Esto que voy a contar es algo que me pasó hace unos años. Voy a intentar recrear los diálogos de forma similar a como se dieron, pero esto es una historia completamente real.
Para empezar, voy a contar un poco de mí. Yo nunca fui un pibe muy sociable, tenía mi grupo de amigos reducido y no hablaba mucho con mujeres más allá de mis dos o tres amigas. Tenía intereses bastante distintos a los demás, mientras que mis compañeros preferían salir, tomar y hacer desastres yo prefería quedarme en casa jugando a los jueguitos. Había ido a jodas un par de veces pero nunca estuve al nivel de fiestero que el pibe promedio de esa edad. Físicamente, soy relativamente alto, flaco, tengo el pelo castaño oscuro, piel blanca y ojos marrones.
Entonces, así eran las cosas hasta el momento del viaje de egresados. Al darme cuenta que sólo uno de mis amigos varones iban a ir al viaje, me di cuenta que iba a tener que socializar y juntarme con el resto de mi curso, con el cual directamente no tenía relación (ni buena ni mala). O tal vez mejor dicho teníamos relación pero no más allá de pasarles la tarea de vez en cuando o cosas por el estilo.
De cualquier modo, presentí que no me iba a quedar otra, especialmente cuando llegó el día y lo primero que ví al subir al micro fue que dos de mis amigas, Cami y Sofi, estaban sentadas juntas y Fiorella, mi mejor amiga y la que realmente me gustaba en ese entonces, estaba con un chico del otro curso con el que se tenían ganas. No voy a mentir, eso me dolió un poco y traté de evitar estar cerca de ellos en ese viaje, así que disimuladamente me fui a sentar a la parte de abajo del micro donde habían menos personas.
Lo que no esperaba en ese entonces fue que me iba a tocar sentarme al lado de la adulta responsable. Ella era Noelia, la madre de uno de mis compañeros. Para ser sinceros, nunca habíamos hablado más allá de dos palabras a la salida del colegio. Sin embargo, todo iba a cambiar en este viaje...
Ella era una mujer de aproximadamente 45 años, morocha, rellenita, con caderas anchas y piernas muy grandes. Ese día ella vestía una musculosa y un pantalón de jogging negro el cual le quedaba bastante apretado. No voy a negar que que cuando ví que se dirigía hacia el asiento de al lado me dio un poco de vergüenza ya que era el único que no estaba con el resto de los chicos.
—Disculpá, ¿este asiento está libre?
—Emm... Si, sentate, le respondí timidamente sacando la mochila que estaba encima de mi asiento contiguo.
—Vos no sos amigo de mi hijo, ¿no?, me preguntó al no reconocerme aparentemente.
—No, no... Sólo compañeros.
—Ah, claro. Nunca te vi por casa, por eso no te tenía de cara, me dijo mientras me saludaba con un beso en la mejilla.
En fin, ella estuvo con el celular mirando videos de Instagram por gran parte de la primera hora de viaje, cuando de repente sacó el termo y el mate para ponerse a cebar. Obviamente, no iba a tomar mate sola así que me ofreció. Yo nunca fui de tomar mate la verdad, pero decidí aceptarlo para no quedar mal. Aparentemente el mate hizo que empezaramos a conversar con más fluidez, me preguntó cosas como qué carrera pensaba seguir cuando me egrese, de qué trabajaba ella, sobre mis gustos, cosas por el estilo.
—Y escuchame... ¿vos tenés novia?
Me sonrojé y por poco no me ahogo con el mate, no me esperaba una pregunta sobre mi vida amorosa.
—...Por ahora no, no.
—¿Por algún motivo en particular?
—Este... No realmente, me estaba enfocando en el estudio.
Mi respuesta era verdadera en cierto modo, pero también era verdad que era muy tímido y me costaba hablar con chicas. Y sin olvidar que la que de verdad me gustaba era mi mejor amiga, la cual nunca me daría una chance, o eso era lo que yo pensaba.
—Ah. Pero me imagino que alguna debe haber por ahí, ¿o no? Sos un pibe fachero, las debés tener a todas atrás tuyo, me preguntó con una mirada pícara y un tono similar al de una tía que se cree que su sobrino es un sex symbol. Tenía unos lindos ojos que me ponían nervioso, sin embargo intenté balbucear una respuesta.
—N-no, bah... No, digamos que no.
—Mmmm. ¿Quién es? ¿Una del curso? Decime, no pasa nada, me dijo juguetona. Que me interrogara así se sintió raro, y sentí como me acaloraba de la vergüenza.
