura y grande entrando ysaliendo de mi vagina, el problema ahora es que ya se me ha hecho monótonohacer el amor, me encanta hacerlo, pero solo es el rato y ya, en cuanto seviene el hombre con el que estoy ya no quiero un segundo round y todos los tiposcon los que he estado se preocupan únicamente en su placer y no se las ingenianen encontrar la manera de llegar los dos juntos al orgasmo, tenía mucho tiempoque no tenía un orgasmo legítimo y eso me mantenía muy frustrada.
Pero por allá del 2019 estabahablando con un amigo de la infancia, considero innecesario agregar que me heacostado con él varias veces, pero ya no lo hemos hecho pues ya está casado ytiene hijos. Como es un amigo de confianza, le conté como esta mi situaciónactual respecto al sexo, él me dijo que seguramente he tenido el mismo sexo habitualy lo que yo necesito es salir de la rutina; jugar papeles de roll, salir deviaje y tener sexo por ejemplo en la playa o en una cabaña en las montañas yesas cosas. Obviamente ese consejo poco me ayudo, puesto que los hombres conlos que me acuesto no están interesados en los juegos de roll ni en los juegosprevios, solo meter sacar y eyacular en el condón, porque no dejo que nadie melo haga sin preservativo.

Una noche particularmenteaburrida en la que no estaba con ningún hombre, me escribe mi amigo porMessenger, para decirme que tiene un buen amigo suyo que es de México y qué sipodía hablar con él, pues tal vez llamaría mí atención. Como no tenía nadainteresante que hacer acepte y al de un rato me llego un mensaje de este joven.

José: Hola, me llamo José buenas noches… es un gusto. – Se presentóde forma amable.

Marcela: Hola, mi nombre es Marcela, buenas noches. – Le respondíde forma indiferente.

Al principio admito que no teníainterés verdadero en hablar con él, pero poco a poco iba captando mi atención yentonces le seguí la plática. Era muy amable, gracioso y me hablaba conrespeto; me decía “señorita”, “dama” o por mi nombre. Eso me hizo sentirextraña, estaba acostumbrada a que me dijeran “puta”, “zorra”, “perra” y esaspalabras sucias, pero cuando él me dijo esas palabras tan educadas de verdad mehizo sentir bien y se notó en las horas y horas que nos estuvimos escribiendohasta ya bien entrada la madrugada, sin darme cuenta había perdido la nocióndel tiempo platicando con José.

Seguimos charlando todos los díasa la misma hora, hablando con él lo fui conociendo más; es mucho más joven queyo, puesto que en ese entonces él apenas tenía 24 años y yo 31, también esalguien pequeño; pues mide 1.70, es de tez morena y vive en Puebla. Como soyuna ninfómana, obviamente no pude resistirme a hacerle preguntas sexualescuando ya llevábamos poco más de un mes platicando. Le hacía preguntas sobre suvida sexual, cuanto le media la picha, cuál era su postura favorita y ese tipode preguntas incomodas.

La mayoría de las preguntas no melas quiso responder por obvias razones, son incomodas, lo que si me dijo es queno era sexualmente activo, cuando le pregunté el por qué José me dijo que noera un hombre precisamente atractivo y le resultaba complicado hablar conmujeres. Muy nerviosa le pregunte si me podía mandar una foto de su rostro yaccedió. Pues… la verdad no era un galán de telenovela, pero feo no era, de hecho,se me hizo algo guapo. Sin embargo, cuando me confeso que no suele tener muchosexo algo dentro de mí se despertó, una voz en mi cabeza me decía que yo teníaque hacerlo un experto en la cama y me entraron ganas de comérmelo, peroobviamente había un gran problema, las distancias entre los dos.

Conforme los meses pasaban y nosíbamos conociendo mejor, con pequeñas indirectas le daba a entender que queríaacostarme con él, pero como ya se han de imaginar chicas, los hombres no sonbuenos captando nuestras indirectas, hasta que finalmente logró captar una y meescribió.

José: Espera… ¿Tú te quieres acostar conmigo?
Marcela: Claro, sino no se lo estuviera insinuando. – Le escribímientras me reía acostada en mi cama.
