Sobre mi escritorio, cerré la carpeta donde había archivado los últimos documentos del día, a reserva que los tendría que utilizar el día siguiente. Caminé sobre la alfombra de mi oficina, tan solo cuatro pasos hasta llegar a un archivero postrado en la esquina, donde me agaché doblando las rodillas un poco, para colocarlos, asegurándome que reposaran cómodamente dentro de su respectiva carpeta color verde esmeralda, junto a sus símiles en aquella repisa.
Enseguida me reincorporé sin acomodarme la falda, pues ya no hacía falta, a esas horas del día ya nadie cuida su imagen. Mi jefe saldría mucho más tarde que yo, mi compañero no se asomaría de su oficina ni por accidente, y mi amiga, quien sería la única persona que me vería esa noche al despedirme de ella, seguramente no le importaría mi desfachatez.
Qué más daba mi falda entallada mal acomodada y arrugada, o mi camisa blanca desfajada,
El cansancio había hecho estrago en mí, aquella mujer empoderada que se había presentado esa misma mañana,
Me senté sobre mi escritorio, tan solo un momento para tomar aire antes de partir de regreso a casa. Pero no pude. Mis piernas estaban destrozadas por soportarme todo el día en esos hermosos y sensuales zapatos de aguja.
Me tomé ese momento para masajearme un poco los pies, haciendo círculos con mis tobillos y acariciándome los muslos sobre la tela de mis medias hasta mis piernas escondidas debajo de mi ajustada pollera
Finalmente me levanté de mi escritorio, apagué las luces de mi oficina cubriéndola bajo la oscuridad de la noche, y regresé a mi silla para tomar mi bolso, pero desvíe camino. En cambio, caminé lentamente hacía el vitral que daba a la calle,
Algo en el ambiente me cautivaba, , pero también era la extraña privacidad hogareña que surge naturalmente después de pasar un largo tiempo en el mismo lugar, como la que surgía ahí mismo, tras una larga jornada de trabajo.
Realmente estaba muy caliente y excitada, empece a desabrocharme algunos botones de la blusa, y luego un par más, no había diferencia, nadie se enteraría lo que ahí hacía.
Ahora, escondida en las sombras de mi oficina, los cristales empañados reflejaban mi silueta como si fuesen un espejo, debelando la redondez de mis pechos estrujados cruelmente por mi sostén de elegantes encajes, asomándose tímidamente por mi blusa abierta de par en par, mientras lentamente me terminaba de despojar de la blusa, para doblarla con tranquilidad y ponerla sobre mi escritorio.
No sé porque lo hacía, pero me gustaba aquella complicidad y el exhibicionismo que me provocaba sexualmente, al hacerlo en mi lugar de trabajo, en donde la pasaba la mayor parte del día. Aunque sabía que dentro del edificio nadie me encontraría, no podía fingir esa excitante sensación de ser atrapada en cualquier momento, o quizá alguien podría estarme espiando desde los edificios contiguos, y me gustaba mucho.
Al fondo del piso, se lograba percibir la luz de la oficina de mi jefe
No podía fingirlo, ni omitirlo. Estaba sola. Como aquellas tardes de soledad en casa sin marido y sin hijo ,
mientras caminaba en mi oficina. Podría ponerme más cómoda, pero no, nunca mis preciosos zapatos de tacón alto. En cambio, me llevé mis manos por detrás de mi cadera para desabotonar mi pollera y enseguida hacer dejarla caer al suelo
Con toda tranquilidad me senté nuevamente en la esquina de mi escritorio, esta vez podía sentir la helada madera plastificada en la piel desnuda de mis piernas y la de mis nalgas, que mi lencería no alcanzaba a proteger. Como mis pies quedaban volando, me permitía juguetear con ellos mientras separaba poco a poco mis muslos, abriéndome de piernas
Suspiré, y me dejé abrazar por las carisias de mis manos que lentamente recorrían la piel desnuda de mis pechos, cintura y piernas, acariciándome sobre la lencería de encajes
A penas rosé sutilmente por encima de mi tanga , y mi cuerpo se estremeció en un poderoso escalofrío que me recorría cada centímetro de mi cuerpo ,
No perdí tiempo y de inmediato comencé a hacer círculos sobre mi pubis, estimulando mis labios sobre mi tanga trasparentes, cuya delgada tela me permitía sentir toda esa humedad restregándose en la sensible piel de la parte más íntima de mi cuerpo.