—No, no. En serio, no pasa nada con ninguna...
—Si vos decís..., me respondió guiñándome un ojo. Realmente no entendía cuál era el interés de esta mujer, la cual estaba casada y era la madre de uno de mis compañeros, sobre mi vida amorosa. Pero bueno, lo dejé pasar como un intento de sacar charla.
Al rato, ya al anochecer y luego de la comida, ya nos encontrábamos en el medio de la nada, si miraba a la ventana no se veía absolutamente ninguna luz. Aproveché la oscuridad para intentar dormir, cuando me encontraba cerca de dormirme empecé a sentir algo suavemente rozando la parte exterior de mi muslo. Al darme la vuelta, me di cuenta de que eso que chocaba contra mi rodilla era la cola de Noelia, quien se había volteado en su asiento para ponerse de costado y se había acomodado accidentalmente demasiado cerca mío.
A medida que pasaban los minutos en esa situación, ella se acercaba cada vez más y más a mis piernas. A decir verdad, puede que no haya parecido nada pero en la mente de un adolescente hormonal era lo más excitante que te podía suceder. Rápidamente se me formó una erección y me puse a revivir la charla de más temprano en mi mente. ¿Podía ser posible que esta mujer me estuviera tratando de seducir? Decidí aprovechar la situación y acomodarme disimuladamente cada vez más y más cerca de ella, lo cual no pareció hacer que se detenga.
Conscientemente o no, se dispuso a apoyarme el culo contra la pierna por completo, lo cual hizo que yo me prenda muchísimo y se me pasen mil cosas por la cabeza. Su espalda estaba completamente descubierta y arqueada, en una posición que parecía poco natural para una persona dormida. La tenue luz del micro me permitía ver cómo las tiras de la tanga le sobresalían por encima del pantalón. Al notar eso no resistí y empecé a tocarme por encima del pantalón. Estaba muy mal lo que estaba haciendo, pero entre que estaba al fondo, la oscuridad y los asientos que me tapaban por delante, decidí arriesgarme. Sin embargo, nada me hubiera preparado para lo que sucedió justo después.
De repente, mientras me daba placer, Noelia llevó una mano hacia el elástico de su pantalón, tiró hacia abajo y...
Continuará. Por favor dejen puntos y comenten para saber si les interesó el relato y ponerme a escribir la continuación porque hay muchas cosas que contar. Saludos!
Para empezar, voy a contar un poco de mí. Yo nunca fui un pibe muy sociable, tenía mi grupo de amigos reducido y no hablaba mucho con mujeres más allá de mis dos o tres amigas. Tenía intereses bastante distintos a los demás, mientras que mis compañeros preferían salir, tomar y hacer desastres yo prefería quedarme en casa jugando a los jueguitos. Había ido a jodas un par de veces pero nunca estuve al nivel de fiestero que el pibe promedio de esa edad. Físicamente, soy relativamente alto, flaco, tengo el pelo castaño oscuro, piel blanca y ojos marrones.
Entonces, así eran las cosas hasta el momento del viaje de egresados. Al darme cuenta que sólo uno de mis amigos varones iban a ir al viaje, me di cuenta que iba a tener que socializar y juntarme con el resto de mi curso, con el cual directamente no tenía relación (ni buena ni mala). O tal vez mejor dicho teníamos relación pero no más allá de pasarles la tarea de vez en cuando o cosas por el estilo.
De cualquier modo, presentí que no me iba a quedar otra, especialmente cuando llegó el día y lo primero que ví al subir al micro fue que dos de mis amigas, Cami y Sofi, estaban sentadas juntas y Fiorella, mi mejor amiga y la que realmente me gustaba en ese entonces, estaba con un chico del otro curso con el que se tenían ganas. No voy a mentir, eso me dolió un poco y traté de evitar estar cerca de ellos en ese viaje, así que disimuladamente me fui a sentar a la parte de abajo del micro donde habían menos personas.
Lo que no esperaba en ese entonces fue que me iba a tocar sentarme al lado de la adulta responsable. Ella era Noelia, la madre de uno de mis compañeros. Para ser sinceros, nunca habíamos hablado más allá de dos palabras a la salida del colegio. Sin embargo, todo iba a cambiar en este viaje...
Ella era una mujer de aproximadamente 45 años, morocha, rellenita, con caderas anchas y piernas muy grandes. Ese día ella vestía una musculosa y un pantalón de jogging negro el cual le quedaba bastante apretado. No voy a negar que que cuando ví que se dirigía hacia el asiento de al lado me dio un poco de vergüenza ya que era el único que no estaba con el resto de los chicos.