Rápidamente note su entusiasmo enlos mensajes y al mismo tiempo su nerviosismo, pues él ya sabía de mi adicciónal sexo y con la gran cantidad de hombres con los que he estado.
José: Pero el mío no es tan grande, seguramente ya has probado detodos los tamaños y colores.
Marcela: No importa, quiero probar el suyo.
José: Pero yo no tengo ninguna experiencia, no sé cómo hacerlo.
Marcela: No se preocupe, yo le enseño. –Le insistí mientras me loimaginaba dándome duro y sabroso en la cama.
Me puso muchos peros, hasta que alfinal logré que accediera, cosa rara, pues por lo general a la que le ruegan esa mi jaja. El único problema era la distancia, estaba pensando en ir yo hasta Puebla,pero yo no tenía pasaporte y conseguir uno acá en Medellín está difícil. Parami suerte, él sí tenía pasaporte, aunque no contaba con dinero suficiente parael vuelo de México a Colombia, un poco desconfiada le dije que yo le depositabael dinero que le faltaba por allá de las fechas decembrinas en las que élsaliese de vacaciones de su trabajo, también le comente que por la comida y elhospedaje no se preocupara, podía quedarse en mi casa y comerme a mi jeje.
Así es, hice todas esas locuraspara acostarme con un mexicano inexperto y a quien no conocía del todo bien,supongo que a esto se refería mi amigo con lo de salirse de la rutina.
Desconfiaba un poco, temía que seescapara con el dinero, digo, esa cantidad para mí no es nada, pero igual me hubiesedesilusionado mucho perder esa oportunidad de estar con un pollito inexperto. Algoque me tranquilizaba era que me mando más fotos de su rostro y si se veía queera él, no parecían ser sacadas de internet y por suerte no me engaño.
Ya en diciembre, con el dinerodepositado me mando una foto del boleto de avión de México a Colombia que era dentrode 5 días. Tanto él como yo estábamos ansiosos por conocernos, ya teníamos unbuen rato hablando y era hora de conocernos en persona.
Esos cinco días se me hicieroneternos, hasta que por fin me mandó un mensaje diciéndome que ya tomaría elavión y que llegaría mañana por la madrugada a Bogotá y poco después a Medellín.Se quedaría por dos semanas, así que tendríamos tiempo de sobra para que leenseñara como era Colombia, para que conociera un poco de nuestra gastronomía ypor supuesto, llevármelo a la cama para devorar ese cabezón como él le dice decariño a su pene pues su glande está algo ancho.
Un día antes del encuentro, lepedí a una de mis mejores amigas que también es socia mía, a ver si se podíaencargar de la administración de la empresa que dirijo durante las próximas dossemanas, pues yo estaría ocupada recochando (obviamente no le dije eso), ellaacepto así que tendría esas dos semanas libres para estar con José a ver quétal se mueve un mexicano y averiguar si él era capaz de devolverme esas ganasque traía de revolcarme en la cama con alguien.
El día finalmente llego, medesperté muy temprano, me arreglé y me vestí de manera casual, tampoco como unazorra, sino normal, una blusa blanca de manga corta, unos jeans no demasiado ajustadosy unos tacones abiertos. Tampoco es que acostumbre a vestirme así, por logeneral casi siempre estoy vestida de traje formal incluso en mis tiemposlibres, así que me resulto raro verme así, pero estaba segura que a José leencantaría y para mi suerte no me equivoque.
Cuando salí de mi casa claramentellamé la atención de varios hombres que iban pasando por ahí, eso me pasasiempre por lo que ya estaba acostumbrada. Subí a mi coche y me dirigí alaeropuerto para encontrarme con José, estaba entre emocionada y algo ansiosapor conocer a aquel joven con el que me desvelaba todas las noches platicando yque de alguna manera logro captar mi atención. En cuanto llegue al aeropuertode Medellín lo llame a su teléfono para ver donde nos encontraríamos y creo queme tarde de más arreglándome, pues él ya me estaba esperando en una sala delaeropuerto.
Fui caminando tranquilamentehasta el lugar donde se encontraba José y por fin lo pude conocer en persona. Meregalo una caja de chocolates y una baratija que consiguió en la tienda delaeropuerto, fue una bobería, pero aun así, se me hizo un bonito gesto. Nosdimos la mano y un beso en la mejilla. Estuvimos platicando un poco, me aliviosaber que si era la persona de las fotos que me había enviado.