Aunque no tenía ninguna prisa, tampoco podía seguir postergándolo demasiado, estaba realmente caliente, sabía que tendría un gran orgasmo y lo gozaría como nunca. Mi respiración comenzaba a agitarse, sentía cómo mis pechos se inflamaban poco a poco,
Me puse de pie nuevamente, me desabrochaba mi sostén para quitármelo con toda naturalidad. Enseguida, regresé a mi escritorio caminando con extrema sensualidad sobre mis tacos altos, mis medias a medio muslo y mi tanga bien metida en mi cola .
De mi silla tomé mi bolso, y de él saqué mi fiel amigo y confidente orgásmico; un consolador de veinticinco centímetros, color piel y textura realista, el cual, con toda alevosía había guardado esa misma mañana. sabia que mi marido llegaba tarde hoy y ya estaba muy caliente Engreída, lo lamí un poco con exceso de pasión, como si alguien me estuviese juzgando por que le diera la más experta chupada,
Me di media vuelta, y así como si estuviese esperando que alguien me cogiese por detrás, me arrimé hacía el pito artificial poniéndome en cuatro a media altura, restregándomelo entre mis nalgas, antes de apartar un poco mi tanga para juguetear con él, frotándomelo en mis labios calientes e inflamados.
No me importaba que alguien pudiese verme, de hecho, lo quería
Realmente lo estaba gozando mucho, aquel consolador se deslizaba con gran facilidad dentro de mi mojada conchita, mientras me balanceaba en un sensual vaivén con mis caderas, estampando mis nalgas en el ventanal, al tiempo que me restregaba mi clítoris fuertemente con mis dedos medios, como si tuviese límite de tiempo para hacerme venir.
Estaba tan complacida que comencé a gemir un poco., comenzaban a mezclarse con el chapoteo de mi lubricada vagina deslizándose sobre mi pene de plástico, al tiempo que me lo metía y sacaba del interior de mi cuerpo.
Así seguí hasta que me cansé de menear las caderas en tan incómoda posición. Entonces, me saqué el consolador y lo desempotré del vidrio. Intenté colocarlo sobre el suelo solo para darme cuenta de mi estupidez, pues no había manera de aferrarlo a la alfombra, por lo que me decidí a colocarlo sobre la madera plastificada de mi escritorio, donde la succión del juguete lo afianzaría firmemente para poderme penetrar a gusto.
Sin embargo, el escritorio estaba muy alto, por lo que me tuve que subir por completo sobre él, Me sentía como una loca trepada ahí arriba, hasta que me acomodé en cuclillas para ensártame el falso pene nuevamente, entonces no pude pensar en otra cosa más que en mi propio placer.
Mi corazón bombeaba fuertemente; por un lado, estaba realmente excitada como nunca, mientras me complacía metiéndome mi consolador una y otra vez sobre mi escritorio. Pero, al mismo tiempo, estaba plenamente consciente del lugar donde lo estaba haciendo, y ni siquiera me atrevía a pensar en la escena que se haría si alguien me pillase en ese momento. Desnuda, montada sobre mi escritorio y masturbándome sentándome una y otra vez sobre mi gran pito realista de plástico.
Me imaginaba al viejo de la otra vez entrando en mi oficina, y la cara de sorpresa que tendría al verme en esa situación.
Aunque es casado, ningún hombre se resistiría a una oportunidad así, con una mujer joven y hermosa como yo. Después de todo él ya me habia cogido y no habría chantaje alguno
Fantaseaba casi recreando su presencia en la puerta, mientras continuaba penetrándome a un buen ritmo placentero, acompañando las sentadillas con unas suaves y firmes caricias en mi clítoris para complacerme todavía más.
