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El Ritual de Sofía

Sofía me esperaba arrodillada en el suelo. Su culo grande, redondo y firme, con las delgadas tiras de la tanga hundiéndose entre sus nalgas, descansaba sobre sus talones. Sus manos se posaban con falsa delicadeza sobre sus muslos, pero el modo en que sus pezones se endurecían bajo mi mirada delataba su excitación.
Sabía lo que venía. Lo que yo quería. Su lugar era ese: recibir, obedecer, tragar.
Me acerqué lentamente. Ella mantenía la mirada baja, aunque podía ver cómo sus pupilas se dilataban de deseo. Con un gesto firme, tomé su mentón entre mis dedos y levanté su rostro, obligándola a mirarme.
—"Abre"— ordené, y sus labios carnosos se separaron al instante, revelando esa lengua rosada que ya conocía tan bien.
No hubo preámbulos. Introduje mi pija en su boca sintiendo cómo sus labios se estiraban para acomodarme, cómo su garganta se relajaba a pesar del reflejo natural de ahogo. Una mano se enredó en su pelo, tirando para controlar el ritmo, mientras la otra apretaba su nuca para guiarla más profundo.
Ella gemía, sus ojos llorosos pero llenos de entrega.
Sofía trabajaba con devoción, su boca caliente y húmeda moviéndose en círculos lentos alrededor de la punta, saboreando antes de tragar. Sus labios, hinchados del esfuerzo, se sellaban contra mí en cada descenso, creando un vacío que hacía temblar mis piernas.
—"Más hondo"— gruñí, apretando su nuca contra mí.
Ella obedeció al instante, arqueando la espalda y haciendo que sus nalgas quedaran más expuestas. El sonido de sus gemidos controlados se mezclaba con el chapoteo obsceno de su boca trabajando.
Cuando estaba por acabar, retiré mi pijao de su boca y ella inclinó la cabeza hacia atrás, separando sus labios sin vacilar. El primer chorro caliente golpeó su lengua, y contuvo un gemido. Sus pechos se agitaban con cada respiración acelerada, y sus caderas se movían involuntariamente, como si su cuerpo no pudiera evitar reaccionar.
—"Traga"—.
Y ella lo hizo. Sin protestar, sin derramar una sola gota. Su garganta trabajó con sumisión, mientras sus manos se aferraban a mis piernas, como buscando algo a qué agarrarse mientras su cuerpo temblaba entre el placer y la sumisión. Su lengua, diestra y sumisa, se deslizó en un movimiento preciso desde la base hasta la punta, recogiendo hasta el último rastro. Los labios se sellaron en una succión final, provocando un último estremecimiento.
Cuando terminé, le acaricié el pelo, tirando suavemente para que alzara la mirada.
Sus ojos, llenos de lágrimas acumuladas, buscaban aprobación. Jugando con su lengua bajo el frenillo —lento, deliberadamente sensual—, aseguró que todo estuviera impecable. Incluso pasó la punta por sus labios superiores, capturando un resto rebelde.
Ella sonrió, sabiendo que había cumplido su propósito.

1 comentarios - El Ritual de Sofía

ekissa4916
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