Era un poco más pequeño que yo enestatura, estaba algo fornido, cabello semi largo y con ropa elegante, sucolonia me encanto y su actitud aún más. La charla se volvió incomoda, pues alestar sentados en un sillón muy juntos generaba miradas incomodas de las demáspersonas, pues él lucia muy joven y parecíamos madre e hijo, así que le propuseirnos del aeropuerto para enseñarle Medellín.
Ambos estábamos nerviosos, yoporque no sabía si realmente era una persona de fiar y me imagino que él estabamás nervioso que yo, pues estaba en un país diferente. Afortunadamente para mí,resulto ser un encanto de hombre, muy caballeroso, atento, cuidadoso,respetuoso conmigo, muy gracioso, algo torpe, lleno de historias interesantes ysobre todo, un muchacho sonriente, esa sonrisa me enamoro.
Mientras comíamos en unrestaurante, nuevamente toque los temas sexuales, aunque en voz baja para queno me escucharan, sin embargo, él se notó incomodo así que deje de hablar deeso, pero las ganas que tenía de llevármelo ya a la cama para que me diera durotoda la noche se empezaron a apoderar de mi poco a poco.
El resto del día fue solo deenseñarle Medellín hasta que por fin llego la noche, entramos a mi casa, yoestaba algo nerviosa porque no sabía si tendría malas intenciones conmigo ya quevivo sola, para mi suerte él no era una mala persona, de hecho, se notaba queera alguien muy nervioso y que siempre está bajo alerta. Al entrar le dije quesi quería podía dejar sus maletas en una habitación que tengo para invitados, élme dio las gracias y se metió al cuarto y yo fui detrás de él sin que se dieracuenta. Entre al cuarto y cerré la puerta detrás de mí, José se giró de golpe yme miro con cara de asombro mientras que yo lo miraba con un rostro hambrientode pija.
Me fui acercando poco a poco a ély empecé a acariciarlo y a excitarlo, le susurré cosas pervertidas en el oído yuno que otro alago, pero a la hora de tocar su entrepierna me entere que teníael pene flácido, en eso mis ánimos se desplomaron, pero él me dijo quenecesitaba hacer algo mejor para despertar a su amiguito a lo que él se sentó yme miro.
José: ¡Ya se! Qué tal si me bailas. –Dijo sonriente.
Marcela: ¿Bailar? –Pregunteconfundida.
José: Si bailar, hacerme un stripteasee irte poco a poco desnudando frente a mí, para que mi cabezón desee estardentro de ti.
Lo pensé por un momento puesnunca antes me habían pedido que hiciera algo así, pero me gustó la idea porser algo nuevo para mí. Puso en su celular una canción de The Weeknd y en esoempecé a bailar de la forma más sexy que pude, movía mis caderas y mi trasero,me reía mientras lo hacía porque me daba vergüenza, ya que no sabía si loestaba haciendo bien o no. Empecé quitándome la blusa y después el sostén, Joséextendió una mano y me manoseo mis pechos, podía notar como se le hacía agua laboca y como ni parpadeaba con tal de verme, cosa que a mí también me empezó aexcitar. Al de un rato y al compás de la música, me quite mis tacones parapoder sacarme el pantalón y por último la tanga, quedando completamente desnudaante él.
Vi como sus ojos se abrieron comoplatos al verme sin un solo centímetro de ropa. Me acerqué mostrándole mi gigantescotrasero y el me dio una nalgada en el lado derecho. Se puso de pie, me giro paravernos cara a acara, sin los tacones estábamos casi del mismo tamaño. Sin deciruna sola palabra empezó a recorrer mi cuerpo con sus manos con algo de nervios,como si tuviera miedo de tocarme.
Marcela: No tenga miedo, soy toda suya, puede manosearme todo loque se le antoje. –Le susurre al oído, le bese la mejilla y puse sus manos enmis nalgas.
Ya con un poco más de confianzasiguió manoseando mi blanca piel un buen rato, yo ya estaba tan caliente queestuve a punto de arrodillarme para devorarle su pija, pero me detuvo diciendoque él sería el primero en comer.