Entonces, saqué el gran pene de mi cuerpo y me senté sobre mi escritorio, ahora en el vértice de su lado más angosto, abriendo las piernas hacía la puerta de mi oficina. En seguida, continué masturbándome regresando el glorioso juguete hacía mi mojada cavidad, deslizándolo un poco más despacio, pero con más placer, al tiempo que me estimulaba mi clítoris persiguiendo aquel aclamado orgasmo que sentía ya, a punto de hacerme explotar.
, ahora me sentía con la confianza suficiente de expresar todo ese placer con eróticos gemidos sin censura, sin preocuparme por que alguien pudiese escucharme. -¡Mmm! -¡Hhaa! -¡Siiii! -Gemía cual puta,
Ya a punto de hacerme terminar, uno que otro quejido se me escapaba lo suficientemente alto, como para que alguno de mis compañeros me escuchase. Pero ya no me importaba, estaba en las vísperas de mi delirante orgasmo, de esas veces que realmente pierdes la cordura a punto de venirte y que tu mente se dispara en un torrencial de locuras, en mi caso, imaginándome ser cogida por un maduro
Entonces me dejé venir, por fortuna antes de que cometiera alguna otra estupidez sin remedio. Finalmente, aquel pene artificial estimulándome en las profundidades de mi cuerpo, y mi mano restregándose sin piedad en mi clítoris, me arrancaba un poderoso orgasmo como ningún otro, que me hacía estremecer con vigor sobre mi escritorio, exhalando un profundo gemido final, casi como un grito ahogado. -Haaa. -Suspiraba, al tiempo que eyaculaba lánguidamente, obligándome a sacarme el dildo de mi vagina para que se pudiesen escurrir todos mis tibios jugos, en un largo y acuoso chorro que emanaba de mi vagina, exprimiéndome hasta las últimas gotas, mojando todo mi escritorio y la alfombra de mi oficina, con mi eyaculación que goteaba por todo mi cuerpo .
me gustaria ller a la smujeres que se han tocado en su trabajo . besos
Enseguida me reincorporé sin acomodarme la falda, pues ya no hacía falta, a esas horas del día ya nadie cuida su imagen. Mi jefe saldría mucho más tarde que yo, mi compañero no se asomaría de su oficina ni por accidente, y mi amiga, quien sería la única persona que me vería esa noche al despedirme de ella, seguramente no le importaría mi desfachatez.
Qué más daba mi falda entallada mal acomodada y arrugada, o mi camisa blanca desfajada,
El cansancio había hecho estrago en mí, aquella mujer empoderada que se había presentado esa misma mañana,
Me senté sobre mi escritorio, tan solo un momento para tomar aire antes de partir de regreso a casa. Pero no pude. Mis piernas estaban destrozadas por soportarme todo el día en esos hermosos y sensuales zapatos de aguja.
Me tomé ese momento para masajearme un poco los pies, haciendo círculos con mis tobillos y acariciándome los muslos sobre la tela de mis medias hasta mis piernas escondidas debajo de mi ajustada pollera
Finalmente me levanté de mi escritorio, apagué las luces de mi oficina cubriéndola bajo la oscuridad de la noche, y regresé a mi silla para tomar mi bolso, pero desvíe camino. En cambio, caminé lentamente hacía el vitral que daba a la calle,
Algo en el ambiente me cautivaba, , pero también era la extraña privacidad hogareña que surge naturalmente después de pasar un largo tiempo en el mismo lugar, como la que surgía ahí mismo, tras una larga jornada de trabajo.
Realmente estaba muy caliente y excitada, empece a desabrocharme algunos botones de la blusa, y luego un par más, no había diferencia, nadie se enteraría lo que ahí hacía.