—Disculpá, ¿este asiento está libre?
—Emm... Si, sentate, le respondí timidamente sacando la mochila que estaba encima de mi asiento contiguo.
—Vos no sos amigo de mi hijo, ¿no?, me preguntó al no reconocerme aparentemente.
—No, no... Sólo compañeros.
—Ah, claro. Nunca te vi por casa, por eso no te tenía de cara, me dijo mientras me saludaba con un beso en la mejilla.
En fin, ella estuvo con el celular mirando videos de Instagram por gran parte de la primera hora de viaje, cuando de repente sacó el termo y el mate para ponerse a cebar. Obviamente, no iba a tomar mate sola así que me ofreció. Yo nunca fui de tomar mate la verdad, pero decidí aceptarlo para no quedar mal. Aparentemente el mate hizo que empezaramos a conversar con más fluidez, me preguntó cosas como qué carrera pensaba seguir cuando me egrese, de qué trabajaba ella, sobre mis gustos, cosas por el estilo.
—Y escuchame... ¿vos tenés novia?
Me sonrojé y por poco no me ahogo con el mate, no me esperaba una pregunta sobre mi vida amorosa.
—...Por ahora no, no.
—¿Por algún motivo en particular?
—Este... No realmente, me estaba enfocando en el estudio.
Mi respuesta era verdadera en cierto modo, pero también era verdad que era muy tímido y me costaba hablar con chicas. Y sin olvidar que la que de verdad me gustaba era mi mejor amiga, la cual nunca me daría una chance, o eso era lo que yo pensaba.
—Ah. Pero me imagino que alguna debe haber por ahí, ¿o no? Sos un pibe fachero, las debés tener a todas atrás tuyo, me preguntó con una mirada pícara y un tono similar al de una tía que se cree que su sobrino es un sex symbol. Tenía unos lindos ojos que me ponían nervioso, sin embargo intenté balbucear una respuesta.
—N-no, bah... No, digamos que no.
—Mmmm. ¿Quién es? ¿Una del curso? Decime, no pasa nada, me dijo juguetona. Que me interrogara así se sintió raro, y sentí como me acaloraba de la vergüenza.
—No, no. En serio, no pasa nada con ninguna...
—Si vos decís..., me respondió guiñándome un ojo. Realmente no entendía cuál era el interés de esta mujer, la cual estaba casada y era la madre de uno de mis compañeros, sobre mi vida amorosa. Pero bueno, lo dejé pasar como un intento de sacar charla.
Al rato, ya al anochecer y luego de la comida, ya nos encontrábamos en el medio de la nada, si miraba a la ventana no se veía absolutamente ninguna luz. Aproveché la oscuridad para intentar dormir, cuando me encontraba cerca de dormirme empecé a sentir algo suavemente rozando la parte exterior de mi muslo. Al darme la vuelta, me di cuenta de que eso que chocaba contra mi rodilla era la cola de Noelia, quien se había volteado en su asiento para ponerse de costado y se había acomodado accidentalmente demasiado cerca mío.
A medida que pasaban los minutos en esa situación, ella se acercaba cada vez más y más a mis piernas. A decir verdad, puede que no haya parecido nada pero en la mente de un adolescente hormonal era lo más excitante que te podía suceder. Rápidamente se me formó una erección y me puse a revivir la charla de más temprano en mi mente. ¿Podía ser posible que esta mujer me estuviera tratando de seducir? Decidí aprovechar la situación y acomodarme disimuladamente cada vez más y más cerca de ella, lo cual no pareció hacer que se detenga.
Conscientemente o no, se dispuso a apoyarme el culo contra la pierna por completo, lo cual hizo que yo me prenda muchísimo y se me pasen mil cosas por la cabeza. Su espalda estaba completamente descubierta y arqueada, en una posición que parecía poco natural para una persona dormida. La tenue luz del micro me permitía ver cómo las tiras de la tanga le sobresalían por encima del pantalón. Al notar eso no resistí y empecé a tocarme por encima del pantalón. Estaba muy mal lo que estaba haciendo, pero entre que estaba al fondo, la oscuridad y los asientos que me tapaban por delante, decidí arriesgarme. Sin embargo, nada me hubiera preparado para lo que sucedió justo después.
De repente, mientras me daba placer, Noelia llevó una mano hacia el elástico de su pantalón, tiró hacia abajo y...
Continuará. Por favor dejen puntos y comenten para saber si les interesó el relato y ponerme a escribir la continuación porque hay muchas cosas que contar. Saludos!
13 comentarios - Bariloche y la adulta responsable