Ya sin temor a nada empezó abesarme el cuello y a darme ligeros mordisquitos, yo comencé a suspirarle en eloído mientras hacía eso. Sus manos vagaban por todo mi cuerpo y de unmovimiento rápido me cargo y con delicadeza me tumbo en la cama. Me miro porespacio de un minuto, estudiando mi cuerpo e imaginándose las mil cosas sucias quepodría hacer conmigo, mientras que yo me imaginaba las que yo podía hacerle aél.
Empezó besando mi mano derechacon delicadeza y fue haciendo un camino de besos hasta llegar a mi hombro, deahí se saltó a mi mano izquierda e hizo exactamente lo mismo. Después, ya sinmiedo apretó con su mano derecha mi pecho izquierdo y un quejido salió de miboca. Comenzó a besar y a lamer mi pecho derecho y antes de que pudiera deciralgo devoró mi pezón, el cual ya estaba duro como piedra, parecía un bebeamamantándose de su madre, se veía tan lindo y tan caliente haciéndolo. Su manoizquierda jugueteaba con mi otra teta y su mano derecha yacía apretando misnalgas con mucha fuerza.
Después de amamantarse con miteta derecha siguió con la izquierda e hizo exactamente lo mismo, pero conmayor intensidad todavía. Lamía mis pechos, colocaba su cabeza en medio de misdos tetas para girar su cabeza bruscamente, chupaba y mordisqueaba mis pezones.Mi cuerpo se retorcía de placer, nunca imagine que un hombre pudiera provocarmeun orgasmo solo comiéndome las tetas, pero José lo logro, estaba teniendo unjodido orgasmo y todavía ni me penetraba. Yo gemía, me retorcía, suspiraba y aveces hasta gritaba y grité aún más fuerte cuando tuve ese sabroso orgasmo porestarme devorando ambos pechos.
José: Mmm… son tan grandes, suaves y deliciosas ¿Ya te habían hechoesto antes?
Marcela: …No. –Le dije con cierta dificultad. –Usted es el primero…en hacerme esto.
José: Entonces por favor déjame continuar.
Marcela: ¡Sí! No pare por favor, hágame suya.
Bajo haciendo un camino de besosdesde mis costillas hasta llegar a mi ombligo el cual beso y le metió lalengua, siguió bajando hasta llegar a mi pelvis.
José: Que bueno que no tienesbello jeje, así se te ve más rica la vagina.
Yo pensé que iría directo acomerme mi conchita, pero lo que hizo fue mejor; beso y mordió mis muslos y volvióa hacer un camino de besos desde mis muslos hasta mis pies los cuales devoropor un largo tiempo, pero eso es historia para otro relato. Después empezó abesar y a lamer la piel que estaba alrededor de mi vulva. De nuevo empecé asuspirar, coloqué una mano en su cabello y la otra en el mío para resistir loque estaba por venir. Empezó a lamer levemente mi vulva de arriba abajo, comosi estuviera comiendo una paleta de hielo, pero mil veces más rica. Siguió conmi labios mayores y menores, los succiono y los estiro tan delicioso quecomencé a gemir fuerte nuevamente.
Marcela: Siga, no se detenga… se lo ruego.
José: Tranquila hermosa, no me detendré, lo mejor está por venir.
Marcela: Deme otro orgasmo ¡Quiero más orgasmos! –Se lo supliquedesesperadamente.
Lengüeteaba y chupaba mi clítoriscon mucha intensidad e inserto dos dedos adentro de mí ya empapada vagina ehizo presión hacia arriba. Grite a todo lo que mis pulmones daban, se estabaaproximando otro orgasmo más delicioso que el anterior. Jadeaba, arqueaba miespalda, jalaba los cabellos de José y entonces llego ese sabroso orgasmo.Sentía unas ganas de ir a orinar, pero no era orina, era un Squirting, ya habíaescuchado del tema, pero nunca me había pasado a mí.
Marcela: Me corro… me corro… ¡Me corro!–Dije gritando mientras un chorro de líquido salió de mi vagina empapándoletoda la cara a José.