Ahora, escondida en las sombras de mi oficina, los cristales empañados reflejaban mi silueta como si fuesen un espejo, debelando la redondez de mis pechos estrujados cruelmente por mi sostén de elegantes encajes, asomándose tímidamente por mi blusa abierta de par en par, mientras lentamente me terminaba de despojar de la blusa, para doblarla con tranquilidad y ponerla sobre mi escritorio.
No sé porque lo hacía, pero me gustaba aquella complicidad y el exhibicionismo que me provocaba sexualmente, al hacerlo en mi lugar de trabajo, en donde la pasaba la mayor parte del día. Aunque sabía que dentro del edificio nadie me encontraría, no podía fingir esa excitante sensación de ser atrapada en cualquier momento, o quizá alguien podría estarme espiando desde los edificios contiguos, y me gustaba mucho.
Al fondo del piso, se lograba percibir la luz de la oficina de mi jefe
No podía fingirlo, ni omitirlo. Estaba sola. Como aquellas tardes de soledad en casa sin marido y sin hijo ,
mientras caminaba en mi oficina. Podría ponerme más cómoda, pero no, nunca mis preciosos zapatos de tacón alto. En cambio, me llevé mis manos por detrás de mi cadera para desabotonar mi pollera y enseguida hacer dejarla caer al suelo
Con toda tranquilidad me senté nuevamente en la esquina de mi escritorio, esta vez podía sentir la helada madera plastificada en la piel desnuda de mis piernas y la de mis nalgas, que mi lencería no alcanzaba a proteger. Como mis pies quedaban volando, me permitía juguetear con ellos mientras separaba poco a poco mis muslos, abriéndome de piernas
Suspiré, y me dejé abrazar por las carisias de mis manos que lentamente recorrían la piel desnuda de mis pechos, cintura y piernas, acariciándome sobre la lencería de encajes
A penas rosé sutilmente por encima de mi tanga , y mi cuerpo se estremeció en un poderoso escalofrío que me recorría cada centímetro de mi cuerpo ,
No perdí tiempo y de inmediato comencé a hacer círculos sobre mi pubis, estimulando mis labios sobre mi tanga trasparentes, cuya delgada tela me permitía sentir toda esa humedad restregándose en la sensible piel de la parte más íntima de mi cuerpo.
Aunque no tenía ninguna prisa, tampoco podía seguir postergándolo demasiado, estaba realmente caliente, sabía que tendría un gran orgasmo y lo gozaría como nunca. Mi respiración comenzaba a agitarse, sentía cómo mis pechos se inflamaban poco a poco,
Me puse de pie nuevamente, me desabrochaba mi sostén para quitármelo con toda naturalidad. Enseguida, regresé a mi escritorio caminando con extrema sensualidad sobre mis tacos altos, mis medias a medio muslo y mi tanga bien metida en mi cola .
De mi silla tomé mi bolso, y de él saqué mi fiel amigo y confidente orgásmico; un consolador de veinticinco centímetros, color piel y textura realista, el cual, con toda alevosía había guardado esa misma mañana. sabia que mi marido llegaba tarde hoy y ya estaba muy caliente Engreída, lo lamí un poco con exceso de pasión, como si alguien me estuviese juzgando por que le diera la más experta chupada,
Me di media vuelta, y así como si estuviese esperando que alguien me cogiese por detrás, me arrimé hacía el pito artificial poniéndome en cuatro a media altura, restregándomelo entre mis nalgas, antes de apartar un poco mi tanga para juguetear con él, frotándomelo en mis labios calientes e inflamados.
No me importaba que alguien pudiese verme, de hecho, lo quería
Realmente lo estaba gozando mucho, aquel consolador se deslizaba con gran facilidad dentro de mi mojada conchita, mientras me balanceaba en un sensual vaivén con mis caderas, estampando mis nalgas en el ventanal, al tiempo que me restregaba mi clítoris fuertemente con mis dedos medios, como si tuviese límite de tiempo para hacerme venir.
