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En la playa de Cancún con mis esposa parte Ii

En la playa de Cancún con mis esposa parte Ii
Esa noche, Claudia salió del baño del hotel como una fantasía vestida.
Llevaba un vestido corto, de esos que se suben con solo mirarlos, y sin ropa interior.
Yo lo sabía, porque me lo susurró al oído antes de salir:

> —Hoy no traje nada abajo… ¿te molesta?



No, no me molestaba. Me moría por verla jugar así.

Bajamos al bar del hotel, con luces tenues, música latina y cuerpos bailando cerca.
Nos sentamos en una mesa frente a la pista. Claudia cruzó las piernas despacio, sabiendo que tenía toda mi atención… y probablemente la del resto también.

Y entonces… lo vimos.

Él.
El mismo de la playa. El macho del aceite.

Estaba solo, apoyado en la barra, camisa abierta, sonrisa tranquila.
Cuando la vio, no dudó. Levantó el vaso en señal de saludo.

Claudia lo miró. Le sonrió.
Y sin esperar más, se levantó de la mesa.

—Voy a saludarlo —dijo—. ¿Venís?

Yo asentí, pero no llegué a moverme. Ella ya estaba allá.

Los vi hablar. Reír. Él le tocó el brazo. El hombro. La cintura.
Claudia no se alejaba. Al contrario, se inclinaba hacia él.

Y entonces la música cambió. Algo más lento. Más sexual.
Y él le ofreció la mano.

Ella aceptó.

Claudia se dejó guiar hasta la pista, frente a mí, y comenzó a bailar con él.
Despacito. Pegados. Su cuerpo frotándose contra el suyo.
Yo tragaba saliva con cada movimiento.

Él la tomaba por la cintura. Luego por las caderas. Luego por las nalgas.
Le acariciaba ese culo perfecto como si fuera suyo.

Y Claudia…

No hacía nada para frenarlo.

Se dio la vuelta y comenzó a perrear contra él.
Su vestido se subía. Cada vez más.
Sus nalgas redondas rebotaban contra el cuerpo del macho.

Se veían. Se marcaban.
Y él las agarraba con las dos manos. Las abría. Las apretaba.

Yo no podía creerlo. Claudia estaba siendo manoseada frente a mí, en el bar del hotel.
Y se dejaba. Y le gustaba.

Cuando volvió a la mesa, tenía la respiración agitada y las mejillas encendidas.
Se sentó sobre mis piernas, sabiendo perfectamente que yo estaba duro.

—¿Te calentó? —me preguntó al oído.

—Mucho.

Ella me besó el cuello. Luego me susurró:

—Me dijo que quiere subir a la habitación.
—¿Y vos qué le dijiste? —pregunté, casi sin aire.
—Que sí… pero que vos tenés que mirar.

2 comentarios - En la playa de Cancún con mis esposa parte Ii

forestito
M muero d ganas d q m pase algo asi mmmm
andynic_
Qué lindo cómo avanza esta historia!