Mis piernas temblaban al igualque todo mi cuerpo como si tuviera convulsiones. José se intentó poner de pie,pero yo lo jale de la camisa y lo bese en la boca, jamás antes había besado aun hombre durante el sexo, pero él me estaba volviendo loca y ya no meimportaba nada pues estaba teniendo quizás la mejor follada de mi vida y esoque todavía ni me la metía. Succione sus labios y los lamía para saborear elamargo y acre sabor de mi propia vagina que quedo impregnado en sus labios, uffera delicioso.
José: Ahora es tu turno. –Me lo dijo después de que nos terminamosde besar y yo ya sabía a qué se refería, era hora de comerme su sabrosa pija.
Se puso de pie, tomo mi ropa parahacerla una bola y ponerla en el piso para no lastimarme las rodillas a la horade hincarme ¡Ay! como me encanta lo mucho que me cuida y lo dispuesto queestaba para que yo disfrutara, pero ahora era mi turno de hacerlo tocar elcielo usando mi boca. Antes de hincarme le quite la camisa y la mande lejos, pudenotar qué si estaba algo fornido, eso solo me hizo aumentar las ganas decenármelo. Lo volví a besar y entonces mirándolo a los ojos poco a poco fuibajando hasta llegar a su entrepierna, desesperadamente desabroche su cinturón,baje sus pantalones y su bóxer.
Marcela: ¡Wow! –Dije sorprendida cuando su cabezón salió brincando.
Era simplemente perfecto. En mipasado había visto hombres con penes pequeños pero gruesos, otros con pijaslargas pero delgadas, la de José era perfecta. Media por lo menos 18centímetros y estaba bastante gruesa y con venas bien marcadas, era una mezcla exquisitaentre grosor y longitud. Mi boca se me hizo agua y sin perder tiempo lo devore.
Con mi lengua comencé a lamerle ya lengüetearle el glande; le sabía dulce, se nota que había comido piña antesde llegar a la casa jeje. Estuve así un rato solo lamiendo su glande ymasturbándolo levemente sintiendo la rigidez de su miembro. Después de saborearel glande me lo metí en la boca, pero solo la punta y comencé a sorber como siestuviera bebiendo algo desde una pajilla, solo que aquí estaba succionandoleche calientita. Saque de nuevo mi lengua y la moví en forma circular por todosu glande para después volver a metérmelo en la boca y volver a succionarlo,pero con más fuerza ahora, como si me lo quisiera tragar.
Después de estar así por variosminutos decidí probar algo más, con mis labios y mi lengua comencé a recorrertodo su tronco desde la pelvis hasta la punta, una vez llega ahí volvía ametérmela en la boca y repetí ese proceso una y otra vez hasta hartarme. Miré aJosé para ver como disfrutaba de mis habilidades como ninfómana y su expresiónfacial lo decía todo, lo estaba gozando y lo mejor estaba por comenzar. Abrí miboca y me metí todo ese pedazo de carne para darle la mejor mamada de su vida.
José: Increíble, eres una experta chupando penes. –Me dijo jadeandomientras ponía una de sus manos detrás de mi cabeza.
Yo lo volví a mirar a los ojospara que viera como me devoraba su miembro y lo excitada que me tenía. Metía sulargo y gordo miembro en mi boca lentamente y me lo sacaba también muy lento ycuando llegaba al glande lo lengüeteaba deliciosamente, eso sí, debido a que sumiembro era grande a veces tuve arcadas y ganas de vomitar porque su miembroempujaba mi úvula, pero el placer podía más que esos pequeños detallitos.Estuve chupándosela un buen rato, pero no se corría, me impresionaba laresistencia que tenía, lo que significaba que tendría mucho aguante a la horade darme duro en la cama. Chupe y succione con más fuerza esperando queeyaculara en mi boca, quería probar esa rica leche de sus testículos.
José: ¡Ya no aguanto! Voy a venirme muy pronto… recuerdo quedijiste que te daba asco beber el semen… si no quieres que me corra en tu bocasácatelo. –Me advirtió con la respiración un poco agitada.