Estaba tan complacida que comencé a gemir un poco., comenzaban a mezclarse con el chapoteo de mi lubricada vagina deslizándose sobre mi pene de plástico, al tiempo que me lo metía y sacaba del interior de mi cuerpo.
Así seguí hasta que me cansé de menear las caderas en tan incómoda posición. Entonces, me saqué el consolador y lo desempotré del vidrio. Intenté colocarlo sobre el suelo solo para darme cuenta de mi estupidez, pues no había manera de aferrarlo a la alfombra, por lo que me decidí a colocarlo sobre la madera plastificada de mi escritorio, donde la succión del juguete lo afianzaría firmemente para poderme penetrar a gusto.
Sin embargo, el escritorio estaba muy alto, por lo que me tuve que subir por completo sobre él, Me sentía como una loca trepada ahí arriba, hasta que me acomodé en cuclillas para ensártame el falso pene nuevamente, entonces no pude pensar en otra cosa más que en mi propio placer.
Mi corazón bombeaba fuertemente; por un lado, estaba realmente excitada como nunca, mientras me complacía metiéndome mi consolador una y otra vez sobre mi escritorio. Pero, al mismo tiempo, estaba plenamente consciente del lugar donde lo estaba haciendo, y ni siquiera me atrevía a pensar en la escena que se haría si alguien me pillase en ese momento. Desnuda, montada sobre mi escritorio y masturbándome sentándome una y otra vez sobre mi gran pito realista de plástico.
Me imaginaba al viejo de la otra vez entrando en mi oficina, y la cara de sorpresa que tendría al verme en esa situación.
Aunque es casado, ningún hombre se resistiría a una oportunidad así, con una mujer joven y hermosa como yo. Después de todo él ya me habia cogido y no habría chantaje alguno
Fantaseaba casi recreando su presencia en la puerta, mientras continuaba penetrándome a un buen ritmo placentero, acompañando las sentadillas con unas suaves y firmes caricias en mi clítoris para complacerme todavía más.
Entonces, saqué el gran pene de mi cuerpo y me senté sobre mi escritorio, ahora en el vértice de su lado más angosto, abriendo las piernas hacía la puerta de mi oficina. En seguida, continué masturbándome regresando el glorioso juguete hacía mi mojada cavidad, deslizándolo un poco más despacio, pero con más placer, al tiempo que me estimulaba mi clítoris persiguiendo aquel aclamado orgasmo que sentía ya, a punto de hacerme explotar.
, ahora me sentía con la confianza suficiente de expresar todo ese placer con eróticos gemidos sin censura, sin preocuparme por que alguien pudiese escucharme. -¡Mmm! -¡Hhaa! -¡Siiii! -Gemía cual puta,
Ya a punto de hacerme terminar, uno que otro quejido se me escapaba lo suficientemente alto, como para que alguno de mis compañeros me escuchase. Pero ya no me importaba, estaba en las vísperas de mi delirante orgasmo, de esas veces que realmente pierdes la cordura a punto de venirte y que tu mente se dispara en un torrencial de locuras, en mi caso, imaginándome ser cogida por un maduro
Entonces me dejé venir, por fortuna antes de que cometiera alguna otra estupidez sin remedio. Finalmente, aquel pene artificial estimulándome en las profundidades de mi cuerpo, y mi mano restregándose sin piedad en mi clítoris, me arrancaba un poderoso orgasmo como ningún otro, que me hacía estremecer con vigor sobre mi escritorio, exhalando un profundo gemido final, casi como un grito ahogado. -Haaa. -Suspiraba, al tiempo que eyaculaba lánguidamente, obligándome a sacarme el dildo de mi vagina para que se pudiesen escurrir todos mis tibios jugos, en un largo y acuoso chorro que emanaba de mi vagina, exprimiéndome hasta las últimas gotas, mojando todo mi escritorio y la alfombra de mi oficina, con mi eyaculación que goteaba por todo mi cuerpo .
me gustaria ller a la smujeres que se han tocado en su trabajo . besos

2 comentarios - flor de paja en mi trabajo , saque mi yegua interna