Yo hice caso omiso a lo que medijo, es cierto, me da asco tragarme el semen, pero solo el de hombres que noconozco o que tienen pésima higiene en su pene, la verga de él por el contrarioera deliciosa y se notaba que se lo lavaba a detalle. Lo cierto es que meencanta el semen, los novios que he tenido en el pasado casi siempre me dabansu lechita todos los días porque yo se las pedía, de desconocidos y hombresasquerosos no, de hecho, cuando les hago un oral a esos hombres siempre lespongo un condón y no suelen aguantar mucho. José por el contrario eradiferente, lo repito, su pija era deliciosa y limpia, además que no teníabellos, tal vez se rasuro para mi deleite, si eso es verdad me parece un lindogesto y me hacía sentir deseada por él.
Finalmente lo escuche soltar ungran quejido y acto seguido, una gran cantidad de semen salió disparado de supija hacía mi boca haciendo un gran charco entre mi lengua y mi paladar. Sinsacarme su linda pija de mi boca me bebí todo ese semen el cual sabía dulce,uff estaba delicioso. Poco a poco se le fue poniendo flácido, pero yo no iba apermitir que la diversión terminara, luego de tragarme su leche volví amasturbarlo y a chupársela otro rato más hasta que a los 5 minutos su cabezónestaba nuevamente duro como una roca, desesperado por entrar en mi vagina.
Me puse de pie y lo volví a besaren la boca, para esos hombres que se quejan de que sus novias los besen luegode haberles chupado la pija no saben de lo que se pierden, es una sensación aúnmás excitante. Yo probando el sabor de mi propia vagina de los labios de José yél probando el sabor de su rica pija y su leche que quedo en mi boca. Nosbesamos de lengua y nos manoseamos otro rato más para seguir prendiéndonos paraque a la hora del mete y saca estemos los dos al máximo de excitación para elplato fuerte.
Marcela: Prepárese para la mejor noche de su vida, ya no aguantomás, destróceme la vagina. –Le susurre al oído con un tono muy sensual.
Él no me dijo nada, simplementeme volvió a cargar y me tiro en la cama de nuevo, con delicadeza eso sí. Seterminó de quitar su pantalón y su bóxer, yo abrí mis piernas, mostrándole mivagina en su máximo esplendor, se relamió los labios mientras se colocaba uncondón en su pija, acto seguido, se subió encima de mí y lentamente me introdujoese grueso, largo y sabroso miembro en mi apretada vaginita haciendo de estamanera la posición del Misionero,una de mis posturas preferidas cuando quiero tener sexo con alguien querido, unnovio, un amigo o en este caso José.
José: Wow… se siente increíble. –Dijo asombrado mientras terminabade meterme su pija hasta el fondo de mi órgano que me hace mujer.
Marcela: ¿Le gusta? –Le pregunte mientras le acariciaba la cara.
José: ¡Sí! Esta caliente y apretada ¿Qué debo hacer ahora?
Marcela: Comenzar a moverse, muévase de delante hacía atrás paraque me empiece a meter y a sacar su cabezón. –Le conteste mientras me reía porsu inocencia, aunque yo en este punto ya sospechaba que realmente si habíatenido mucho sexo antes de estar conmigo, pero para lo que me importaba.
Reposo sus manos, una a cada ladode mi cabeza y se recostó sobre mí con cuidado de no aplastarme, pero con elfin de que su piel y la mía tuvieran muchísimo contacto y empezó a moverselentamente, taladrando mi vagina. Por supuesto, mis suspiros comenzaron, yoesperaba salvajismo como todos los hombres con los que he estado, pero él alparecer quería empezar de menos a más, cosa que me gustó. Con esta románticaposición pudimos intercambiar miradas de placer y darnos besos de vez encuando. De un momento a otro sus penetraciones se volvieron más intensas lo queprovoco que yo empezará a gemir, su cabezón entraba muy profundo y su grosorexpandía las paredes de mi vagina haciéndome sentir una sensaciónindescriptible.
Marcela: ¡Ay que rico! Siga así, no pare. –Le dije mientras mis dosmanos jugueteaban con mis tetas.
Al de un rato se hinco, tomo misdos piernas y las levanto para tener más acceso a mi vaginita. A esta posturaél la llamo La ruidosa y pronto supeporque del nombre. Comenzó a embestirme con mayor fuerza y término de metermelos últimos centímetros de pija que le quedaron de fuera, yo pensaba que yaestaba toda metida, pero aun había unos cuantos centímetros que querían entrar.
La cama rechinaba y mis gemidosahora eran más fuertes al punto de que casi parecían gritos. José no dejo elplacer en mera penetración, me hizo de todo en esta postura, como mis piesquedaban cerca de su cara aprovecho para volver a devorarlos, me manoseaba lospechos, con sus dedos estimulaba mi clítoris y luego con esos mismos dedos me losintroducía en la boca para que probara mi propio veneno de placer.
Marcela: ¡Ay! Así… así ¡Deme más por favor! –Le dije gritando ¿Ahoraentienden porque la postura se llama la ruidosa?
José no paraba de adular micuerpo, decía que era perfecta, que era una diosa, que tenía el mejor cuerpodel mundo, que hacer el amor conmigo es lo mejor que le pudo haber pasado, quele encantaban mis pies, mis nalgas, mis tetas y básicamente me decía que lotenía todo.
Cambiamos de posición a unallamada Cuchara invertida en dondeél y yo estábamos tumbados de lado en la cama, pero viéndonos de frente. Mientrasme penetraba fuertemente y yo gritaba de placer, José me besaba el cuello yvolvía a devorar mis pechos con desesperación. En este punto me di cuenta queJosé era el hombre que estaba buscando, sus palabras me hacían sentir deseada,me hacían sentir la mujer más hermosa del mundo, la última fresa del jardín yno sé si fue por el placer o porque quería hacerlo que tome una decisión osada.Me saque su larga pija, le quite el condón y me la volví a meter, pero ahorasin nada de por medio, piel con piel, quería sentir su dura pija sin ese látexestorbando.
José: ¿Qué haces? –Pregunto José asustado.
Marcela: Quiero sentir su cabezón dentro, pero al natural, contactopiel con piel. –Le dije jadeando.
José: ¿Pero y si te quedas embarazada?
Marcela: No se preocupe, me tomo la pastilla esa para no quedarembarazada, no se alarme y sígame follando, pero ahora en otra postura mássalvaje.
Me puso en 4, ya sabía lo quequería hacer, la postura del Perrito;un clásico del sexo, pero no estaba preparada para la semejante follada queestaba por recibir. Me dio dos fuertes nalgadas, una en cada nalga, me metió sucabezón de golpe lo que hizo que de mi saliera un grito, me sujeto fuerte de lacintura y empezó a embestirme con todas sus fuerzas. Los resortes de la camarechinaban con fuerza, pero no eran nada comparados con mis gritos de placer,la cama se movía violentamente y el sonido de aplausos se presentó, mis nalgaschocaban fuertemente con sus testículos y su pelvis. Me acariciaba las nalgas yme daba azotes en ellas con sus manos, tomaba mis nalgas y jugueteaba conellas, las amasaba y las apretaba mientras que yo no podía hacer nada más quegemir sin control y gritar cuando la sensación de placer era muy fuerte.
De la nada sentí que mi mirada seperdía, José dice que lo voltee a ver y que mis ojos se habían tornado blancos,él de broma dice que pensó que estaba poseída, pero realmente estaba teniendo otropoderosos y sabroso orgasmo. Suspire, deje caer mi cuerpo sobre la cama ysentía que me desmayaba, solo recuerdo apretar las sabanas de la cama con muchafuerza y que mis piernas empezaban a temblar de manera descontrolada mientrasque José no paraba de penetrarme, porque sabía que yo estaba gozando y quequería que continuara y eso hizo.
Cuando recobre la conciencia soloseguí gimiendo y suspirando, me reincorpore y sujete la cabeza de José con unamano para besarlo, el chupo su dedo índice y me lo ofreció para que también lochupara, una vez que nuestra saliva se mezcló en su dedo froto mi clítoris paraotorgarme todavía más placer. Era todo un espiral de goce desenfrenado, perdíla cuenta de cuantos orgasmos tuve esa noche.
Lo último que hicimos antes decaer rendidos fue que después de estarme dando como cajón que no cierra por unbuen rato, se acostó en la cama y yo me le monté encima dejando caer todo micuerpo en esa hermosa y deliciosa pija para comenzar a cabalgar en su durotronco.
Mientras lo montaba cual puta queera, él observaba babeando mi espectacular cuerpo, seguía sin creer que unadiosa como yo estaba teniendo sexo con él, un simple mortal. Cuando lo vi mireacción fue levantar mis brazos para que pudiera ver mejor como mis pechosrebotaban, José con sus manos los sujeto y los volvió a manosear descaradamente,aparte, como mis pies lo traían loco tomo ambos y volvió a devorarlos como sino hubiera un mañana, pero los retire al de un rato para volver a tomar la posturade La vaquera, porque sentía en misentrañas que otro orgasmo se aproximaba, el más rico, largo y delicioso no solode esta cogida sino de toda mi vida. Puse mis manos sobre su pecho y comencé amoverme de forma violenta sobre su pija mientras gritaba y gemía sin ningúntipo de control.
Marcela: ¡Me vengo!... ¡ME VENGO!
Solté un poderoso grito deplacer, mis piernas volvieron a temblar y tuve otro squirting, esta vez con lapija de Jorge bien enterrada en mi vagina, empapando toda su pene, su pelvis yparte de la cama, pero la cosa no terminaba ahí, comencé a escuchar como Josése quejaba y gruñía, sujeto fuertemente mi cintura y volvió a penétreme conbastante fuerza.
José: Yo también voy a venirme Marcelita ¿Dónde quieres recibir midescarga? –Me pregunto advirtiéndome que su rica lechita estaba por venir.
Marcela: Suéltela aquí dentro, tiene mucho que no siento unadescarga de leche en mi vagina ¡Suéltela en mi rica vagina!
Dicho y hecho, soltó todo esepoderoso chorro de semen en mi vaginita, estaba espeso y caliente, uff sesentía riquísimo, la sensación tan deliciosa no la puedo describir. Después deque se viniera en mi vagina sentí como su pija (la cual aún la tenía dentro)poco a poco se ponía flácida. Finalmente, caí rendida sobre José, él rápidamenteme abrazó, ambos suspiramos del agotamiento, había sido una pelea reñida dondeal final perdí, pero que manera tan rica de perder jeje. No hubo segundo round,no porque no quisiéramos, sino porque nuestros cuerpos ya no daban para más.
Miré el reloj que tenía colgadoen esa habitación y me sorprendí, eran casi las 3 de la mañana, lo quesignifica que estuvimos haciendo el amor por horas, tras el susto inicial mevolví a excitar pues eso significaba que aparte de follar delicioso tambiéntiene un buen aguante en la cama así que volví a recostar mi cabeza sobre sucuerpo.
Marcela: Me mintió ¿Verdad? –Le susurre al oído.
José: ¿Qué cosa? –Pregunto asustado.
Marcela: Acerca de que usted no tenía experiencia.
José: No, te juro que no sé hacer el amor, antes de acostarmecontigo no tenía ni idea.
Marcela: No me mienta, es imposible que alguien sin experienciahaga el amor tan rico.
José: Te lo juro, todo eso lo aprendí leyendo libros y viendopornografía.
Marcela: No le creo nada, ahora por eso lo voy a castigar, su pijapagará las consecuencias pues tendrá que complacerme todas las noches que ustedeste aquí en mi casa. –Le dije mientras me ponía de pie. - ¿Entendió?
Tras una charla breve él aceptodestrozarme todas las noches, no soy estúpida, obvio después de semejantefollada no iba a dejar que este hombre se me fuera de las manos. Al final,simplemente nos dimos una ducha rápida juntos y me llevo cargando a mihabitación donde finalmente dormimos los dos desnudos bien abrazaditos como dosbuenos amantes.
Si este relato les gusto, créanmeque aún no han visto nada, está sola es la puntita de la pija de José jeje, conél solté toda mi depravación y lo sigo haciendo. Hay fetiche de pies amontones, anal, tríos, drama con mucho sexo y demás guarradas que sé que lesencantará, solo dejen sus puntos y comentarios en este post.
-Marcelita.
Y bueno compañeros, eso es todopor el día de hoy, espero que les haya gustado, de ser así dejen su mejorpuntuación y comenten que les pareció la historia y si quieren que continúepublicando historias de esta hermosa Colombiana.
Que tengan un lindo fin de semanavírgenes:p

0 comentarios - 1. Me acuesto con un mexicano (Marcela)